Adiós money, adiós

Por si le faltaba algo a este gobierno municipal, el del vodevil del 2+2, ahora parece que va a perder 4 millones de euros de sus endeudadas y mermadas arcas, como pago de intereses de demora a proveedores, como consecuencia de una situación de morosidad que supera la friolera de más de 90 millones de euros de deuda, según se determina por sentencia firme, junto a otros 5,6 millones más como posible amonestación de la UE por utilización de fondos EDUSI sin justificar la ejecución de proyectos subvencionados en la etapa de Paco Cuenca.

Con esta más que preocupante situación, la pasividad del consistorio ante la posible pérdida de casi 10 millones de euros, 4 ya seguros, clama al cielo. Mientras el tiempo no para de correr y cada día que pasa se generan más y más intereses, por la demora en el pago a proveedores (208,8 días de media), y, para más inri, la amonestación de la UE puede que también se materialice, dejando al Ayuntamiento en una situación insostenible, más aún si a estas deudas inmediatas, unimos la deuda crónica que arrastra Granada desde hace varios mandatos.

Algunos proponen un plan de saneamiento y una reestructuración de la deuda de cara a los próximos 10 años, de una deuda que asciende a la friolera de 270 millones de euros (180 de deuda financiera y 90 del ya mentado pago a proveedores), con un déficit estructural de tesorería que impide pagar nada, que impide llevar a cabo ninguno de los proyectos que nos prometieron antes de las elecciones, que impide, en definitiva, hacer cualquier cosa por Granada y por los granadinos.

Adiós money, adiós. Adiós proyectos, adiós progreso, adiós mejoras, adiós. Los regidores municipales llevan malgastando el dinero público durante demasiados años y el resultado es el cero absoluto en euros contantes y sonantes para conseguir que Granada avance, y con ella, los granadinos. Eso sí, el dinero inexistente, mejor dicho, el menos dinero del Ayuntamiento, sí que se lo gastan sin problema alguno en subirse los sueldos, sin importarles la delicada situación de las finanzas municipales, pero esto no es sólo cosa de los presentes regidores, sino de todos los que desde hace mucho tiempo han contribuido a que se enquiste esta situación económica insostenible, en vez de apretarse el cinturón municipal como ejercicio de responsabilidad que debía practicar todo político.

Este agujero negro que hace impracticable cualquier gobierno municipal es otro de los argumentos que hacen cada día más patente la necesidad de cambio en la estructura territorial de Granada, que debiera gozar de una auténtica autonomía política y financiera respecto de esta Andalucía que sólo nos ha aportado retroceso y postergación. Y es que el marco constitucional español permite que Granada se constituya en autonomía, con tantos o más derechos históricos –por su condición de reino- que Murcia, Cantabria, Asturias… Es una deuda que puede ya considerarse como histórica con nuestra tierra, por el agravio patente que lleva sufriendo en los últimos 40 años.

La materialización de una nueva autonomía ex artículos 143 o 144 CE, supondría una reparación material de tal agravio objetivo, además de una asignación presupuestaria propia y directa desde el Estado central -no a través de Sevilla- que ayudaría, no sólo a conseguir el progreso que se ha dado a otros territorios en detrimento del nuestro, sino también a procurar el saneamiento real de toda la economía pública granadina. Además la estructura administrativa que se generaría traería riqueza y empleo a esta región y a sus habitantes. Granada volvería a estar en un mapa de España del que desapareció el 28 de febrero de 1980.

Pero mientras se consigue o no algo que han alcanzado sin problemas Murcia, Asturias, Cantabria, La Rioja, Navarra o Madrid, seguiremos sin dinero, sin proyectos ejecutables, en definitiva, sin progreso. Y sólo tendremos subida de impuestos, servicios públicos más precarios, calles menos limpias, parques descuidados y secándose –véase el mismísimo Paseo del Salón-, autobuses más viejos y contaminantes, y un largo etcétera de carencias más propias del siglo XIX que del XXI. En definitiva, palparemos la pobreza municipal y regional, no ya la que se palpa, sino, peor aún, la mayor que nos espera con la crisis económica que de nuevo se avecina.

En fin, esperemos que en un futuro no muy lejano nuestra tierra pueda ser ejemplo de prosperidad y progreso, de empleo y riqueza. Soluciones las hay, el quid de la cuestión es la voluntariedad de conseguirlas. Mientras tanto, adiós money, adiós.

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