España quemada, España vaciada

Este verano han ardido más de 300.000 hectáreas en España debido a los incendios forestales. Es una enorme catástrofe ambiental y social. Recuerdo la campaña publicitaria que decía “cuando un monte se quema, algo tuyo se quema”, lo cual es una gran verdad.

Más del 96% de los incendios forestales son producidos por la mano humana: irresponsabilidades, negligencias, venganzas, intereses económicos,…

En el año 2005, por la estupidez de unos excursionistas que “tenían” que comerse una paella, murieron 11 bomberos forestales en Guadalajara.

Sin duda, las extremas condiciones climáticas de este verano han sido un elemento fundamental de este desastre sin paliativos.

Pero también hay que señalar la ineficacia en muchos casos de los dispositivos de lucha contra incendios (retrasos en la actuación, falta de medios, descoordinación,…). La entrada de un tren de pasajeros en una zona asolada por un incendio forestal en Teruel, debido a la descoordinación, podría haber acabado en una enorme tragedia.

Especial nota negativa merece en este caso la actuación del Vicepresidente y Consejero de Medio Ambiente del gobierno de la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Una demostración de como la política lleva a puestos de responsabilidad a personas que no tienen la preparación suficiente.

El Gobierno de España, ha aprobado una serie de medidas para mejorar la prevención y lucha contra los incendios (actuaciones durante todo el año, mejora de coordinación entre administraciones, ayudas, etc). Son medidas acertadas, pero que desde hace muchos años se vienen pidiendo desde los agentes sociales del sector. “A buenas horas mangas verdes”.

Hasta ahora, ninguna administración las ha puesto en marcha, esencialmente debido al gasto económico que lleva aparejado. Propongo que todos los fondos actualmente destinados a la promoción de la totalitaria Ideología de Genero (que solo sirven para alimentar a los chiringuitos y “barrigas agradecidas” de los populistas de izquierdas) sean destinados a este fin. El beneficio de toda la sociedad debe primar frente a los oscuros intereses de unos pocos.

En realidad, estas medidas, son a corto plazo y más de cara a “curar” que a “prevenir”. La raíz del problema es mucho más profunda, y está asociado a la estructura ambiental, económica y social de la “España Vaciada”, como ahora se ha puesto de moda denominar al medio rural de nuestro país.

La mayoría de las actuales masas forestales tienen su origen en las grandes reforestaciones que se hicieron en los años 40, 50, 60 y 70 del siglo pasado, las cuales fundamentalmente primaban la monoplantación de determinadas especies de pinos destinados a obtener un beneficio económico (madera, combustible, resina), las cuales arden muy rápidamente. También es cierto, que en zonas afectadas por problemas de erosión se hicieron plantaciones destinadas a reducir este problema, primando el medio ambiente frente a la economía.

Pero en los años 80 se cambió el paradigma de actuación, yéndose al extremo opuesto: conservacionismo naturalista. No se debía actuar en el medio forestal, sino dejar que la naturaleza siguiera su curso natural. La utilidad del bosque era esencialmente paisajístico, y la única actividad económica aceptable es el turismo rural.

El problema es que son masas forestales no naturales, por lo que el planteamiento de base es erróneo. Son bombas.

Sin duda, hay que cambiar el concepto, de forma que el medio natural tenga un aprovechamiento y un uso adecuado. La mejor forma de conservar algo es darle un uso.

Hay que facilitar que los habitantes del medio rural puedan obtener un beneficio económico de estas masas forestales, mediante una gestión adecuada (extracción de madera, recogida de plantas comercializables para la cosmética o la salud, apoyo a la ganadería extensiva,…). Para ello, hay que realizar cambios legales que permitan y flexibilicen las autorizaciones administrativas.

A nivel ambiental, hay que actuar sobre las masas forestales, para reducir su carácter de monoplantación, sustituyendo pinos por otras especies mediterráneas como encinas, acebuches, quejigos, almendros…

Todo esto facilitará que la “España Vaciada” tenga un futuro y recupere su papel en nuestra moderna sociedad.

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