Granada mirando para Cuenca

Hace un mes, en plena vorágine del despropósito vivido en el Ayuntamiento de esta maltratada ciudad, por obra y gracia del PP y Ciudadanos, esta columna apuntaba a que Granada acabaría mirando para Cuenca, concretamente para Paco Cuenca.

Este vaticinio se cumplió ayer con su elección como alcalde, con los votos del PSOE, la confluencia de Podemos e IU y los de Luis Salvador y su fiel escudero Huertas, actores principales, aunque inesperados, de este esperpento que se inicio con Sebastián Pérez pulsando el botón nuclear de exigir la salida de Salvador del despacho de la Mariana y ha terminado con el socialista Cuenca en la alcaldía y la derecha granadina hecha unos zorros, quizás para mucho tiempo.

La irresponsabilidad y el tacticismo miope de PP y Ciudadanos han convertido  a esta ciudad en el hazmerreir de España y a su Ayuntamiento en una especie de mercado persa, ante el estupor de una ciudadanía que no daba crédito del espectáculo al que estaba asistiendo. Al final la prepotencia de unos, la torpeza de otros y la insensatez de la derecha granadina, ha servido la alcaldía en bandeja de plata al socialista Francisco Cuenca, quien por segunda vez en cuatro años, tiene que salir al rescate de un Ayuntamiento hecho unos zorros y de la una ciudad sumida en una crisis de imagen de incalculables proporciones.

Ante semejante espectáculo, para quienes toman las grandes decisiones en la esfera pública y en la privada, Granada se ha convertido en una paria, una ciudad poco de fiar y eso es lo peor que nos puede pasar, porque en este escenario de competencia total, cuesta muy poco perder la reputación de seriedad y fiabilidad, pero la misma vida recuperarla. Y en esas estamos.

Tras el relevo en la alcaldía es ahora urgente un golpe de timón que restaure el buen nombre de una ciudad, que lamentablemente hoy cotiza en rojo, en la bolsa de la reputación, elemento imprescindible para pelear por proyectos de futuro.

A poco que observemos mínimamente la realidad que nos rodea, deberíamos  estar de acuerdo en que el futuro se escribe con «C» de ciudad. Con sus fortalezas y debilidades son las ciudades las que se están posicionando ante los grandes retos del siglo XXI: la digitalización, la sostenibilidad, la movilidad verde y en definitiva, todos aquellos recogidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y en la Nueva Agenda Urbana Mundial. Pues bien, ninguna de las ciudades con las que Granada debería estar compitiendo, nos va a esperar y lo que es peor, quienes tienen la responsabilidad de tomar las grandes decisiones estratégicas nacionales e internacionales, van a tener muy difícil confiar en una ciudad que en los últimos años se ha mostrado incapaz de gobernarse a sí misma.

Por todo ello es fundamental y extremadamente urgente ponerse manos a la obra con un proyecto colectivo, si quieren ustedes de emergencia, que nos permita recuperar cuanto antes, el mucho terreno perdido. Un proyecto en el que deberíamos caber todos, aunque no nos engañemos, no estarán, porque no querrán, quienes nos han traído hasta aquí con su desastrosa gestión y su miopía política.

No deberíamos perder ni un minuto en tacticismos de medio pelo, ni en toreo de salón. Esta ciudad está muy herida y necesita cuidados intensivos con todo el arsenal de responsabilidad y decencia de que seamos capaces de ofrecerle. Tanto da quien forma o no parte del Gobierno municipal, porque lo importante, dada la gravedad de la situación, no es el quién, sino el que vamos a hacer, como lo vamos a hacer y cuando lo vamos a hacer.

Por eso me ha parecido especialmente importante que el nuevo alcalde haya querido hacer borrón del esperpento y cuenta nueva para los dos años que faltan hasta las próximas elecciones. En su primer discurso, Paco Cuenca, ha lanzado el guante a la totalidad de la corporación, al dirigirse a todas esas personas que han sentido rabia por la imagen ofrecida estas semanas, «les digo -ha señalado el alcalde- que eso quedó atrás; que los 27 ediles que formamos esta Corporación vamos a dejarnos la piel para recuperar la confianza, el prestigio y la estabilidad. Han oído bien, he dicho 27, porque las mujeres y los hombres que formamos el Pleno de este Ayuntamiento debemos remar desde la unidad, anteponiendo el presente y el futuro de Granada a la posición de cada cual y a los intereses de nuestras formaciones políticas.»

Si Salvador y Huertas son o no expulsados de Ciudadanos; si Olivares y Garrido, siguen abonándose a la indecencia del transfuguismo; si Sebas abandona el primer plano, ya cobrada la pieza de caza de mayor que era el anterior alcalde; si el grupo del PP acaba jugando al tute o a las damas; o si Cs es ya un cadáver político, o un enfermo terminal, es del todo irrelevante, porque ahora, lo verdaderamente importante es recuperar la imagen de una ciudad destrozada por la incompetencia de todos ellos y todos podrían colaborar en ese durísimo reto, aunque me temo que no será así, porque quienes nos han traído hasta aquí por sus miserias, me barrunto que no tendrán la grandeza necesaria para ser parte de la solución.

«No es el tiempo de las discrepancias partidistas, ha dicho en su intervención Francisco Cuenca, no es el tiempo de los bloques: es el tiempo de Granada. En este camino, que iniciamos hoy, os invito a trabajar unidos para recuperar el prestigio de la ciudad.»

Ojalá esa invitación del alcalde sea ofrecida y aceptada de corazón. De ser así Granada habría dado el paso más importante para poder luchar de verdad por su futuro: el paso de la unidad y el de poner los intereses generales de la ciudad, por encima de los particulares de cada partido.

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