Explíquenoslo, señor Feijóo
Que cada partido político es muy dueño de tomar las decisiones parlamentarias que considere oportunas está fuera de toda duda, tanto como que esas decisiones deben de ser explicadas con todo lujo de detalles a la ciudadanía a las que va afectar, cosa que sin embargo no suele ocurrir, convencidos nuestros próceres, de que el personal que les ha puesto donde están y les paga generosamente sus sueldos y prebendas, es un conjunto de imbéciles, a los que pueden manipular a su antojo y que solo son necesarios para pedirles su voto cada cuatro años.
Sin embargo, hay veces en las que esas decisiones son tan lesivas para el conjunto de la ciudadanía, que las explicaciones sobre por qué han sido adoptadas, son más necesarias y urgentes que nunca. El de ayer es el caso más palmario de esa necesidad, por la sencilla razón de que el voto del PP en la Carrera de San Jerónimo, tumbando la revalorización de las pensiones, el escudo social, la subvención al trasporte y las ayudas a los afectados por la DANA de Valencia, o de la erupción de la Palma, lesiona gravemente los intereses de millones de ciudadanos de este país, en cuestiones de una sensibilidad extraordinaria.
Uno no espera ya nada de Junts, una formación convertida en una cuadrilla de chantajistas y extorsionadores, a mayor gloria de su capo mayor, Carlos Puigdemont; tampoco de Vox, auténtica banda de ultras e imitadores patéticos del descerebrado de la Casa Blanca; pero sin duda sí que confía -a la luz de los hechos cada vez menos- en la responsabilidad del PP, un partido de estado que ha gobernado y volverá a gobernar este país y que ayer demostró que ha perdido definitivamente el “oremus” y que su presidente se ha convertido en un personaje desnortado, cuya obsesión por mudarse a la Moncloa, le ha transformado en un ser tan patético que no sabemos si produce más pena que risa, o más vergüenza ajena que ridículo.
El trastorno obsesivo compulsivo que Feijóo y sus mariachis tienen con echar a Pedro Sánchez de la presidencia del Gobierno, entró ayer en una nueva fase, cuando para seguir progresando en esa dirección, no dudaron en votar en contra de asuntos tan indiscutiblemente necesarios y que nadie, con dos dedos de frente, hubiera podido ni siquiera planteárselo.
Es cierto que el Gobierno suele empeñarse en ponérselo fácil a toda la cuadrilla de Alberto y ayer lo hizo agrupando en un solo decreto, conocido como “ómnibus”, todas las cuestiones anteriormente mencionadas y algunas otras, lo que le vino de perlas a los “pedricidas”, para decir que votaban “no” porque el Supremo ya había alertado de la inconveniencia de que los diferentes gobiernos patrios agrupen churras con merinas en esos decretos, a los que todos los gobiernos, sean del color que sean, han recurrido y recurren.
Siendo estúpido, que lo es, sumar esa amalgama de asuntos diferentes en un solo decreto, la respuesta del PP, más que estúpida, es una auténtica infamia para los más de doce millones de pensionistas de este país; para los valencianos y los palmeros; para los usuarios del transporte público y para quienes más necesitan de la protección del Estado, para no sucumbir a su vulnerabilidad.
El PP ha querido darle una patada a Pedro Sánchez en el culo de millones de españoles, a quienes desde el segundo siguiente de votar “no” a todas esas medidas, ya estaba intentando manipular para convencerles de que la culpa era del Gobierno.
Así las cosas, querido lector, si usted, o su padre son pensionistas, usuarios del transporte público, damnificados por la Dana, o por la erupción de La Palma, o vive en una situación de precariedad que le puede llevar a ser desahuciado, exíjanles explicaciones a Feijóo. No se conformen con tecnicismos, ni con que ahora van a presentar su propio proyecto sobre las pensiones. Mírenle fijamente a los ojos y pregúntenle si de verdad su obsesión patológica de llegar a la Moncloa, merece la angustia y la incertidumbre que ese “no” ha instalado en millones de hogares de