Fortalecer o no al “Cambio Político” desde Granada

  • Se acercan las #EleccionesGenerales10N. Es hora de reflexionar acerca de lo que nos jugamos en ellas desde la provincia de Granada. Pero, ¿hemos aprendido algo en estos últimos años? ¿Y en estos últimos meses? ¿Dónde siguen estando las emergencias y dónde el modo de acometerlas? ¿Sigue vigente aquella necesidad de hacer política de otra forma?

Alejémonos de la cuestión catalana por un instante y centrémonos en la que se nos viene encima a los granadinos en las próximas semanas. El 10 de noviembre estamos llamados a votar, de nuevo. Pereza da solo de decirlo. Hablemos de escalas o niveles políticos. En primer lugar, tenemos básicamente perdida la dimensión local: con un Alcalde de rebote en la capital con esa terrible tendencia a mirar a Madrid y poniéndose al día como puede de “la agenda granadina”; más postureo y tecnicismos vacíos, cero contenido programático que aborde las emergencias de Granada–ninguno al menos que no venga heredado o sirva solo para tapar agujeros y evitar titulares negativos-, nula mirada a medio/largo plazo que no sean ensoñaciones alejadas de los granadinos (a vueltas con la capitalidad cultural, como si fuese nuestra única Salvación). Granada a la cola de sí misma…los mismos problemas intactos o agravándose.

En segundo lugar, desde el nivel autonómico, estamos a merced de la peor derecha imaginable, o casi. Nos empiezan a llover recortes no solo presupuestarios sino de derechos, involucionando en temas que creíamos superados. Somos conscientes de que la renovación de las redes clientelares del PSOE era imprescindible, pero no para ser sustituidas por más clientelismo “pepero” y un retroceso democrático. No sé qué da más miedo, si la Junta inoperante anterior o la Junta intervencionista y “eficiente” actual: todo ahora, todo a la vez y ninguna consciencia de los desafíos actuales de Andalucía.

Y llegamos al tercer nivel, el de la escala nacional, el único restante y donde depositamos la vaga esperanza de que se produzca un gobierno que pueda contrapesar en cierta medida esta época oscura en estas latitudes. Hablamos de lograr que de alguna manera se rescate por fin a las clases trabajadoras, aliviando parcialmente sus cargas, inventando algún sistema de creación de puestos de trabajo más estables, desarrollando políticas para una mayor democratización del estado y ampliando derechos individuales en lugar de recortarlos.

Es importante recordar que llegamos a estas cuartas elecciones en cuatro años por la incapacidad para que PSOE y Unidas Podemos se pongan de acuerdo en gobernar conjuntamente. Más allá de las opiniones de cada uno, es evidente que el Partido Socialista ha demostrado estar mucho más pendiente de tácticas electorales y de medir sus acciones para contentar al ciento y a la madre, que en llevar adelante un programa electoral guiado por la agenda social, ambiental, de lucha contra la precarización, etc. Sobre las estrategias para hacer ver que lo blanco es negro no voy a perder espacio aquí. Todo el mundo ha podido comprobar cómo han sido el marketing político y sus defensores quienes han guiado cada una de las triquiñuelas mediáticas y políticas durante cinco aciagos meses.

¿Qué le queda a la gente? Nos queda el espacio del Cambio Político. Todos los errores que podamos atribuir a las direcciones de los diferentes actores políticos surgidos del 15M, incluido Podemos –obviamente-, pero no solo-, no pueden hacernos olvidar que llevan más de cuatro años trabajando tratando de hacer aquello que vinimos en denominar “nueva política”. Y es falso que esta no exista, o que las contradicciones, que las ha habido, la hayan hecho desaparecer: ni lo que proponía ha dejado de tener valor, ni cómo lo proponía, ni tampoco han desaparecido quienes lo venían proponiendo.

Por esto es tan importante que recordemos que estas Elecciones Generales del 10N también van de cuánto se ve reforzada, recosida, reconstruida, la energía y la fuerza del cambio político que nuestra sociedad necesita, un impulso tan dañado externamente como desde dentro, como tan acertadamente nos recordó Clara Serra en su carta de renuncia como diputada autonómica por “Más Madrid” hace unas semanas.

