Aliatar como termómetro

Mientras este país asiste atónito a las revelaciones del caso «Kitchen», que colocan a un paso del banquillo al expresidente Rajoy y a sus ex ministros de Interior y Defensa, Fernández Díaz y Cospedal, por «utilizar» a los cuerpos de seguridad, para intentar ocultar y destruir pruebas relacionadas con la corrupción del PP; mientras nos enteramos, con indignación y cabreo, que la Junta de Andalucía ha ocultado a la ciudadanía, que desde hace dos semanas existe transmisión comunitaria del COVID en Málaga; mientras el Gobierno anuncia, con fanfarrias mediáticas y una imprudencia impropia de responsables públicos, que nos estaríamos vacunando contra el virus a principio de año y solo 48 horas después, recibían una impresionante bofetada de realidad, al anunciarse que la vacuna por la que ha apostado España, detiene sus protocolos por problemas en el proceso de investigación; mientras el «nini» Abascal calienta su moción de censura, asegurando que tenemos el peor Gobierno de los últimos 80 años y que con Franco se vivía mejor. Mientras ocurren todas estas cosas, Granada sigue languideciendo, o lo que es peor, asistiendo impávida a un deterioro de sus señas identidad, que no hace mucho tiempo, habría levantado en pie de guerra a la ciudadanía.

Al inicio de esta semana, Juan Vida, probablemente el mejor y más cotizado pintor granadino de los últimos 40 años, alertaba desde sus redes sociales de que se habían desmontado sus pinturas del techo del antiguo cine Aliatar, en pleno corazón de la ciudad aspirante a ser Capital Europea de la Cultura. Efectivamente como hemos podido comprobar con testimonios gráficos, en el techo del espacio comercial, ya no pueden admirarse las pinturas del artista granadino.

Dicen los propietarios del inmueble que han decidido retirarlas por el inicio de unas obras en la galería comercial, tras la quiebra de la cadena de moda que fue la última inquilina del edificio. Sin embargo el autor tiene serias dudas sobre la legalidad de la retirada de su obra, calificándola de «barbaridad».

Y «barbaridad» parece que nadie haya comunicado al pintor la retirada de su pintura, ya que es de imaginar que sería el más indicado para supervisarla; «barbaridad» parece que a estas alturas desconozcamos el estado de la recreación de los ríos granadinos que plasmó Juan Vida en esa techumbre y «barbaridad» parece que, tratándose un Bien de Interés Cultural, como es el caso de esas pinturas y del edificio que ornamentaban, ni la Junta ni el Ayuntamiento se hayan dirigido al autor para comunicarle esa actuación.

La intención de los dueños del Aliatar es, al parecer, ceder esas pinturas gratuitamente a cualquier «institución que se interese y quiera hacerse cargo de su instalación, conservación y exposición», algo que demuestra dos cosas, de un lado el absoluto desprecio que esos propietarios demuestran para una obra espectacular y que fue concebida para el espacio concreto en que se encontraba y no para cualquier otro por muy institucional que sea y del otro, la lamentable pasividad de la Junta de Andalucía y del Ayuntamiento, a la hora de proteger un bien de interés cultural, sobre el que no se puede actuar al capricho de un particular, por muy propietario que sea del edificio donde se encuentra.

¿Se imaginan que por unas obras de remodelación se «desmontaran» los frescos de Goya en la madrileña ermita de San Antonio de la Florida y se «ofrecieran» a cualquier otra institución? Pues salvando las distancias, algo así es lo que estamos viendo con este auténtico despropósito.

Que cosas como estas ocurran en una ciudad que pretende conseguir su nominación como Capital Cultural Europea en 2031 demuestran el nivel de deterioro al que sucesivos gobiernos municipales y autonómicos, han llevado a esta ciudad en general y a su cultura en particular. Tanto que Granada no está entre las 10 capitales culturales del ranking de la fundación «Contemporánea», en el que figuramos en el puesto número 12 por debajo de Málaga y Sevilla, en el cuarto y sexto lugar; tanto que sólo el Festival de Música y Danza consigue entrar en la lista de instituciones y eventos más destacados a nivel nacional, eso sí en puesto 62 de una lista donde comparte posición con el centro Conde Duque de Madrid; la Feria del Teatro de Tárrega; o el Centro de Arte y Creación Industrial LABoral de Gijón; no parece como para tirar cohetes.

Es verdad que Granada resiste, pero habríamos de decir que lo hace «a pesar de …». Granada «aguanta» por su enorme fortaleza en el imaginario colectivo de millones de personas en todo el mundo y «aguanta» porque tiene la enorme suerte de haber heredado un patrimonio cultural y natural únicos en el mundo. Granada «aguanta», pero languidece, mientras ciudades vecinas como Málaga, con infinitas menos posibilidades de partida, se han convertido en focos de irradiación cultural, merced a gestores adecuados y políticas valientes, de los que tan huérfanos estamos en esta ciudad.

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