El triple asesinato de Alhendín

1990 fue un año pródigo en sucesos criminales. Especialmente en Granada donde quedarían para la memoria delictiva la perpetración de acontecimientos tan sangrientos como el “exorcismo del Albaicín” o el que a continuación se va a exponer, “el triple asesinato de Alhendín”. La España más profunda, esa carpetovetónica que hace de las disputas por la posesión de la tierra y los inmuebles una cuestión genética que se transmite de padres a hijos, afloraría con terrible crudeza a final del tórrido mes de agosto de aquel año.

Aún resonaba el eco de los disparos realizados en la tarde del domingo 26 de agosto en Puerto Hurraco, la aparentemente tranquila pedanía de la localidad de Benquerencia de la Serena, en Badajoz, cuando el frío acero de las navajas se cobraba varias víctimas más en el pueblo granadino de Alhendín. Si allí en Extremadura resultaron asesinadas 9 personas, aquí en Granada serían 3. Si allí los autores fueron dos hermanos, Emilio y Francisco Izquierdo de la familia de los “patas pelás” que actuaron alevosa y premeditadamente inducidos por sus hermanas asesinando a varios miembros de otra familia rival “los amadeos”, aquí el autor fue José Carlos Fajardo Gómez, de 22 años de edad, sobrino y primo de las víctimas. El asesino era miembro de una de las dos ramas de la misma estirpe de etnia gitana enfrentadas por razón de la futura herencia que causaría Feliciana Gómez, la abuela común. Una casa de ínfimo valor en la localidad de El Padul y 300.000 pesetas depositadas en una cartilla a nombre de ésta, una pobre anciana inválida y ciega, medio abandonada, que sobrevivía sus últimos días en el interior de la vivienda por la que se generaría la disputa.

Ambos crímenes, el de Puerto Hurraco y el de Alhendín, no guardan más relación entre sí que el momento temporal en que ocurrieron y la similitud de las causas que los provocaron. Sin embargo, cuando se conocieron los entresijos de ambos acontecimientos, un escalofrío colectivo se dejó sentir en España que volvió a visualizar, como en una tragedia lorquiana, el espectro terrorífico de un modelo de sociedad arcaica que muchos pensaban erradicada y muerta. Disputas, pasión, rencillas, venganzas, sentimientos cruzados, motivos venales y justicia de sangre se irguieron en menos de un día entre la comarca de la Serena y la Vega granadina.

La tarde del lunes 27 de agosto de 1990 se derramaría la sangre de tres víctimas en la calle del Santo Cristo de Alhendín. Entre las viviendas número 9 y 12 morirían acribilladas a navajazos dos de las víctimas de aquel triple asesinato, Carmen Gómez Gómez, de 41 años, y su hijo Francisco Gómez Gómez, de 18. La tercera, José Gómez Gómez de 42 años, el padre, caería mortalmente herido en el mismo lugar, pero fallecería dos días después, a las siete y media de la mañana del miércoles 29, en el Hospital Clínico de San Cecilio, a causa de las graves heridas causadas por la faca que lo atravesó repetidamente, una de las cuales fue a cortar la arteria aorta, lo que hizo imposible su salvación a pesar de las varias intervenciones a las que fue sometido.

La familia Gómez Gómez estaba formada por el matrimonio asesinado y ocho hijos. El también abatido en la reyerta, Francisco, de 18 años, dos varones más, uno en prisión José Antonio, otro que se hallaba en la vendimia francesa en aquellos días y varios menores más, una niña de 17 que se encontraba acogida en una residencia religiosa, Carmen, de 15 años, y tres pequeños más de 12, 9 y 5 años, estos dos últimos, Felisa y Bienvenido, que lamentablemente presenciarían el suceso. Serían la hija menor, Felisa, y varios vecinos de la calle los que narrarían con detalle lo ocurrido a la Guardia Civil, que tuvo que desplegar un amplio dispositivo para contener los ánimos en la localidad, y al Juez de Instrucción de Santafé, Miguel López Delgado, al que correspondería el conocimiento de los hechos.

A las 21,30 horas de aquella noche los protagonistas del suceso se ensalzaron en la que parecía una de tantas riñas familiares que venían protagonizando desde hacía años. Los habituales gritos y amenazas se convirtieron en navajazos que acabarían en el acto con dos de las víctimas y con otra gravemente herida. “Yo venía de jugar con mi amiga que vive en la calle de al lado y, cuando llegué a la puerta de mi casa vi cómo se estaban peleando. Un señor que se llama ‘el Kiki’ (sobrino de José Gómez el padre), estaba diciendo muchas cosas a mi madre. Entonces mi hermano Francisco se metió para defender a mi madre y ya empezaron a pelearse. Entonces, el Carlos (primo de la declarante) mató a mi madre y a mi hermano”, recoge el sumario como dicho por la pequeña Felisa.

Otro de los testigos presenciales, cuya vivienda se encontraba situada frente al lugar de los hechos, manifestó que “siempre están discutiendo. La familia nunca se ha llevado bien porque todos quieren el dinero de la abuela. Yo no vi nada porque estaba haciendo la cena, pero escuché las voces. Cuando salí a la calle para avisar a mi marido de que entrase a cenar me encontré a uno de los muertos en la misma puerta de mi casa”, recoge también las diligencias.

Por su parte el agresor, Jose Carlos Fajardo Gómez, que en la declaración efectuada ente el juez se inculpó de las tres muertes, manifestó: “Los tuve que matar a todos porque me querían matar ellos a mí”. Trató de justificar su acción, tanto ante el instructor como más tarde mantendría su defensa en el acto de juicio oral celebrado en la Audiencia Provincial de Granada, diciendo que actuó en legítima defensa: “porque fue agredido previamente por su tío con una barra metálica que utilizaba como bastón y fue amenazado con una navaja por la mujer de éste”.

El día del entierro de las víctimas, que sería inhumadas en el cementerio de El Padul por expreso deseo de la familia, se sucedieron las escenas de dolor y se reclamó justicia. Hubo quién prometió también venganza de acuerdo con la ley gitana. José Antonio Gómez, de 22 años, hijo del matrimonio asesinado que se encontraba en prisión y que en medio de un fuerte dispositivo de la Guardia Civil fue escoltado hasta la capilla ardiente así lo manfiestó: “cuando salga, también irá al hoyo. Esto no va a quedar así, no vamos a ser solo nosotros los que carguemos con las tres muertes”. La Audiencia Provincial de Granada condenaría a José Carlos Fajardo Gómez como autor del triple asesinato de Alhendín.

La tragedia de sangre aquellos días fue realmente aún mayor. Si en Puerto Hurraco el padre de las niñas asesinadas por los “patas pelás” a punto estuvo de acuchillar a las hermanas Luciana y Ángela Izquierdo cuando iban a declarar el miércoles 29 de agosto ante el juez de Castuera Casiano Rojas, ese mismo día, fue detenido en Otura, a menos de un kilómetro del lugar del crimen de Alhendín, el E. M., presunto autor de la muerte de su compañera sentimental M.R.D, muerta acuchillada. El juez de instrucción de Santafé decretó también su ingreso en prisión comunicada sin fianza, donde coincidiría con José Carlos Fajardo Gómez.

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