Así nos quieren

Sin interiorizar el gran drama nacional de las decenas de miles de muertos por coronavirus -la cifra real ya se acerca a los 50.000-, sin ver ataúdes ni dolor, aplaudiendo, riendo y cantando, así es como Sánchez e Iglesias nos quieren a la población española.

Sin poder manifestarnos, sin caceroladas, sin protestas, sin oposición, sólo centrados sanitariamente en si hay que llevar mascarillas y guantes o no. Hasta han cambiado la hora en la que anuncian con picos y curvas el número de fallecidos y contagiados, para que no se informe -con la censura ya incorporada y bien pagada- en los telediarios de al medio día, que son los que más se ven. Para que nos olvidemos de una vez de que la OMS pidió al mundo el 25 de febrero que se preparase para la pandemia, y de que este gobierno es el único responsable de la enorme cantidad de muertos en España, por alentar el 8-M y permitir todo tipo de concentraciones a sabiendas de que el coronavirus estaba ya aquí. Espero que sean las miles de querellas que a Sánchez y su gobierno les esperan las que definitivamente le quiten el sueño, ya que el salta cuarentenas Iglesias ha pasado de ser su pesadilla a ser su mejor almohadilla.

Nos quieren pensando en la fase 0, en la fase 1 o en la 2, en los metros que hay de distancia entre unas mesas y otras de las terrazas que empiezan a abrir, en los geles de las tiendas de ropa, en las playas y en las cuadrículas que nos esperan en la arena, para que nos olvidemos de los ERTES, de los ERES y de los millones de parados, y pensemos en el verano feliz de sol y cervecitas que nos espera, aunque sea en esta “nueva normalidad”.

Nos quieren también adoctrinados en que Ayuso es una malvada que se aloja en un aparta-hotel de lujo -faltaría más si se lo paga ella-, para que olvidemos de que Carmen Calvo disfruta en su ministerio de un piso privado de alto standing pagado por todos nosotros, o de que acudió a la Ruber en vez de a la sanidad pública para que la curaran del coronavirus, o de que Iglesias se ha comprado un casoplón por un valor declarado de 600.000 € cuando su valor catastral es de 800.000 €, o que se ha comprado un Porsche Cayenne diésel de 90.000 € y 340 CV.

Nos quieren pensando en que los abominables recortes en la sanidad que aplicaron Rajoy y Aguirre son los únicos culpables de la catástrofe de la pandemia, cuando aquéllos gobiernos lo que intentaron fue sacar al país del desastre económico que dejó Zapatero; y en la nefasta gestión de Ayuso en las residencias de ancianos, cuando ni Aguirre recortó en sanidad, ni las residencias de ancianos hasta ahora debían ser UCIS como ahora se pretende, sino sólo residencias.

Nos quieren además adoctrinados en que las caceroladas de las 8 de la tarde, son una maniobra de la extrema derecha, pija y fascista, que ataca farolas con palos de golf -cuando se comprobó que era falso- para desestabilizar a este pobre gobierno que se ha encontrado de sopetón con una crisis sanitaria que ni estaba ni se la esperaba, “sólo un par de casos”, para que nos olvidemos de la indignación real de muchos españoles, de distintas ideologías, que han dejado de aplaudir y han decidido manifestar su gran malestar contra este gobierno desnortado y opaco, porque no quieren seguir con sus libertades cercenadas, de circulación, de expresión, de manifestación, de reunión, en un estado de excepción encubierto, que Sánchez quiere prorrogar hasta el 5 de julio. Para que nos olvidemos también de que los cientos de personas que acudieron al entierro de Julio Anguita sí tenían bula sanchista para saltarse la distancia de seguridad, mientras que los manifestantes fachas de Núñez de Balboa son inmediatamente sancionados si no están andando continuamente y osan acercarse a más de 2 metros.

Nos quieren también anestesiados sobre el negro futuro económico que nos espera, lanzando cortinas de humo sobre impuestos confiscatorios, para que no pensemos en que ellos son los privilegiados, que no renuncian ni tan siquiera a las dietas que no consumen, y nosotros los pobres ciudadanos que pagaremos a base de sufrimiento y de nuestro dinero todos sus sueldos y los desmanes que ya han cometido y que les quedan por cometer. También para que nos olvidemos de que el indocumentado Garzón ha calificado al turismo español como “precario, estacional y con bajo valor añadido”, cuando en cualquier país cuyo gobierno tuviera dignidad, este señor habría sido ya cesado fulminantemente.

Nos quieren a todos igualados en la pobreza, con paguitas míseramente superiores al salario mínimo interprofesional, para que todos votemos a Iglesias y prefiramos no trabajar para ganar más, que trabajar para ganar menos, y así olvidemos la cultura del mérito y capacidad, del esfuerzo, del emprendimiento y de las oportunidades, o sea, que nos quieren sometidos a una dictadura comunista al más puro estilo cubano o bolivariano.

En nuestra mano está que no lo consigan. Hay quienes piensan que las manifestaciones de indignación de ciudadanos diversos son un balón de oxígeno para un gobierno roto y enfrentado, pero, mientras se guarde la distancia de seguridad, cualquier reivindicación de libertad de expresión y manifestación debe permitirse y no denostarse ¿O es que el rapero podemita de turno puede incitar a cargarse a guardias civiles o al rey y el resto de la ciudadanía no puede ni abrir la boca?

Fascistas, nazis, pijos, ricos, fabricantes de bulos, estas son las lindezas que nos esperan a cualquiera que no compartamos la gestión de la pandemia por este gobierno de ineptos e incapaces.

Y es que nos quieren calificados como fascistas para enfrentar más a una sociedad a la que han quebrado entre buenos y víctimas -todos los de izquierdas- y malos y verdugos -todos los de derechas-; entre republicanos demócratas y monárquicos fachas o franquistas; entre católicos retrógrados y LGTBI fóbicos y feministas progresistas. Gracias Sánchez e Iglesias por quebrar más aún esta sociedad de lo que lo hizo Zapatero, por enfrentarla sólo para conseguir rédito político, siempre con el fantasma de la guerra civil como telón de fondo, para seguir fabricando marionetas de voto seguro entre ciudadanos que ni tan siquiera vivieron dicha contienda.

Y es que estos dictadores despóticos y censores nos quieren amordazarnos en nuestros derechos y libertades, y en cualquier conato de oposición que puedan atisbar, para seguir manteniendo un poder quebrado que ya ven cómo se les escapa de las manos. Nos esperan tiempos más convulsos todavía de los que desgraciadamente ya estamos viviendo, en los que oponernos a lo que quieren hacer con nosotros va a ser tarea prioritaria, si es que queremos seguir viviendo en un país libre y democrático.

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