Ciegos y sonámbulos

Ciegos y sonámbulos

Una larga tradición une la ceguera con la inteligencia y el coraje. En la tragedia griega, ciego era Tiresias, el enviado del dios Apolo, y, ni eran mentiras lo que salía de su boca, ni le faltaba valor para echárselas a cualquiera en la cara. Aunque Tiresias jugaba con ventaja porque, con ceguera o sin ella, ser el embajador de un dios es como ser un ciclista muy dopado: se gana con trampas. La ceguera más conmovedora fue la del rey Edipo. Edipo era un rey admirado por su pueblo y también un gobernante democrático. Durante toda la obra insiste en investigar la muerte del anterior soberano y de hacerlo públicamente. Varias veces le advierten de que no siga, pero a Edipo le irritan los tejemanejes a espaldas de su pueblo. Al final, Edipo se descubre la presa de su investigación pública: él había matado sin saberlo al rey anterior, él era el asesino. Lejos de ocultar la verdad, y hasta el final pudo hacerlo, Edipo la promovió hasta el final. Cuando se descubrió que era él el asesino que se buscaba, se vació los ojos. Sin duda, no se sabe en qué momento Edipo fue más extraordinario, si cuando reinaba en Tebas amado por su pueblo o cuando, coherente consigo mismo, abandonó el poder y volvió a los caminos. Para que quede claro el asunto de la ceguera, aclaro algo. Una vez ciego y sin poder, cogido del brazo de su hija Antígona, Edipo no pierde lucidez alguna, sino que le pone los puntos sobre las íes a todo el que se encuentra.

La candidatura encabezada por Antonio Cambril ha propuesto unos romances de ciego. Para empezar, evitan que la propaganda electoral nos aburra soberanamente. Los romances han sido dibujados por Enrique Bonet, Enrique López y Rosa Olea. Los representan Rosa Alonso, Lilian Bermejo, Miguel Carrascosa, Isabel Humbert, Mary Carmen López y Miguel Pereira. El hacedor del texto es Javier Rodríguez Alcázar, filósofo y escritor. Los romances espolean no a una ciudad ciega, sino sonámbula. Porque, como la del ciego, la figura del sonámbulo tiene también ralea filosófica. El sonámbulo, aseguraba Spinoza, es aquel que actúa automáticamente, aunque con sus ojos bien abiertos. Nos lo explican los ciegos y las ciegas del romance: sonámbula es una ciudad que sufre su contaminación pero es incapaz de contener sus causas, con enormes recursos y con una desigualdad lacerante, que se queja de sus políticos pero los perpetúa en el poder, que da buena parte de sus votos a mitómanos del Imperio mientras se enorgullece de ser encuentro de culturas. El ciego ve más que el sonámbulo porque está despierto y conoce sus carencias. El sonámbulo se ufana de que ve pero parece guiado por demonios absurdos, aquellos que le llevan al precipicio.

El ejemplo más disparatado de sonambulismo es un ayuntamiento al borde de la quiebra. En uno de sus actos electorales, el dedicado a cultura, Antonio Cambril nos arrojó un jarro de agua fría: el mejor aliado de la cultura se llama Carlos Sánchez Mato. Este economista ha realizado un plan radical de reducción y racionalización del gasto, que ya tuvo éxito en Madrid, y que Cambril desea aplicar en Granada. Evidentemente, la cosa es inquietante y Cambril no ayudó a que la sala entrara en efervescencia. De ser un estratega ladino, hubiese actuando pensando que eso no se dice públicamente y menos al final de un acto merecidamente emotivo. En ese momento, Cambril se puso a gran altura.

Cambril tendrá muchos defectos, alguno que yo percibo, y todos aquellos que señalan sus detractores, porque Granada es una ciudad donde tendría detractores el mismísimo Edipo en la cúspide de su gloria. En esa intervención, sin embargo, hizo de ciego corajudo. Durante la investigación del asesinato, a Edipo le sugieren que esta se haga a espaldas del pueblo, a lo que él se niega con rabia. Él era un gobernante que cumplía las reglas. Los tejemanejes y las medias verdades son para quienes se ocultan la realidad, para quienes desean mentirse y andar como sonámbulos. Respecto a la contaminación, la desigualdad, las castas políticas y el nacionalismo melancólico solo cabe enfrentarse con claridad, aunque se arrostren problemas. Todo lo demás es seguir caminando dormido con los ojos abiertos. Espero que Cambril y su candidatura saquen muchos votos y que los empleen en ser fieles hasta el final a las verdades de sus romanceros ciegos. Explicando sus consecuencias delante de todo el mundo y sin concesiones a la mentira. Como enseñaba Edipo.

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