Acelerando que es gerundio
Gusta nuestra alcaldesa, la señora Carazo, del uso de palabras rimbombantes, como ya hemos comentado en más de una ocasión, con el objetivo, seguramente, de llamar la atención sobre ellas e intentar disimular que tras las mismas se esconde la más absoluta nada. Impulso ha sido una de ellas, hasta que ha debido ser advertida de que de tanto impulsar se podía acabar el trayecto y descubrirse de que se había estado impulsando aire a soplidos dentro de un globo aerostático. Agilización fue otra palabra de indudable éxito, también agotada de su léxico, pues ya se terminaron los objetos, causas, fenómenos, trámites o lo que quiera que fuese que precisara de dicha agilización. De modo que pronto se recurrió al término aceleración, sin duda el culmen del proceso.
Aceleración de proyectos fue, nada menos, la expresión con la que nuestra primera edil, se adornó durante un tiempo reciente. Nunca se supo a que proyectos se refería ni cual era la razón de que los mismos se encontraran en fase de ralentización, parada, descanso o reflexión, que todo podía ser. Pero el caso es que tal era la necesidad o imperiosidad de la cosa que se creó una Oficina para tamaño objetivo. Una Oficina aceleradora de proyectos, ahí es nada. Y además en Granada, tierra proclive a semejante invento. No consta en los anales periodísticos locales, pero no creo que quepa duda de que la idea despertó el natural interés allende nuestras fronteras, pues no me negarán que crear una oficina aceleradora de proyectos no es algo digno de figurar en la gestión de cualquier administración local que se precie.
El asunto tuvo su acto pomposo de inauguración, sus boatos correspondientes, luces y fanfarrias, pues se destinaba a tan gloriosa finalidad (acelerar proyectos) un coqueto local situado en el centro de la ciudad, con vistas y buena orientación. Para que ningún granadino o granadina se privara de comprobar la aceleración de los proyectos. No ha pasado tanto tiempo, apenas unos meses y la verdad es que no conozco a nadie que sepa si se han acelerado muchos, pocos o ningún proyecto, la velocidad a la que se han acelerado, si es que se han acelerado, o cómo y mediante que vías han llegado a tal oficina los proyectos necesitados de un acelerón. Y en que estado de aceleración han salido de dicha oficina y con que destino, si es que ha salido alguno.
El caso es que el otro día, con poco eco mediático (que si tuvo la apertura) nos enteramos de que se había cerrado la oficina aceleradora de proyectos. No se sabe si el cierre se debió a la saturación de proyectos que ya llenaban las salas, o a la ausencia de los mismos. Si ha sido tal el éxito de la iniciativa que ya no hace falta más aceleración a ningún proyecto, pues todos ellos, sin distinción, ya se han acelerado, o que alguien ha considerado que la velocidad a la que avanzan los proyectos es suficiente y no conviene acelerarlos. Pero, lo cierto y verdad, es que, pocos meses después, Granada se ha aquedado sin Oficina que acelere los proyectos. Tampoco he percibido un especial malestar ciudadano ante tamaña tragedia. O lo mismo es que no había proyectos o que estos no necesitaban aceleración. Pero la realidad es la que es y me limito a constatarla.
Puede servir como experiencia para otros asuntos municipales que deberían ocupar la atención de nuestra alcaldesa y de su equipo. Asuntos que precisarían de una aceleración, y otros asuntos que demandan urgente ralentización, incluso detención. Y que no necesitan de la creación de ninguna oficina específica para ello. Eso se lo puede ahorrar nuestro gobernante equipo. Acelerar, y mucho, las políticas sociales y la dotación de recursos para que la ciudadanía necesitada de ellos, sea atendida con las debidas garantías de sus derechos debería ser ocupación principal del gobierno local. Acelerar mecanismos de redistribución de los equipamientos y servicios públicos en todos los barrios también. Ralentizar y detener el deterioro, cuando no desmantelamiento, de instituciones arraigadas en nuestra ciudad, como la Escuela de Salud Pública y el Parque de las Ciencias es vital. Detener la sumisión a los dictados de Moreno Bonilla y dejar de ser una sucursal de la Junta en Granada, también urgente.
Es cuestión de cambiar el paso. A ver si se dan cuenta. Y aplican correctamente los gerundios