“Cada vez que dicen patria……”

Hubo un tiempo en que a un sector del llamado progresismo les dio por decir,” contra franco vivíamos mejor”. Querían decir por una parte, que contra franco la lucha tenía un componente romántico, en cierto sentido aventurero y líneas de actuación realmente claras.. Y por otra evidenciaba la comodidad intelectual de saber, con meridiana claridad lo justo de una lucha contra quien era el artífice de tanto dolor y muerte acaecido en España a partir del golpe de estado llevado a cabo en julio de 1936.
Todo estaba claro. La dictadura era la responsable de la falta de derechos y libertades de los españoles. Sabíamos donde estaba el enemigo sin problema para su identificación; salvo los riesgos contra la integridad física que corrían quienes se levantaban contra él. Cada vez que la dictadura, o sus protegidos los poderes económicos, sentían el aliento de los demócratas, soltaban a los perros para proteger los límites de la “finca” que para ellos era la patria. No había duda, ante cada paso al frente de las fuerzas progresistas y democráticas la dictadura salía al paso señalando, con muertos, presos y exiliados los límites de su “finca”. Ya en Barcelona, Granada, Vitoria o cualesquiera lugar de España, los muertos, los torturados, los detenidos venían a señalarnos quien era el enemigo. Así hasta 1975 donde el dictador, unos días antes de su muerte, volvió a dejar claro, con el fusilamiento de cinco jóvenes, quienes eran los suyos y que intereses de clase defendían.
La defensa del capitalismo más salvaje y depredador era su naturaleza y origen y la falta de libertades y la represión el marco necesario para la consecución de sus fines. En ese contexto de fiera lucha de clases- no olvidemos la matanza de los abogados de atocha- la izquierda y las fuerzas democráticas optaron por sacar el debate de la dialéctica dictadura o democracia y crear un marco de libertades en el que la defensa de los intereses de los trabajadores y de las clases se desarrollara con otra reglas de juego más favorables.
Nunca vivió nuestro país un periodo de más libertad, ni se consiguieron más derechos individuales y colectivos. El estado de bienestar se iba construyendo; nunca estuvo en el horizonte bien definida la igualdad, pero el espejismo social así nos lo hacía creer. Todo parecía sólido. Cada generación viviría mejor que la anterior. Viajábamos en un tren que nos permitía ver un paisaje homogéneo y sin aristas.
El debate y la reflexión en la izquierda lo hacíamos sobre temas menores, casi siempre referido a nuestras divisiones, nunca nos paramos a pensar que el sistema capitalista en el mundo como formación histórica comenzaba a mostrar sus debilidades; al tiempo que el sistema soviético se desmoronaba. Nunca valoramos suficientemente como afectaría a la izquierda y a sus formaciones la caída del muro de Berlín. Todo parecía sólido.
Nuestra sanidad universal y gratuita no era cuestionada, salvo para las clases que no la necesitaban; nuestra educación pública, aunque cada vez más socavada y debilitada por la privada y religiosa, no estaba en cuestión; nuestras pensiones eran sostenidas por un mercado laboral relativamente estable y de cierta calidad, si lo comparamos con el tsunami de precariedad que vino después.
Los problemas del mundo, las guerras regionales y sus secuelas de inmigración y sufrimiento nos eran ajenos; las crisis financieras y comerciales eran de otros; las luchas por las materias primas y por la ampliación de los mercados eran naturales como los fenómenos meteorológicos. Todo parecía sólido. Nunca pensamos o muy pocos lo hicieron, que el capitalismo ramplón y reaccionario, al sentirse amenazado por sus propias crisis, iba a necesitar soltar de nuevo a los perros para fijar los límites de su “finca” y señalar quienes eran los auténticos dueños. Lo hicieron en la metrópoli los EE.UU. con Donald Trump, en Argentina con Macri; en Brasil con Bolsonaro, en Europa con nuevas formaciones de carácter neofascista y en general con políticas de austeridad, que utilizan como palanca para conseguir sus fines, y que solo inciden en recortes de derechos de los más débiles.
“Es la economía estúpidos”, espeto Bill Clinton. Si no reformamos el capitalismo, el capitalismo neoliberal acabara con la humanidad señaló en su día Santiago Carrillo.
Cuando saltan las costuras del sistema, cuando se ponen en evidencia sus carencias, cuando más necesita la humanidad un enfoque humanista de la economía para la solución de los problemas que afectan a la gente, surgen propuestas políticas y económicas que nos retrotraen a la primera mitad del siglo XX.
En estos días conocemos en nuestro país una operación de espionaje policial al más puro estilo fascista o estalinista que podemos calificar como el intento de condicionar la formación de un gobierno democrático y progresista en España. Si el golpe de estado se define por la modificación de la voluntad popular por medios ilegítimos, estamos ante una intentona golpista.
Lucha encarnizada entre banqueros, presencia de fondos de inversión, presiones al gobierno y sus ministros, espionaje de partidos políticos adversarios con elaboración de noticias falsas sobre ellos, cartel de empresas para la adjudicación, a los amigos, de obra pública, periodistas comprados para ser la voz de su amo y caja de resonancia etc… todo ello comandado por un grupo de policías que se califican a si mismos como patriotas. Goebels ha venido y trae a su hijo Steve Bannon. Cada vez que dicen patria…
La débil y simple posibilidad de un gobierno de izquierda PSOE-PODEMOS, que hable en serio de justicia fiscal, de reparto justo de riqueza, estimula el sentir “patriótico” de quienes nos roban, evaden capitales, recortan nuestros derechos y no dudan en socavar los cimientos de nuestra democracia. ¿Quiénes son ¿ A quién obedecen? ¿Quién da las ordenes¿ ¿Hasta dónde son capaces de llegar para defender su “ patria”. Son los mismos que sin presentarse a elecciones dan ordenes de que hacer en España, en Oriente medio, en Centro América, en Venezuela y en cualquier lugar que haya riqueza y se atrevan a cuestionar su poder.
Leyes del mercado dicen, fondos buitre dicen, fondo monetario, banco mundial, compañías internacionales o cualesquiera de los eufemismos con los que suelen calificar sus intereses. Los mismos que pretenden evitar por todos los medios un reparto de riqueza en el mundo, los mismos que quieren evitar una reforma fiscal en España. Los mismos que quieren evitar hacer más sostenible nuestra sanidad, nuestra educación y por supuesto nuestras pensiones. Ninguno de estos servicios ellos los necesitan, no les hace falta. Pero nosotros sí, los trabajadores sí, los sectores populares sí.
Marx citando y corrigiendo a Hegel señala en el 18 brumario de Luis Bonaparte que la historia parece que se repite: una vez como tragedia y otra como farsa. Quizá la izquierda debería aprender, los trabajadores deberían aprender, las fuerzas de la cultura deberían aprender, las clases populares deberían aprender y no repetir errores.
Estas razones por si solas deberían ser la base de una movilización popular, esta vez si , patriótica , que inundase las urnas de votos para la izquierda… Esta será la mejor sentencia popular contra los delincuentes.
No hay más patria que las personas, mas patria que la solidaridad.
“Todos somos una patria, patria es humanidad” decía José Martí.

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