Extinción ya, por favor

Parece ser que hay una élite que quiere que nos extingamos. Al menos que nos extingamos la mayoría de la especie humana, arrastrando con ello a otras especies vivas y lo que haga falta. Yo, que no soy de extinguirme, más bien soy de reproducirme, prefiero que se extingan ellos. Porque, entorno a la extinción, la clave es quién se extingue. Me aclaro, cuando digo “ellos”, me refiero a esas élites que parece no importarles que el mundo se vaya al carajo.

Nos queda grande eso de arreglar el mundo. De hecho nos abruma, nos perdemos y nos provoca la inacción. Si le preguntas a la gente cuáles son sus preocupaciones, la extinción no se oirá ni por asomo en la mayoría de los casos. Normal. Antes que eso, en una ciudad como la nuestra, Granada, saldrán preocupaciones como los despidos, los sueldos bajos, las “mierdas” de trabajos que se pueden encontrar, el no poder pagar el alquiler o la hipoteca, no llegar a fin de mes, lo caro que es equipar a los niños para la vuelta al cole, la salud de “los míos”, lo que cuestan los libros de la universidad, las listas de espera en los hospitales, por qué no hay médicos en el Albaycín, el miedo a ir sola por la calle de noche, el tráfico, en definitiva, cuestiones del día a día, de lo más normalitas.

Si preguntas a la gente por preocupaciones más generales, pueden salir cosas como la calidad del aire que respira, la violencia machista, el que las izquierdas no se pongan de acuerdo para formar gobierno (lo tenía que colar, lo siento), la corrupción, las migraciones, Cataluña o incluso el Brexit. Sólo una minoría nos dirá que le preocupa Europa, la guerra comercial de EE.UU. y China, Venezuela (por supuesto), los incendios de la Amazonia, las guerras, vamos, clásicos de ayer y hoy.

Dónde queda la preocupación por la extinción de nuestra especie, la humana. Como decía, me temo que muy alejada. Pero si tiramos del hilo, nos podemos encontrar sorpresas. El hilo que une todas las preocupaciones de la mayoría de la gente se llama capitalismo. Aunque casi nadie identifique sus problemas con él. De hecho parece que nadie habla de él. Es llamativo cómo llegan más mensajes contra el “comunismo” (Cuba, Venezuela, Podemos, por ejemplo), que nada afecta a nuestras vidas, que las consecuencias de tener un sistema como el que tenemos, el capitalismo.

No se preocupen, no quiero hacer ahora una tesis del capitalismo como gran sistema político-económico que junto al heteropatriarcado nos hunde la vida de las personas y del planeta, no sabría, ni mis tiempos me lo permiten, y posiblemente ya se haya escrito lo que yo pienso, aunque no lo haya leído o no lo conozca. Pero si me parece interesante no perder de vista el hilo del capitalismo en nuestras preocupaciones cotidianas. De hecho, está íntimamente unido a nuestro modo de vida, a nuestra cultura y nuestros valores. Y desde luego, convendremos en que nuestro modo de vivir en el planeta que nos ha tocado es lo que provoca la crisis actual de nuestro mundo (incluido todo ser vivo, si, aunque sean humanos que viven lejos y a los que explotamos sin saberlo). Pondré un ejemplo sobre lo cotidiano: cómo hemos asumido sin remedio la competencia por lo que hay, pasando unos por encima de otros si es necesario, como un valor inamovible. Esto provoca en nuestros entornos, por ejemplo, que no se hayan repartido y compartido nunca el trabajo, los recursos, los tiempos. Que veamos declaraciones en periódicos locales granadinos de trabajadores de Glovo (empresa Catalana de “mensajería” mediante app) defendiendo poder trabajar 14 horas, sin seguros sociales, expuestos en las calles de la ciudad con sus bicis y motos y a total disposición de la empresa, defendiendo a “su” empresa porque les permite ser esclavos que ganan mucho dinero, frente a quienes denuncian la vulneración de sus derechos laborales, evidencia al punto de perversión al que hemos llegado en este sistema. Como diría el criminal Rodrigo Rato, otrora ministrísimo del PP y banquero fracasado, pero con mucho dinero y poca vergüenza, “es el mercado amigos”.

