El cólera morbo de 1833 (II)

El cólera morbo de 1833 (II)

La situación sociopolítica española cuando el cólera de 1833 (II)

Además de la morbosidad y el dramatismo del brote de cólera se sumaron al agravamiento de la situación en España otros numerosos factores sociales, políticos y económicos que vinieron e intensificaron las consecuencias más dramáticas de la enfermedad.

Fernando VII murió el 29 de septiembre de 1833. Para ese momento llevaba un año inconsciente. En su último momento de consciencia su cuñada la infanta Luisa Carlota de Borbón-Dos Sicilias había logrado que emitiera un decreto de derogación de la Ley Sálica y de la Agnación Rigorosa.

Conocemos la escena de la infanta, hermana de la reina María Cristina, esposa del rey felón y madre de Isabel II, abofeteando al ministro Tadeo Calomarde cuando este trató de arrebatarle el decreto firmado por el monarca, sin lograrlo. El instante consagró la famosa máxima: “señora, manos blancas no ofenden”; “pero hacen daño”, respondió ella. Y vaya que hicieron daño. Nunca dos mujeres, María Cristina y Luisa Carlota, en mi opinión, hicieron más mal a España. Y no lo digo por su condición de féminas, no, sino por ser las desencadenantes de las terribles contiendas carlistas, porque el Decreto de derogación de la Ley que prohibía la sucesión en la mujer, fue publicado el 31 de diciembre de 1832, con sus terribles consecuencias.

Sea como fuera, dejando aparte esta otra trama de la historia, lo cierto es que a la muerte de Fernando VII, su hija Isabel fue declarada reina y que su tío, el infante Carlos, se negó a reconocerla como Princesa de Asturias, siendo desterrado a Portugal y allí, éste, se proclamó como Carlos V, rey de España, con el apoyo de los “apostólicos”, que pasaron a ser conocidos como los “carlistas”. Pues bien, nada más morir Fernando, comenzó la regencia de la reina madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y la Primera Guerra Carlista. Por tanto, brote y guerra civil, se aliaron en el tiempo para azotar España.

Cambios y personalidades

Destacados personajes y personalidades granadinas pasaron a ocupar puestos de relevancia en el primer gobierno cristino, como Javier de Burgos, de nefasto recuerdo para muchos granadinos, administrativista que se encargó de la Secretaría de Fomento, nada más y nada menos. O los hermanos Martínez de la Rosa, Francisco, que sería Primer Ministro hasta 1835, y Diego, que sería Director General de Pósitos, por citar algunos.

En el ámbito local también se produjeron notables cambios. Acaso el más relevante fue el de la sustitución del Duque de Gor, que hasta ese momento había sido Subdelegado de Fomento, y de Javier Abadía, que era Capitán General y que presidía la Junta Superior de Sanidad, que fue cesado el 7 de diciembre de 1833 para ser trasladado a Madrid y que había dirigido hasta ese momento con gran éxito la lucha preventiva contra el cólera declarado, y que sería sustituido por el Príncipe de Anglona, Pedro Alcántara Téllez Girón, de mal recuerdo posterior, por su actitud contra la pandemia.

Panorama en Granada

En Granada las consecuencias de la situación no eran menos dramáticas que en el resto de España. Según cuentan las crónicas del momento y se descubre en la Boletín Oficial de la Provincia de Granada, los días 4 y 5 de octubre, durante la noche, las campanas doblaron sin cesar y se decretó la imposición de los lutos rigurosos por seis meses, por orden del Corregidor según figura en las Actas del Cabildo de la Ciudad. Para ese momento el brote de cólera amenazaba severamente ya a Granada, donde se tenía noticia de su proximidad, en las provincias de Sevilla, Córdoba y en la localidad de Motril, a donde habría llegado por vía marítima, en septiembre, motivo por el que Granada capital, las poblaciones principales del reino, habían adoptado las medidas de contención especiales para tratar de impedir la expansión de la pandemia. Así figuran en distintos bandos de Salud Pública dictados, como los de 29 de agosto y el de 9 de septiembre de 1833, con los que la Junta Superior de Sanidad.

Larga experiencia

Granada tenía una dilatada experiencia en la lucha contra las epidemias. Por ello, aunque la Real Orden de 25 de septiembre de 1833 dispuso la creación de Juntas Territoriales de Sanidad en todo el territorio de España, en el reino de Granada realmente no era de aplicación, debido a que tales entes estaban ya creados desde antiguo y venían funcionando sin interrupción desde décadas atrás debido a que Granada era lugar de presencia continua de la fiebre amarilla (en 1804 Granada vivió el azote terrible de la epidemia de fiebre), cuya última alarma o andanada epidémica, se había producido apenas un lustro antes, en 1828, cuando Gibraltar tuvo que ser aislado y se impidió la entrada en el reino de Granada de cualquier persona que no estuviese debidamente acreditada, tanto en su procedencia, como en que no sufriese los males de la enfermedad.

Existen numerosos documentos relativos a los partes de control de la epidemia de fiebre en los años posteriores que no hacen sino acreditar el funcionamiento regular de la Junta Superior de Sanidad de Granada y de la Junta Municipal de Sanidad, ambas reorganizadas y en funcionamiento permanente desde 1812, según disposiciones de Jean Didiux Soult, el Gran Duque de Dalmacia, que por entonces era el general en jefe del ejército de ocupación francés y alto mandatario del gobierno josefino.

La Junta Superior de Granada

Las Juntas era elementos muy importantes para la contención de las epidemias. Tenían una labor decisiva, y en ella estaban presentes miembros representantes de los distintos “estamentos” o sectores sociales más representativos y adinerados, principalmente en la Junta Superior, porque la Junta Municipal era realmente más técnica y operativa. (CONTINUARÁ)

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