Muertos incómodos y desmemoria

¿Alguien se acuerda del pequeño Aylan Kurdi y la ola de indignación internacional que produjo su imagen, ahogado sobre la arena de una playa del suroeste de Turquía?

Seguro que sí, aunque por la “incomodidad” que nos produce recordarlo, creo que hacemos como que no.

Pues siento incomodarles e incomodarme, pero veo necesario recuperar la memoria para que las miles de muertes que se han sucedido después de la suya, y muchas de ellas tan cerca de nuestras costas, no nos sean indiferentes.

Tres añitos tenía Aylan cuando el Mediterráneo se lo tragó, acabando con su corta vida, para devolvérnoslo después y mostrar al mundo lo que estaba ocurriendo con las personas migrantes que huyendo de la guerra, el hambre y la miseria, intentaban llegar a Europa buscando desesperadamente un lugar donde poder sobrevivir. Fue como si el viejo mar entre tierras, no aceptase su destino y diese un toque de atención a esa Europa que se encogía de hombros cada vez que se tragaba la vida de hombres, mujeres y niños.

Es cierto que por aquel entonces el Parlamento Europeo y diferentes organismos de la ONU habían dado varios toques de atención. Pero la respuesta de los líderes europeos, salvo honrosas excepciones, no fue otra que la indiferencia, el mirar para otro lado, el discurso hueco… en definitiva, hipocresía y cinismo frente a la trata de seres humanos, la violación de derechos humanos… y miles de muertos entre las olas del gran cementerio azul.

De hecho, ninguna de las medidas que pusieron en marcha, basadas en una supuesta estrategia en común en materia de inmigración, han servido realmente para proteger la vida de los migrantes que cruzan el mar, sino más bien para evitar que lleguen a nuestras costas y acaben “incomodando” a los ciudadanos europeos que han olvidado su propia historia de emigración y el drama humano que vivieron en sus propias carnes.

Es el triunfo del discurso de la ultraderecha, en Europa y en España, el que nos puede dar algunas claves para entender cómo la incomodidad que se ha instalado en nuestras conciencias nos ha vacunado contra la indignación ante el horror que sufren miles de seres humanos.

Así, mientras la campaña electoral copaba las tertulias en los medios de comunicación y entre amigos y conocidos, se colaba sin pena ni gloria la noticia de la muerte de tres guineanas, una de ellas embarazada, al naufragar la patera con la que pretendían cruzar el Estrecho de Gibraltar y llegar a nuestras costas.

El Mediterráneo se consolida como la frontera más letal del planeta, rezaba el titular en el Periódico de Cataluña, al informar de esta tragedia el pasado jueves 23, llamando la atención sobre los 508 migrantes fallecidos en lo que va de año, más de la mitad de los contabilizados en todo el mundo, según los datos que maneja la Organización Internacional para las Migraciones, dependiente de la ONU. Pues bien, de esas 508 personas, 159 intentaron llegar a España y no lo consiguieron.

Ante esta situación, las únicas voces críticas son las de las oenegés. Y se escuchan poco, porque hay demasiados sembradores de odio y miedo al diferente, difundiendo a gritos y con altavoces mediáticos mentiras y consignas contra los inmigrantes. Que si son demasiados, una invasión dicen; que si muchos son delincuentes; que si vienen a quitarnos el trabajo; que si colapsan la sanidad pública; que si se quedan con las ayudas sociales que deberían ser sólo para los españoles… Y cuando parece que ya no puedes aguantar más barbaridades, te topas con el cabeza de lista de Vox en Motril y la frustración te quema por dentro. 8 años en la Cruz Roja rescatando y atendiendo a personas inmigrantes que llegaban al Puerto de Motril y acaba de cabeza de cartel de un partido de ultraderecha y compartiendo su discurso radical contra la inmigración. Tremendo.

¿Cuántos miles de inmigrantes más deben ser rescatados en el mar, cuántos más deben morir, para que decidamos ponernos en su piel y exigir a nuestros gobernantes que traten a los inmigrantes como seres humanos? ¿Cuándo vamos a abandonar nuestra zona de confort y recuperar la memoria para volver a indignarnos, no a incomodarnos, ante la tragedia que se vive en el Mediterráneo?

Para empezar a recuperar la memoria, sugiero consultar la web de la Asociación de Hijos y Nietos del Exilio Republicano Español. Hay 268 barcos y 168 listas de pasajeros completas, desde 1937 a 1943, que suman decenas de miles de compatriotas huyendo de la represión franquista. Ellos también buscaban desesperadamente un lugar donde poder sobrevivir.

Igual algún odiador de barra de bar se lleva una sorpresa y encuentra a un familiar o a un viejo amigo de la familia en esas listas. Quién sabe.

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