Andalucía, ¿de izquierdas o de derechas?

Prácticamente han pasado 50 años desde la reinstauración de la democracia. En este periodo de tiempo, España en general, pero muy especialmente Andalucía, ha experimentado una enorme transformación social, política y económica, que en general, aunque no en todas las facetas, ha sido muy positiva para la calidad de vida y de sociedad. Aquella sociedad más cerrada, predominantemente rural, con fuertes poderes fácticos y con grandes problemas de desigualdad, desestructuración de la sociedad civil y enorme complejo de inferioridad regional, ha ido evolucionando a la actual sociedad más abierta, plenamente urbana (más del 80% de la población vive en ciudades o en áreas metropolitanas), en una economía competitiva e interconectada con la economía global, con problemas sociales típicos de las sociedades avanzadas (inmigración, integración juvenil, viabilidad del Estado del bienestar,…) y con un importante grado de orgullo de ser andaluces.

Desde las primeras elecciones democráticas que se celebraron (15 de junio de 1977) hasta estas últimas celebradas el pasado 19 de junio, también se ha producido una evolución en las preferencias de los ciudadanos andaluces.

Aquellas primeras elecciones de los años 70 y 80 estaban muy marcadas por las circunstancias familiares vividas durante la Dictadura y los recuerdos de la Guerra “incivil”. Estos elementos han desaparecido para la casi totalidad de la población (desgraciadamente, cada vez quedan menos personas vivas que sufrieran las tropelías de esos periodos). Además, en el subconsciente colectivo mayoritario de la población andaluza, la modernidad y la buena gestión de la “cosa pública” en beneficio de la mayoría y no de solo unos pocos, estaba identificada con la izquierda. Estos elementos, además del enorme error político de la derecha andaluza de negar la propia existencia de Andalucía (28-F), hábilmente manejado por el PSOE-A para venderse como el “Gran Partido Andaluz”, facilitaron las sucesivas victorias electorales de la izquierda.

No obstante, la evolución económica, cultural y social experimentada ha permitido romper estas ataduras constrictivas de la voluntad popular.

Pienso que en la actualidad el voto es el producto de la conjunción de varios factores: la posición ideológica de la persona (izquierda, centro, derecha), los diferentes proyectos políticos que encarnan esa posición ideológica, dentro de esas opciones cual es la que mejor puede ejecutar el modelo socio-político preferido, y finalmente, los intereses personales de cada uno.

Entrando en un análisis rápido de lo ocurrido en las elecciones del 19-J, se puede alcanzar algunas certezas.

La gran mayoría de la población quiere vivir en una sociedad moderna y justa, con buenos servicios sociales, sin estridencias ni imposiciones de los populismos de izquierdas o derechas, pacífica, tranquila,… en pocas palabras: vivir la vida. Y lo que quiere la gran mayoría de la población es un buen gestor para conseguir esos objetivos. Como dice el aserto chino: gato blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones.

En este sentido, el gobierno andaluz saliente ha realizado una gestión positiva en esta línea, muy alejado del modelo “Ayuso”, o de la acción del actual Gobierno de España. A esto además se une, la asunción por parte del PP de la conciencia andaluza y la defensa de los legítimos intereses andaluces en el seno de España y Europa.

Frente a ello, las restantes opciones políticas han cometido enormes errores, prácticamente le han dejado el camino expedito al actual ganador de las elecciones, al cual le ha bastado con ponerse de perfil para no cometer errores.

Por un lado, la campaña del PSOE ha sido desastrosa y de un desconocimiento de la realidad andaluza completa: creen que el alcalde de Sevilla es una persona reconocida e importante en toda la comunidad (típico vicio del centralismo sevillano), se ha dedicado más a defender la acción del gobierno central que a hacer propuestas (el candidato socialista parecía más un delegado “comercial” de Pedro Sánchez) cuando estábamos hablando del futuro de Andalucía, el desembarco de ministros y del presidente del gobierno quienes tienen una valoración muy negativa entre la población andaluza (trato discriminatorio hacia Andalucía, frente a su gran dadivosidad para Cataluña o el País Vasco; condescendencia con los independentistas catalanes y vascos, estos últimos con las manos manchadas de sangre de muchos andaluces; sin olvidarnos de la nefasta acción política del actual Gobierno de España más preocupado en imponer políticas sectarias populistas que en solucionar los problemas reales de la población), centrar su campaña en la posible presencia de VOX en el gobierno andaluz, pero sin facilitar una posible investidura del señor Moreno Bonilla que impidiera que dicho partido estuviera presente en el gobierno. A todo esto, se le une la acción boicoteadora interna del laminado sector “susanista”.

