El ¿AVE? de «Graná

El AVE que hace dos años y medio llegó a la estación de andaluces, es un poco como ese tío de ”Graná” al que se refiere el refrán y que según la copla “ni es tío, ni es ná”. Creo que ya es hora de rebajar las expectativas ante la llegada del tan deseado tren, porque lo cierto es que, aunque parece un AVE, cuesta lo que un AVE y se llama como un AVE, está muy lejos de ser un AVE.

Quien busque en la página de ADIF podría convenir que por fin la alta velocidad, se da cita con una ciudad con cuatro millones de visitantes al año y que, aunque parezca mentira, ha llegado a pasar aislada cuatro años por ferrocarril con casi toda España, a excepción de Almería. No es así. Y no lo es porque lo que ha llegado a Granada no es alta velocidad, sino la consecuencia de la indolencia, el conformismo y el escasísimo peso que Granada y su clase dirigente, tienen en el conjunto de la política y la economía de nuestro país.

De los polvos de «que llegue el AVE que sea y como sea» que la gran parte de nuestros dirigentes políticos y económicos esgrimían hace 22 años, nos llegan ahora los lodos de una estafa en toda regla en forma de alta velocidad.

Veinte años después de que el entonces todopoderoso vicepresidente del Gobierno y ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, presentara el Plan de Infraestructura 2000-2007, en el que se incluía la llegada del AVE a Granada, lo que nuestra ciudad consiguió en el verano de 2019, fueron dos décadas de obras interminables y cuatro años sin tren, para «adecuar» a la alta velocidad un tramo de apenas 126 kilómetros, entre Antequera y Granada que, por si no lo sabían, es la más lenta del país.

¿Se merece Granada un AVE que tras partir desde Antequera, acredita la “vertiginosa” velocidad máxima de 120 km/h, transitando en buena parte del recorrido a 60 Kms/h?, o incluso a 37 Kms/h? Rotundamente no.

¿Se merece Granada un trazado que la coloca más lejos de Madrid que lo que  están Sevilla o Málaga, aunque por carretera estemos 120 kilómetros más cerca? Obviamente no

¿Se merece Granada un AVE que transita por una sola vía, a través de túneles del siglo XIX, como si de un expreso a vapor se tratara? Indiscutiblemente no.

¿Se merece Granada la llegada de un AVE en superficie, que consagra  que las vías partan la ciudad por la Chana por los siglos de los siglos? Evidentemente no

¿Se merecen los granadinos pagar unas tarifas impresentables, en las que para llegar a Madrid,  se nos va a cobrar lo mismo que a malagueños o sevillanos, aunque estemos mucho más cerca? Claramente no.

¿Nos merecemos una estación, más propia de un apeadero de pueblo y unas frecuencias irrisorias que parecen una limosna, en lugar de la infraestructura que exige la importancia de esta ciudad? Por supuesto que no.

El tren que llega a Granada, no aguanta la más elemental comparación con los que transitan por la vecina Córdoba. Las dos ciudades están separadas de Madrid, por la misma distancia, alrededor de 400 kilómetros. Sin embargo la duración del trayecto del AVE entre la capital de España y la capital de la Mezquita, es de una hora y cuarenta y cinco minutos, mientras que para llegar a Granada necesitamos casi, el doble, o sea tres horas y cuarto y cerca de treinta euros más por trayecto.

Por seguir con la comparación, el AVE llega a Córdoba soterrado, lo que ha supuesto la mayor transformación urbana de la ciudad en el último siglo. Las vías de ferrocarril -al igual que en Granada-, se habían convertido desde hacía décadas, en una muralla que rompía la continuidad entre el norte y el sur de la ciudad.

El soterramiento de 2,5 kilómetros de vías fue el inicio de un proyecto que situó en el corazón de la ciudad, sobre un espacio de 423.000 metros cuadrados, viviendas, oficinas, lugares de ocio, o un amplio aparcamiento subterráneo que daba respuesta a los problemas que existían en esta zona de la capital cordobesa. Su ciudadanía, sus agentes sociales y los partidos políticos, fueron una piña en su lucha para conseguir aquel soterramiento, algo que lamentablemente en Granada no ha pasado y las consecuencias las pagaremos durante décadas.

Granada tiene el AVE que se merece. O sea una alta velocidad de atrezzo, escasa, lenta y cara, que sigue partiendo la ciudad en dos y además lamina otras aspiraciones ferroviarias de la provincia, como la conexión con levante o la natural con Jaén, que por mor del AVE menguante de Granada, se convierte en el agujero negro de la red española de ferrocarril.

En definitiva paisanos, que en esto del AVE, también “hemos hecho un pan como unas tortas”.

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