¿Dónde se puede pedir la extinción ya? Desde luego es insostenible, y si nada cambia, la selva, no la amazónica, sino la selva laboral, nos engullirá. Recuerdo, la extinción de los responsables de hasta donde hemos llegado.

Granada está plagada de precariedad y agradecimiento. Precariedad porque con los sueldos, condiciones laborales y horarios de muchas trabajadoras y trabajadores, lleva a utilizar la vida para trabajar. Y agradecimiento porque parece que, además, tienes que estar agradecido por tener el honor de ser explotado. ¿Hasta cuándo hay que estar agradecidos? De momento no se ve el límite. Así que pido la extinción. De los responsables, recuerden.

¿Se imaginan que se extinguen de verdad? Como no ha pasado no puedo asegurarlo al cien por cien, pero tengo la teoría de que el resto, los que no somos responsables de la infamia del capitalismo, viviríamos mejor sin ellos.

Esta es, a grandes rasgos, la extinción que quiero yo. Pero, ¿de qué extinción hablan otros? Veo en muchos medios de comunicación (esos que no van a morder la mano de su amo) cómo se habla de la crisis climática, de los movimientos contra el cambio climático, los incendios en el Amazonas, los desastres ecológicos, y un largo etcetera que nos inunda de “informaciones” sobre la llegada de la extinción. Y unos pocos “héroes” que nos hablan de cómo hay que hacer para no extinguirnos. He tenido la suerte de charlar con grandes pensadores contra el apocalípsis, o lo que es lo mismo, de personas que “saben” qué hacer para que el mundo nos pueda sobrervivir y así también sobrevivir nuestra especie. A mi me convencen. Pero, y a tanta y tanta gente a la que se le dice que como sigamos “así” nos vamos al carajo, cuando su “así” cotidiano es romperse los cuernos por llevar un salario que sabe que no va a cubrir todas sus necesidades. Y cuando se le dice que con el nivel de consumo, de explotación de recursos naturales, en 10 años no quedará nada de lo que conocemos hoy, cuando ellos y ellas no saben qué es eso de tener visión a 10 años vista porque no conocen el futuro.

No me voy lejos pensando en personas que conozco y cumplen con el perfil que describo. Aunque a veces si me imagino todo esto con otras personas que no conozco, en lugares más lejanos y explotados que el nuestro.

En mi opinión, que no es una respuesta a los problemas del mundo, evidentemente, creo que deberíamos centrar nuestras vidas y esfuerzos en que se extingan los depredadores que no necesitamos de esta selva llamada capitalismo. Intentemos mejorar las condiciones laborales y señalemos a quienes nos merman derechos, usemos y defendamos la sanidad pública, la educación pública, los servicios sociales públicos, frente al negocio de unos pocos a nuestra costa, seamos solidarios y solidarias con nuestra gente, con la gente que trabaja, con el cajero del centro comercial o con la conductora del autobús y seamos intolerantes con el magnate que nos reparte migajas mientras esconde su tesoro.

A lo mejor, si se extinguen ellos, conseguimos cambiar el sistema que nos fastidia. O si cambiamos el sistema, se extinguen ellos. Es la única salida para la gente corriente, me temo.

*Aclaración para la Fiscalía de delitos de opinión y asociaciones de gente ofendidita: cuando en el artículo aparece la palabra extinción, se está usando como recurso “literario”, expresivo, no implica una correlación directa con matar a nadie, ni hace apología de nada parecido, aunque haya responsables de millones de muertes en el mundo y nadie les persiga. Como dijo Gata Cattana en una canción “pa que llore mi mama / que llore la tuya”.

* Aclaración para la Fiscalía de la RAE: cuando he utilizado la expresión “recurso “literario”” en la aclaración anterior, lo he hecho como forma de hablar, a ver si ahora va a venir Pérez Reverte con su “T” de la Academia a buscarme problemas.

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