El atraco al pub El Templo (2002)

Salieron para robar y acabaron matando al dueño de un pub; al propietario de un bar de copas situado en Armilla. La banda criminal, porque eso era el grupo conformado por los cuatro jóvenes que perpetraron el delito, tres con mayoría de edad criminal, A. M. M. de 20 años, A. M. H, de 19, y A. M. C., de 18; y un menor, al que durante todo el proceso se preservó su identidad por su condición, que tenía solo 17. Todos habían nacido en Granada. El crimen que a continuación sigue es relevante no por su resultado sangriento, que también, sino por las características de sus autores y por las circunstancias en que se produjo. Un atraco al más puro estilo filmográfico.

Armas y disfraces

Dijeron que solo pretendían cometer actos contra la propiedad, pero lo cierto es que desde un principio todos los integrantes de la banda aceptaron cualquier resultado derivado de su acción. Al menos uno de ellos, el menor, que resultaría ser el más violento y el autor material del homicidio. Un individuo de gran arrojo y decisión como veremos, clave en la preparación del crimen.

En efecto, la noche del diecinueve de septiembre de 2002 los cuatro jóvenes se juntaron en la casa del menor de ellos y acordaron salir a robar. Se pertrecharon debidamente. Confeccionaron con distintas prendas de vestir sendas capuchas que se colocarían más tarde en la cabeza para evitar que pudieran ser identificados. También se proveyeron de guantes para no dejar huellas y decidieron usar ropa discreta para pasar lo más inadvertidos posible. Después tomaron distintos instrumentos y armas con las que llevar a cabo el robo que tenían pensado. Se sirvieron de una pistola de balas de fogueo, marca Valtro, modelo Combat, de calibre 9 milímetros; otra que originariamente era de igual cualidad, marca Tanfoglio, sobre la que se había impreso la denominación Star para asemejarla a las de esa conocida marca, que había sido transformada, de modo que pudiera disparar balas de 6’35 milímetros. Ambas estaban en buen estado de conservación y funcionamiento y los cuatro conocían que tenían capacidad de disparo, en especial, la modificada. Las guardaba el menor en su domicilio, de donde antes de marchar tomaron un cuchillo de gran tamaño, de una longitud aproximada de 20 centímetros.

Robar en un chalet

“El Templo” no era su objetivo inicial. Lo improvisaron; lo decidieron sobre la marcha después de comprobar que no podían robar en el chalet de Alhendín, al que se habían dirigido aquella noche del jueves 19 de septiembre de 2002 para apropiarse del dinero que suponían que su propietario guardaba, al percatarse de que había personas en el interior. Sin embargo, este contratiempo no les hizo desistir de su propósito criminal. Persistieron en su intención de dar un golpe, por lo que después de deambular en el vehículo BMW de que disponían y que habían sustraído algunos meses antes, recalaron en la localidad de Armilla en las proximidades del pub de Fernández, de David Fernández, que regentaba con un socio y que era conocido como el Templo. Tras detener el coche alrededor de las 3 horas y 50 minutos de la madrugada del día 20, uno de ellos, A.M.C., bajó del vehículo para inspeccionar el interior del pub a través de una ventana que daba a la calle, comunicándole seguidamente a los demás que había poca gente.

¡Esto es un atraco…!

Acto seguido los tres restantes, A.M.M., A.M.H y el menor, se bajaron del vehículo y colocándose las capuchas y guantes, se repartieron las dos pistolas y el cuchillo y tal y como habían acordado irrumpieron en tropel en el interior del establecimiento diciendo en voz alta: «¡esto es un atraco, hijos de puta, el dinero!». Rápidamente se esparcieron por el local, aproximándose A.M.M. al mostrador exhibiendo de modo ostensible el cuchillo, exigiendo la recaudación de la caja, mientras A.M.H. y el menor disparaban, yendo a impactar el proyectil de la pistola modificada que portaba éste, en una zona dura, rebotando. En esos momentos precisos, David, el propietario del negocio, se dirigió hacia A.M.H. al que asió con sus brazos con intención de impedir su acción. Para reducirlo y para auxiliar a su compinche ase acercó a ambos el menor realizando con su pistola dos disparos casi a quemarropa a David Fernández que le impactaron, el primero, realizado a pocos metros, en la parte delantera del tórax, a la altura del tercero y cuarto espacios intercostales izquierdo, y el otro, el segundo, en la espalda, por la región trapezoidal izquierda, siendo efectuado a pocos centímetros. Ambos proyectiles provocaron un shock hipovolémico, que ocasionó su muerte en breves momentos.

