Cosas de la luna

Leo el poema ‘No niño novo do vento’ de Álvaro Cunqueiro, en ‘Cantiga nova que se chama Riveira’ (‘Cantiga nueva que se llama Rivera’), de 1933, que es una tradicional «cantiga de amigo» gallego-portuguesa:

«No niño novo do vento / hai unha pomba dourada, / meu amigo! / Quén poidera namorala! // Canta ao luar e ao mencer / en frauta de verde olivo. / Quén poidera namorala, / meu amigo! // Ten áers de frol recente, / cousas de recén casada, / meu amigo! / Quén poidera namorala! // Tamén ten sombra de sombra / e andar primeiro de río. / Quén poidera namorala, / meu amigo! ///»; que traducido quedaría así: «En el nido nuevo del viento / hay una paloma de oro, / ¡mi amigo! / ¡Quién pudiera enamorarla! // Canta a la luz de la luna y al alba / en flauta de verde olivo. / Quién pudiera enamorarla, / mi amigo! // Tiene aires de flor reciente, / cosas de recién casada, / ¡mi amigo! / ¡Quién pudiera enamorarla! // También tiene sombra de sombra / y andar primero de río. / ¡Quién pudiera enamorarla, / mi amigo! /// La palabra Luar, que transcribo como «luz de luna», el mismo Cunqueiro, a pie de página, anota: «Es una palabra de complicada traducción. Equivale a una serie de efectos ambientales que produce la luz clara de la luna».

Ya en Castelao podíamos leer: «o luar vai entrando», que interpretamos como «entrar en el claro de la luna».

(Llegados a este punto no puedo más que acordarme de la canción ‘Luz de luna’ del autor mexicano Álvaro Carrillo, cantada como nadie por Chavela Vargas y adaptada para el flamenco por El Cabrero.)

Borges, en el cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, de ‘El jardín de senderos que se bifurcan’ (1941), propone los verbos «lunecer» o «lunar», que traduce como «salir la luna». Verbos bellísimos que, sin embargo, el Diccionario de la Real Academia no contempla, aunque sí «lunear», empleado en México, con el significado de «ir de caza, de pesca o de paseo cuando hay luna».

Corominas, en el ‘Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico’, se acerca al concepto gallego portugués y deriva de esta misma raíz las palabras «lunación» y «lunado», o sea, «claro de luna» y «luz de la luna» respectivamente. De igual manera comenta más adelante las palabras «lunario» y «lunático», y explica: «Así llamado porque su dolencia se atribuye a un mal influjo de la luna»; padecimiento al que Nebrija llamó «alunado».

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