«2 de Julio»

Me desayuno con un repugnante artículo, otro más, de “la” Pilar Rahola que mandan por el grupo de SCC mis compañeros de Sociedad Civil Catalana, entidad constituida, como saben, para poner coto a los desmanes del separatismo y argumentar dentro del bloque de la constitucionalidad en contra del soberanismo. Por alguno de sus párrafos su lectura me ha traído a la memoria el momento inolvidable acaecido el pasado lunes en Granada, patrocinado por la señora Olona.

Hecho el símil con todo el respeto hacia la diputada granadina por la distancia ética que en su favor la separa de la “rapaz” catalana, sin embargo, la fecha y la mala imagen que a mi entender ofreció el pasado martes “2 de julio” a la ciudadanía granadina en la rueda de prensa que celebró en el Salón de Comisiones del Ayuntamiento, ha hecho que conecte los argumentarios de ambas féminas. No es posible una traslación completa de la “raholada” publicada en La Vanguardia, en español, pero los argumentos, cuando no conducen más que a la inestabilidad y a la destrucción, se hagan como se hagan, tienen mucho de común.

Sin pudor, delante del Pendón de la ciudad, compareció la congresista por Granada, doña Macarena, que para colmo del granadinismo militante tenía que llamarse de tan sevillana manera, rodeada del medio contubernio granatensis del que dispone —un contubernium era la unidad mínima militar romana y estaba formado por ocho soldados de infantería que compartían tienda, impedimenta común y una mula para el transporte—, al que se había sumado un “efectivo exomunicipal”, como si fuera Guillermo Tell. Y en tal comparecencia la señora Olona hizo exposición de una pretensión incomprensible en este momento, más con razonamientos propios de un cabreo del quince y una bisoñez que desbordado todas las expectativas posibles de los estándares mínimos de la técnica política, que del deseo de coadyuvar a la buena gobernanza que una ciudad como la nuestra merece.

Pues bien, delante del Pendón de la Ciudad y de las mismas Jarras de los Caballeros XXIV en las que libre y conscientemente depositaron su voto voxista para la elección del nuevo alcalde de Granada, trataron de hipotecar el futuro de la ciudad con el anuncio, o mejor, con la petición a quién corresponda de que presentase una moción de censura para derrocar lo que ellos mismos habían contribuido a erigir. Salvo que se quiera jugar a otra cosa que no sea el gobernar bien y contribuir al progreso de Granada, la verdad es que desde la lógica que pretendo trasladar, confieso que no me esperaba el contenido de las declaraciones que realizaba la señora diputada, parapetada tras su sempiterna carpeta al más puro estilo Villarejo.

Y es que no se puede comparecer del modo en que se hizo por Vox, constituido en una especie de cohorte pretoriana, convertida en alianza para vituperar, con más torpeza que dureza, dicho sea, al que ahora desde VOX consideran un engendro intolerable, intentando sembrar la inestabilidad en la ciudad solo porque no han recibido las prebendas que esperaban. ¡Ya está bien! Que venga una señora de fuera, que antes de tener el privilegio de ser designada y elegida para representar a nuestra provincia como Diputada en Cortes desconocía absolutamente nuestra idiosincrasia y necesidades y continúe con el juego clásico de hacer política a costa de Granada, es intolerable.

Preferencias personales aparte que lógicamente las tengo, me da igual quién comande el gobierno municipal si de una puñetera vez por todas tiene intención de hacer algo en favor de esta ciudad tan herida por años de políticas equivocadas dirigidas desde fuera, principalmente desde Sevilla, pero parece que ahora también desde Madrid, impuesta por diputados cuneros y ejecutadas por patricios incompetentes e interesados solo por lo suyo.

Desde hace años vengo denunciándolo; y conmigo se han sumado otras pocas plumas que cada vez son más contundentes en el análisis y en la solución. Porque sumarse y unirse ya frente a lo que es una auténtica enfermedad a la que hay que atajar, es una inaplazable necesidad “si queremos tener —como diría Marco Aurelio ya que estoy hoy en lides romanas—, un sueño común que se llame Granada”.

“La” Rahola escribe en su artículo “2 de julio” que “la lucha de Puigdemont, Comín y Junqueras por poder representar a sus votantes en el corazón de Europa es, por encima de todo, una lucha global, que afecta al cómo y al qué será Europa en el futuro” … y si hay que acabar con ella que se acabe…, como “si hay que acabar con Granada que se acabe”, sumiéndola en la ingobernabilidad y la estulticia.

Sean los contubernios voxistas de Granada consecuentes con lo que han hecho y que padezcan las consecuencias que para ellos se deriven, pero que no contribuyan a la inestabilidad política y trabajen para sacar esta ciudad del atolladero en que la han metidos otros antes que ellos y ahora ellos según parece a juzgar por lo manifestado por la señora Olona. Aunque, confieso que no tengo ninguna esperanza de que lo hagan, porque parafraseando a Oscar Wilde sobre la organización de Abascal, sobre VOX, cada vez es más predecible afirmar que “es el único partido que va a pasar de la barbarie a la decadencia sin pasar por la civilización”.

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