Ya de nota de matrícula de honor del desconocimiento de la realidad andaluza, es cuando el PSOE habla de corrupción, sin darse cuenta que la mayoría de la población andaluza identifica esta lacra con los casi 40 años de gobiernos socialistas en la Junta de Andalucía y en el conjunto de instituciones públicas que han estado controlando en ese periodo.

Un caso similar de desconexión con la realidad le ha pasado a VOX. Empezando por la negación de la existencia de Andalucía como pueblo individualizado, sin propuestas de “color” andaluz, simplemente trasladando los temas de la política nacional sin adaptación alguna a la política regional o no siendo un problema real de los andaluces (por ejemplo, la caza o las torrijas), trayendo una candidata que nunca ha vivido en Andalucía ni conoce realmente la vida andaluza, despreciando de esta manera a los militantes andaluces del partido (como decía mi madre: “es que no tienen gente preparada aquí”), aparte de la chulería personal de la señora Olona (la prepotencia no es bienvenida en esta tierra).En pocas palabras, VOX ha pretendido utilizar las elecciones andaluzas como un instrumento en la lucha partidista nacional pero no como una propuesta de transformación de la comunidad.

El caso de las izquierdas a la izquierda del PSOE, también es de libro. Peleados entre sí los tres grupos principales PODEMOS, IZQUIERDA UNIDA Y ADELANTE ANDALUCIA, (los demás partidos que integraban las respectivas coaliciones son meras “comparsas”), a ver quien se imponía entre ellos, con odio mutuo y real entre sus dirigentes.

En el caso de POR ANDALUCIA (PODEMOS+IU) estaban más preocupados en la política en clave nacional (defensa de“sus”ministros en el Gobierno de España, sin propuestas claras para Andalucía más allá de las declaraciones genéricas, y pensando más como controlar la plataforma política impulsada por Yolanda Díaz que en construir un proyecto andaluz de izquierdas). Realmente, si no son capaces siquiera de presentar en tiempo y forma una candidatura electoral, ¿cómo van a ser capaces de gestionar el bien común?

Al menos ADELANTE ANDALUCIA representaba una opción pensada en Andalucía y por Andalucía, aunque desde unos posicionamientos demasiados escorados hacia la izquierda y el soberanismo. Que conste, que quien más me ha gustado de los participantes en los dos debates electorales ha sido la señora Teresa Rodríguez, a quien le reconozco coherencia y fuerza en sus planteamientos, aunque no entra dentro de mis opciones de voto.

Quien lo tenía más difícil de todos era CIUDADANOS (partido del que me di de baja hace prácticamente un año), pues tenía que vender su labor dentro del gobierno sin renunciar a su propia identidad. Así ha obtenido el resultado que ha tenido: los ciudadanos han preferido antes al original que al sucedáneo.

Un mito que ha caído, es la supuesta desmovilización del voto de izquierdas, como coartada del fracaso de esta. La participación ha subido dos puntos respecto a las elecciones del año 2018. Simplemente, mucha gente de ideología de izquierdas no se identifica con las políticas y propuestas de los partidos de izquierdas, solo preocupados en la aplicación de la Ideología de género. Quizás estos partidos tendrían que repensar su acción.

Como reza el dicho: “Así se las ponían a Felipe II”.

En conclusión a todo lo expuesto: el voto es libre, no pertenece a nadie, y aunque los andaluces somos de izquierdas o de derechas, Andalucía no es ni de la Izquierda ni de la Derecha, es simplemente de los andaluces.

Y que el PP no se equivoque, que dentro de cuatro años cada uno votará lo que estime más oportuno. Y las municipales es “partido nuevo”.

CATEGORÍAS

COMENTARIOS

Wordpress (0)
Disqus ( )