El superávit

Mientras que llevaba a cabo el análisis comparativo de los últimos datos conocidos sobre el desempleo, registrados por el Servicio Público de Empleo Estatal, y las predicciones que hacíamos con el modelo estadístico que estamos empleando desde el inicio de la pandemia un grupo de investigadores de la Universidad de Granada y la Universidad Complutense de Madrid, leía una noticia que me ha producido cierta inquietud y desasosiego. Se trata del anuncio que ha hecho la Junta de Andalucía, del supuesto superávit en sus cuentas de 2020. Y digo supuesto, porque luego, cuando comienzan los ajustes, a veces estos sobrantes se convierten en pérdidas. Según denuncian los miembros de la oposición, contrasta este anuncio con el hecho de que aún no se hayan aportado en Andalucía las ayudas específicas que se prometieron para los sectores más afectados por las restricciones a consecuencia del COVID.

Sin entrar en detalles de ambas cuestiones, lo cierto es que en unos momentos de crisis como los actuales, es de manual básico de economía que la política presupuestaria ha de ser expansiva. Es decir, se debe incrementar el gasto público. Así lo han entendido la Unión Europea y los Organismos Económicos Internacionales. Esta es la causa de que se hayan aprobado unos paquetes de ayuda nunca vistos. Y también de que, por ejemplo, la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, pida de forma encarecida a los mandatarios de los distintos países que gasten e inviertan, aunque sea para “cerrar las zanjas abiertas por otros” (emulando lo que decía Keynes para sacar al mundo de la crisis de principio de siglo pasado).

He rescatado un viejo libro de teoría y política macroeconómica del Fondo de Cultura Económica, que contenía el curso dirigido en Princeton a estudiantes superiores de economía por el profesor Branson en 1967, y que usé en los primeros años de mis estudios de economía, para aprender bien el juego de las útiles curvas IS-LM en el análisis macroeconómico. Cuando analizaba los efectos de la política fiscal nos decía que la dimensión de los efectos de su multiplicador dependía de la pendiente de la curva LM en el punto inicial de equilibrio, es decir, del punto en el que se encontrara la economía. Así, un incremento del gasto público produciría un considerable incremento de la renta si la economía partía de un punto de elevado desempleo y bajas tasas de interés. Es lo que ocurre ahora. Pero si el incremento de este gasto tenía lugar en una economía con escasez, próxima al pleno empleo, produciría un débil efecto sobre la renta, con un alto incremento de los tipos de interés, que expulsarían una importante cantidad de demanda de inversión del mercado, de la misma magnitud que ese volumen de gasto público. O lo que es lo mismo. Si existen momentos en que el incremento del gasto público es productivo es en situaciones como la actual. Hay multitud de estudios econométricos de prestigiosos economistas, algunos Premios Nobel, que avalan estos postulados teóricos. De ahí mi extrañeza al leer esta noticia, anunciada por el Consejero de Economía de la Junta de Andalucía

Tras analizar las cifras del paro registrado a nivel nacional, lo primero que hemos hecho ha sido comparar las mismas con las predicciones que hacíamos en noviembre de 2020, sobre lo que ocurriría en enero de 2021. Lo que ha resultado es que la mayoría de las predicciones se han confirmado, pues los datos reales se encontraban dentro de los intervalos de confianza fijados por el modelo. En concreto, se observa que el paro se incrementa ligeramente en un 1,96% respecto al mes anterior, aunque es algo inferior a lo que ocurrió en el mismo mes del año anterior. En cifras absolutas, aunque el paro registrado sube en 76.216 personas en enero, es una subida pequeña, e inferior a la de los dos años anteriores. Esto nos lleva a un total de 3.964.353 personas en paro, un 21,8% más en términos interanuales. En cifras desestacionalizadas, la evolución es positiva y el paro registrado baja en 17.544 personas. Si se observa la serie, el grueso del aumento del paro se produjo al inicio de la pandemia, entre marzo y abril de 2020. A partir de dicho momento se ha contenido, tal y como se predecía en nuestros modelos. Por sectores, destaca la Construcción, que ha disminuido un -0.27 respecto al mes anterior, la Industria, que solo aumenta un 0,36; Agricultura, que lo hace en 1,80 y los Servicios que se incrementan en 2,28 puntos.

Si nos fijamos ahora en las cifras de afiliación media a la Seguridad Social, como indicador del empleo creado, vemos que el empleo cae en 219 mil personas, aunque es una caída inferior a la ocurrida en enero de 2020. Lo relevante es que ya se ha conseguido recuperar 2 de cada 3 empleos, pues se ha pasado de una pérdida de casi 800.000 afiliaciones en el mes de abril de 2020 a solo 335.000 en enero de 2021, en términos interanuales. Por tanto, compartimos la conclusión a la que se llega en el informe de coyuntura laboral de CCOO para enero de 2021, de que los registros son malos, pero menos malos que en años anteriores.

Un dato positivo es que se ha recurrido menos a los mecanismos de los ERTE en esta nueva fase de la pandemia, manteniéndose en esta situación sólo una de las cinco personas que lo estuvieron en abril de 2020, lo que ha supuesto pasar de 3,6 millones a 739 mil en la actualidad. Es decir, las medidas de choque y protección de los más desfavorecidos, del gobierno central, está facilitando una contención de la crisis económica importante. Esto, junto a las ayudas europeas y al desarrollo de unos Presupuestos Generales del Estado para 2021 de carácter claramente expansivos, facilitará, sin duda alguna, que la salida de la crisis económica, una vez que la pandemia se estabilice, sea más rápida de lo esperado.

De aquí, y volviendo al extraño anuncio de la Junta de Andalucía del principio del texto, se puede extraer una enseñanza. Si todos los gobiernos regionales y los partidos políticos del arco parlamentario se hubieran dedicado más a resolver los problemas del país, colaborando para ello con el gobierno central, quizás estaríamos aún mucho mejor, tanto a nivel económico, como a nivel sanitario.

Pero, esto ya no tiene remedio. Aunque, aún se está a tiempo de arrimar el hombro en los difíciles meses que aún nos quedan. A ver si el pueblo catalán, que tanto ejemplo de lucha y buen hacer han dado al mundo en la conquista de los derechos sociales y laborales de los trabajadores, nos dan una alegría el 14 de febrero y mandan a freír espárragos a los que sólo los han utilizado para sus propios intereses.

 

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