En el espectro político del cambio político, además de Unidas Podemos, nos vamos a encontrar en Granada con la nueva marca de Íñigo Errejón, “Más País”, pues nuestra provincia es una de las 18 elegidas para presentar lista electoral, sumando entre todas ellas nada menos que el 70% del censo. Recordemos que, en Granada, las pasadas elecciones del 28A permitieron a todos los partidos de ámbito nacional lograr diputado, siendo el PSOE el único que envío más de 1 diputado a la Carrera de San Jerónimo, concretamente 3. UP fue la última en lograr diputado, con algo más de 70.000 votos. Es evidente que Más País, encabezada en Granada por la ex diputada nacional, Ana Terrón, representa una competencia para Podemos en nuestra provincia, que afronta la campaña con ese riesgo de perder la representación que obtuvo, con Pedro Honrubia repitiendo como número 1.

Más allá de los resultados finales en Granada, donde se decidirá si el PP puede ganar representación en el Congreso gracias al río revuelto en la izquierda, aquí lo que está en juego es la continuidad del proyecto político del Cambio. En este sentido, es de celebrar que Más País haya cerrado las puertas a una colaboración con el perfecto ejemplo local de “política entre mis amigos” y a golpe de teléfono, como es el “municipalista”VGR. Porque los principios de la que fue llamada “nueva política” o “política del cambio” no son una banderita que ondear cuando me mira a la cara el 15M, para luego arrugarla y guardarla en un cajón cuando ya nadie me pide cuentas, y hacer y deshacer luego a tu antojo como hemos visto mil veces hacer al bipartidismo.

No podemos permitir que se construyan listas a golpe de teléfono o una mesa de camilla, no podemos restar importancia a los mecanismos de garantía de la igualdad de oportunidades entre candidatos o descafeinar las primarias internas con listas plancha o candidaturas únicas; no podemos consentir que se nos presenten permanentemente decisiones solo para refrendarlas, no podemos tolerar que se renuncie al voto telemático que asegura el libre posicionamiento de la asamblea… En este sentido, es significativo que el partido de Errejón, por ejemplo, permita donaciones individuales cuando fue gracias a los micro créditos que Podemos logró ser verdaderamente independiente de los bancos que someten normalmente a los grandes partidos en tantas decisiones. Así, otras vigilancias tendrían que ser mantenidas a rajatabla para asegurarnos que esa nueva forma de hacer política se consolida: limitación de salario, limitación de mandatos a dos legislaturas, consultas a los inscritos, prohibición de puertas giratorias, revocatorios, etc.

Mi esperanza es la gente. Confío en que el 10N nos demuestre que ser coherente en política tiene su reconocimiento electoral. Cuando atravesamos como pudimos los terribles años del comienzo de la crisis, la ilusión del cambio político no se centraba solo en cuestiones programáticas fundamentales: la emergencia climática, la verdadera igualdad entre hombres y mujeres, la erradicación del machismo, el rescate de las personas, de ancianos y jóvenes, reinventar modelos económicos para hacerlos sostenibles… El Cambio Político colocó siempre la mirada a medio plazo, para generar verdaderamente una forma distinta de hacer política que permita entre todos más y mejor democracia, garantizar los derechos individuales y elevar el tono de la clase política. Por eso debemos huir de los partidos que mientan respecto a lo dicho en campaña electoral, apostando por la transparencia real y el fomento de la participación activa en la toma de decisiones, de forma honesta. Cualquier partido que, como estamos viendo estos últimos meses tan descaradamente, trabaje anteponiendo la lógica electoralista al compromiso que adquiere con sus votantes debería ser rechazado.

La nueva política construye organización, da garantías y adopta decisiones de abajo hacia arriba, siendo responsable con el análisis de las circunstancias de ese momento pero consecuente con lo comprometido a sus representados.Trabajar de otro modo es poco o nada fraterno y sin fraternidad la política del cambio no tiene ningún valor. El primer paso para una política fraterna es una política que le dice siempre y en todo momento la verdad a la gente y no juega a hacer cosas que dijo que nunca haría, que construye sobre lo construido o lo iniciado, dejando que se desarrollen políticas responsables, sin virajes sorpresivos ni cálculos, sin letra pequeña, con honestidad y lealtad con el votante. Con todo ello, una Granada experta a nivel local y autonómico en todo lo que no se debe hacer, sabrá por lo que apostar en las próximas generales. Eso espero.

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