Resistencia y huida

Acto seguido de los disparos el menor, A.M.M. y A.M.C. abandonaron el establecimiento, mientras que A.M.H. era retenido por la víctima, David Fernández, con sus últimas fuerzas, ayudado por otras personas que había en el pub. Instantes después, al comprobar el menor que aquél no salía, entró de nuevo en el local exigiendo con la amenaza de la pistola a aquellos que lo retenían, que lo soltaran, lo cual hicieron por temor a recibir un disparo. Después ambos asaltantes salieron precipitadamente del local y junto a los otros dos compinches que ya los aguardaban junto al vehículo, subieron al mismo y se alejaron del lugar. La pistola de fogueo que portaba A.M.H. se quedó en el local al caérsele cuando fue retenido. Resultaría decisiva para el posterior descubrimiento de los asaltantes —de la otra se desharían los atracadores y sería hallada posteriormente en el curso de la investigación policial—. En el interior del pub El Templo quedaría tirado sin vida el cuerpo de la víctima, David Fernández, de 29 años de edad. Estaba casado y dejaba dos hijos menores.

Pesquisas y detención

Las evidencias abandonadas por los atracadores en el pub, la pistola de fogueo, varios casquillos de bala y alguna de las capuchas con las que se ocultaron, sirvieron a la Policía para dirigir la investigación, que casi de inmediato se dirigió a la búsqueda de una banda criminal organizada que se dedicaba a robar en el área metropolitana de Granada.

El 1 de octubre las pesquisas policiales dieron resultado y los 5 integrantes de la banda —al día siguiente del atraco se unió otro miembro que no había participado en el atraco— eran detenidos. Primero 4 y al día siguiente otro que se entregó voluntariamente.

Los asaltantes confesaron que el móvil del delito cometido en el pub El Templo fue el robo y que el homicidio fue el resultado del forcejeo mantenido por el propietario con A.M.H. al que había tratado de reducir cuando disparaba con la pistola de fogueo, pensando que todas las armas que portaban eran iguales.

El menor se inculpó inmediatamente y dijo ser él el autor de los disparos que acabaron con la vida del dueño del bar. La Policía halló en su casa la falsa pistola Star de los 6,35 milímetros con la que cometió el crimen la madrugada del 20 de septiembre de 2002.

La condena

En medio de una gran expectación el día 12 de marzo de 2004 dio comienzo la celebración del juicio oral por el crimen del pub El Templo. Los tres acusados, A.M.M., A.M.H. y A.M.C. estaban asistidos por tres de los mejores penalistas del foro granadino, Rafael Álvarez Guarnido, Fabio Barcelona y Francisca de la Torre Díaz, que interesaron la condena de sus representados por el delito de robo con violencia del 242,1º, en grado de tentativa, con la agravante 2ª del art. 22 al haber perpetrado el hecho valiéndose de disfraz y pena de un año y ocho meses de prisión, así como la absolución por los otros delitos, homicidio, asesinato y tenencia ilícita de armas, que interesaron el Ministerio Público y la acusación particular que fue dirigida por otro insigne penalista, Jesús Huertas Morales.

La Sala acogió la tesis del Ministerio Fiscal y condenó a los tres acusados a penas privativas de libertad que sumaban más de 16 años y medio para cada uno por los delitos de robo con intimidación en grado de tentativa y de homicidio consumado, accesorias, costas, y a indemnizar a los perjudicados.
Por su parte el menor —nacido el 20 de diciembre de 1984 y que tenía 17 años en el momento de la comisión del delito—, el autor materia de los disparos, fue enjuiciado un año antes siéndole impuesta por sentencia de 18 de febrero de 2003, entre otras medidas de seguridad y corrección, el internamiento en 8 años en un centro cerrado y a otros 3 más de libertad vigilada.

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