De la nueva normalidad a la vieja anormalidad: en respuesta al Sr. Imbroda

Si alguien pensaba que la Consejería de Educación podía plantear alguna propuesta sensata para afrontar el inicio del próximo curso escolar en condiciones de seguridad, y garantizando, siquiera mínimamente, una educación pública de calidad, se equivocaba.

Las lamentables manifestaciones del Sr. Imbroda que leímos ayer en prensa manifiestan, de nuevo, su falta de competencia para el cargo que ocupa y su desprecio por la comunidad educativa andaluza. Todo parece confirmar que el próximo curso se está planificando como si nada hubiera pasado, como si esta pandemia que estamos viviendo fuera una pesadilla de la que en septiembre, gracias a su brillante plan de refuerzo estival, nos despertaremos como si nada hubiera pasado: habrá «una vuelta presencial a las aulas en septiembre con normalidad con todas las medidas de seguridad y protección…”.

¿A qué normalidad se refiere el Sr Imbroda? ¿A la de centros educativos con plantillas de limpieza reducidas a la mínima expresión tras años de recortes criminales? ¿A la de miles de aulas que, pese a la ratio media que tanto nos vende, acumulan hasta 39, 33 o 28 estudiantes por aula, dependiendo del nivel educativo? ¿A la del retraso sistemático en la cobertura de bajas y ausencias del profesorado? ¿A la de centros con problemas de infraestructuras e instalaciones deterioradas? Porque esa es la “normalidad” de muchos centros andaluces, que nuestro Sindicato lleva años denunciando.

El consejero Imbroda considera «inviable» reducir la ratio en las aulas de los centros escolares andaluces el próximo curso. Puede que matemáticamente lo parezca, pero podría empezar por investigar qué uso se ha dado a las miles de aulas cerradas en Infantil y Primaria por la supresión unidades escolares en centros públicos: 1.488 unidades de Educación Infantil suprimidas desde 2011 y 888 unidades de Educación Primaria suprimidas desde 2015. Ahí tiene el espacio para empezar a planificar desdobles en muchos centros, y un colectivo de docentes interinos de Infantil y Primaria excelentemente formado y ávido de dar clase.

Más vueltas tendría que darle, lo reconocemos, para encontrar aulas cerradas de ESO, pero en muchos centros cabría jugar con las 387 unidades de Bachillerato suprimidas desde 2016. Y luego están los servicios de Inspección, que bien conocedores de la realidad de sus centros de referencia podrían aportar ideas para reacondicionar otros espacios, al menos provisionalmente, y facilitar más desdobles.

En conclusión, si hubiera voluntad política por parte de la Consejería para aportar soluciones y mejoras, podría plantearse un inicio de curso que, si bien no contará con un desdoble de todas las unidades escolares andaluzas, al menos planteara soluciones para salir al paso de las situaciones más acuciantes, pero lo fácil es negar la mayor y apostar porque en septiembre todo podrá volver a la “vieja anormalidad” que ya conocemos. Saldremos de la pesadilla, tal vez, para volver a un mal sueño.

Y mientras tanto, algunos centros privados que el Sr Imbroda conoce bien ya empiezan a publicitar que contarán con un máximo de 15 estudiantes por tutoría. Es lo que tiene meter al zorro en el corral de las gallinas.

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