Examen de recuperación

No hace falta ser Fernando Simón para hacer una lectura pesimista de la realidad de la pandemia. La segunda ola, o más bien, el tsunami, ya está aquí. Leyendo noticias sobre las acciones que están tomando nuestros países vecinos, el segundo confinamiento está a la vuelta de la esquina.

Vale que el primero nos pilló a todos en fuera de juego. No se conocía el modus operandis del SARS-CoV 2. Se nos encerró de un día para otro durante un largo tiempo y punto. Es lo que había que hacer, o lo que se creía que había que hacer. Nos “desescalamos” progresivamente, nos vinimos arriba en la “nueva normalidad” y ,otra vez, pintan bastos.

Centrándonos en la educación, no me queda otra que tratar de proponer, desde mi punto de vista, qué se puede hacer con respecto a un nuevo confinamiento.

Siempre he defendido la necesidad de la escolaridad presencial. De igual modo, cuando se volvió en septiembre, me mostré crítico ante la inacción de nuestros dirigentes educativos, mandándonos, a sabiendas, al matadero. Ahí están los datos, enmascarados, pero están. No es lógico ni coherente tener como medidas anti-COVID, una mascarilla que cada familia tiene que comprar, afirmar que se cumplen las distancias de seguridad entre el alumnado e hidrogel en las escuelas, aún a sabiendas que todo esto no era ni verdad, ni suficiente.

Los países de nuestro entorno están confinando a la población, pero dejando las escuelas abiertas. No les quito la razón. En España se está preparando un borrador a imagen y semejanza de estos países. Población confinada, escuelas abiertas. Sé que es un servicio esencial, pero igual que otros servicios esenciales, tienen que tener un mínimo de garantías.

Si se están limitando las reuniones, los aforos, tenemos toque de queda nocturno. ¿En las escuelas tenemos una maravillosa cúpula donde el COVID está, pero no necesita ninguna medida extraordinaria? Sean honestos. Reduzcan temporalmente la ratio, o lo que es lo mismo dados los medios que tenemos, la carga presencial horaria. Prioricen temporalmente los aprendizajes instrumentales presenciales, y que pase a online otra serie de aprendizajes que, si bien también son importantes, no son básicos para la vida y para que la sociedad siga creciendo.

Si hay confinamiento, impongan una ratio presencial máxima de doce personas en el aula. Me da igual que sea en días alternos o con horario partido. Les puedo garantizar que esta forma de trabajo es mucho más eficiente y productiva que hacerla online. Y aunque es cierto que se pueden perder aprendizajes, se salvaguardan vidas.

Parece que el colectivo docente es el único capaz de tener a nuestros menores con las mascarillas puestas el mayor número de tiempo, pero nadie piensa en la exposición tan grande que estamos teniendo al virus en las circunstancias actuales. Seguimos al pie del cañón, pero no se nos pone en valor. También tenemos familias, enfermedades, miedos e inseguridades… No queremos aplausos a las ocho. Exigimos coherencia.

La Ministra Celáa y el Consejero Imbroda tienen ante sí, el examen de recuperación. Le han dicho las preguntas y hasta las respuestas. ¿Serán capaces de aprobar? Las notas se las darán ellos mismos en nuestras telepantallas. Por desgracia, yo apuesto por el suspenso.

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