El periodista del cielo

No sé por qué Melchor Sainz-Pardo, ilustre director de Ideal, siempre me ha recordado a Richard Dreyfuss, que no sólo nadó entre tiburones, sino que también intentó contactar con seres de otros mundos. Será porque acierto a verles algún parecido físico, pero también por haber sido valiente y ejemplar en su brillante trayectoria periodística, en la que seguro que lidió con tiburones y “extraterrestres” más temibles que aquéllos con los de Steven Spielberg hizo batallar a Dreyfuss y con los que consiguió aterrorizar a muchas generaciones.

Melchor Sainz-Pardo también batalló, pero para conseguir algo bastante más serio que el entretenimiento cinematográfico, batalló por la noticia, por la información veraz, y supo atraer con sabia maestría la atención informativa de todas las generaciones, desde mayores a jóvenes, siempre ávidos por estar al tanto de los últimos acontecimientos locales y nacionales trasmitidas bajo su impecable dirección periodística.

No es de extrañar por ello que su barco navegara viento en popa durante los 33 años en los que fue su capitán, y que a él se debiera la importante transformación informativa y técnica que emprendió y que en un diario tan granadino como Ideal sólo podía acometer con éxito un granadino como él.

Pero mis recuerdos de Melchor también me reconducen a sus paseos con su perra Greta, a los que a menudo veía juntos por las cercanías de El Corte Inglés, siempre con su querido periódico bajo el brazo, y también al hospital, en donde nos encontramos casualmente en más de una ocasión y su sonrisa y buen ánimo conseguían hacerme gratos los momentos difíciles.

Hoy hace justo un año en que Melchor se fue, se nos fue a todos los granadinos, no sé si a alguno de los mundos de Spielberg, pero seguro que a un mundo mejor, en donde la información andará más por el trascendentalismo metafísico que por las mundanales cuestiones granadinas. En el recuerdo me quedo con el último día en que nos encontramos en el hospital, sonriente y, como siempre, con el Ideal en sus manos mientras que esperaba su turno médico.

Espero que hoy Melchor sigas sonriéndonos allende las nubes a quienes te recordamos con afecto y gran admiración, y que como periodista del cielo, escribas desde donde no hay espacio ni tiempo las mejores noticias para los granadinos, porque desde tu tierra siempre hemos visto en ti un gran ejemplo de maestría y aprendizaje, un ejemplo de trayectoria vital que añoramos con tristeza, pero que siempre recordaremos para aprender a ser, aunque sea sólo un poco, como tú, una gran persona y un gran profesional.

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