El sabor de la caléndula

Las flores de la caléndula —amarillas o del naranja intenso que da nombre a un color— poseen gran aroma y se emplean tradicionalmente como medicamento y también en la cocina. Existe una receta de ensalada de caléndula y capuchina (planta trepadora, de color rojo anaranjado y sabor algo picante) con mostaza, miel y limón. La primera vez que vi comer caléndulas con cierto placer fue en una película India titulada ‘La boda del monzón’ (2001), aunque para mí en aquel entonces formaba parte de las muchas humoradas de la historia bollywoodiense. El recinto donde se iba a celebrar la boda —recuerdo con nitidez— se llenaba de cientos de guirnaldas confeccionadas con estas flores, que son un motivo de veneración en todo el país asiático. El encargado de tal muestra decorativa las iba devorando, transido de amor, hasta el ‘the end’.

Algunos de los efectos medicinales de esta flor los dio a conocer J. J. Benítez en la cuarta entrega de ‘Caballo de Troya’ (1989), donde nos habla de que, además de ser un buen antiinflamatorio, la caléndula es muy apropiada para apaciguar golpes y contusiones. El escritor pamplonica aporta incluso su receta: «verter entre uno y dos log [de medio a un litro] de agua en un recipiente, a ser posible de metal. Machacar la caléndula y, una vez que el líquido empezase a hervir, arrojarla en la vasija». Ian McDonald, por su parte, en ‘Camino de desolación’ (2000) menciona un «ungüento de caléndulas para almorranas». Noah Gordon en ‘Chamán’ (1992) afirma que, en infusión, ayuda a mantener la laringe abierta y así aliviar la tos. Y Mary Stewart, en la saga de Merlín (1970-95), las emplea para combatir el dolor de muelas.

En Portugal, según Cunqueiro, era llamada ‘a herba da música’ (la hierba de la música), y que su venta fue prohibida por el Santo Oficio en 1662, pues «esta hierba, puesta en secreto en la cama de una dama, cuando esta se iba adormilando, comenzaba a sonar como guitarra que diese serenata, y se le entendía como el nombre de un galán entre las suaves notas, y la dama se enamoraba de éste».

«Un criado del conde de Povoa do Varzim —continúa don Álvaro— fue ajusticiado por haber usado de esa hierba para enamorar a una sobrina de su señor, e irse con ella a escondidas a un desván, en una quinta cercana a Porto».

«Todavía hoy —concluye el escritor gallego— los curanderos lusitanos dan a sus clientes que pretenden amores difíciles, o recobrar los perdidos, y que no deja vivir la ‘saudade’ que se tiene de ellos, unos polvos negros a los que llaman ‘caléndula moura das noites de amor’ (caléndula oscura de las noches de amor)».

La caléndula, también llamada maravilla, está en flor casi todo el año; su nombre científico proviene de las ‘calendas’, el nombre dado por los latinos al primer día del mes, por juzgarse similar la frecuencia de su floración.

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