El asedio de los Agustinos

• «Conocemos casi todos los sucedidos del legendario Far West, que el séptimo arte se encargado de mitificar. Sin embargo, ignoramos historias ciertas como la de la captura y muerte de la partida del Sierra acaecida aquí en Granada. A últimas horas de la noche del día 5 de abril de 1881, los cuerpos de todos los forajidos llegaron al cementerio de Guadix, donde fueron enterrados.».

A mitad de camino entre Quéntar y La Peza, poco antes del puerto de los Blancares, se encuentra el desvío que lleva a Tocón; Apacible pedanía que es paso obligado hacia Paules y la cortijada de los Agustinos, perteneciente al término municipal de Güéjar Sierra, un enclave estratégico para el control de la comarca. La calma del sitio no permite imaginar cómo en él tendría lugar el asedio de una partida de bandoleros, entre el 2 y el 5 de abril de 1881, que sería conocido durante décadas como “la tragedia de Guadix”.
Varios malhechores que por distintas causas se hallaban en la cárcel de tal ciudad se conjuraron para huir. Capitaneados por el Sierra, un malhechor de tal fiereza que según cuentan se arrancó la mitad del dedo meñique de un mordisco cuando declaraba ante el juez tras haber cometido una de sus muchas fechorías, y el Olivencia, que pagaba con presidio las gravísimas lesiones que había infligido a un ciudadano en una reyerta, se dedicaron a delinquir y sembrar el terror en toda la extensa región de Almería y Granada, entre Dalías y Guadix.
Desde su fuga en octubre de 1880 hasta el fin del suceso en los Agustinos, no hubo un día en que estos cuatreros no cometieran un crimen. Robaron, extorsionaron y asaltaron tanto como quisieron por la comarca: en Fonelas, en Hernán Valle, en la fábrica de Fuente Cardela (propiedad del marqués de Loring), en Gorafe, en Benalúa o en el mismísimo Guadix, así como en otras muchas localidades y parajes, donde no temblaron al raptar, asesinar, herir y mutilar a cuantos ciudadanos se les antojó, incluidos el cura-párroco de Lugros y varios guardias civiles.
Tras cometer un nuevo crimen en Purullena fueron localizados poco después en la solitaria cortijada de los Agustinos. El popular capitán Tafalla, de la Benemérita, del que hablaré en otra curiosa anécdota que traeré a esta sección, no cejó en la persecución de tan violenta como sanguinaria partida de bandoleros. Se planeó su captura de modo que no escaparan nuevamente, como había venido sucediendo en los últimos meses, a la acción de la ley y la justicia.
El día 2 de abril, plomizo y lluvioso, los malhechores fueron cercados y comenzó el enfrentamiento a tiros y bombas. Dos días después, cuando todo quedó en calma, registradas las ruinas del cortijo se hallaron entre los escombros los cadáveres del Sierra y del Olivencia, que antes de sucumbir bajo las llamas, se habían suicidado con las dos últimas balas de que disponían. La escena mostraba a sus cadáveres formando un ángulo en el que los pies se unían en el vértice y en donde el fusil Remington y la pistola Star se hallaban desafiantes junto a cada uno de ellos. Quizá la historia de los Agustinos traspasara el océano para inspirar 88 años después “Dos hombres y un destino”, de George Roy Hill.
Conocemos casi todos los sucedidos del legendario Far West, que el séptimo arte se encargado de mitificar. Sin embargo, ignoramos historias ciertas como la de la captura y muerte de la partida del Sierra acaecida aquí en Granada. A últimas horas de la noche del día 5 de abril de 1881, los cuerpos de todos los forajidos llegaron al cementerio de Guadix, donde fueron enterrados.

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