Granadexit

Como las próximas semanas, tras esto de las “no fiestas” de Navidad y Año Nuevo, se adivinan en clave de tostón institucional panandalucista, que nos martilleará con la efeméride de la aprobación y entrada en vigor, hará 40 años el próximo 30 de diciembre, del primer estatuto de esta desconsiderada autonomía inventada, no quiero dejar pasar la oportunidad de esbozar algo que, además de obligado como granadino, acoge mi pensamiento desde que tengo, como vulgarmente se dice, uso de razón, política. Y como a mí, a tantos otros que desde el momento mismo en que se nos impuso al oriente del sur peninsular esta comunidad autónoma y su aparato, la Junta de Andalucía, venimos denunciando lo que fue un atropello histórico, político y administrativo.

Expreso mi parecer como declaración personal, pero también en representación de aquellos que venimos trabajando en la iniciativa del Granadexit. El término, que parecería de nuevo cuño, fácilmente se advierte que es derivación del que denominó el fenómeno de salida del Reino Unido de la Unión Europea, y casi todo lo explica. Para aquellos que lo desconozcan, viene a expresar la necesidad de porfiar en la consecución de la salida de Granada de la comunidad autónoma andaluza, por los procedimientos constitucionalmente previstos y que constituya la suya propia. Ello no es si no una cuestión obligada de reparación histórica, frente a aquello que nunca debió ser, o al menos, que no debió serlo como lo fue.

Daremos mucho que escuchar y que hablar en breve, más en este momento en que la Junta de Andalucía, la de siempre, en la que cambian las caras, pero no los modos, la rija quien la rija, se apresta a celebrar el cuadragésimo aniversario del Estatuto de Autonomía de 1981; acaso, el peor atentado político que jamás se haya perpetrado en nombre de la democracia y de la historia falseada, a un territorio histórico.

No es nuevo que diga que personalmente pienso que en Granada no hay nada que celebrar de estas cuatro décadas, en clave sociopolítica y económica; pero sí que constatar todo cuanto en negativo ha sucedido para Granada, que se ha visto relegada y olvidada de modo sistemático, metódico y calculado, por una autonomía artificial que aquí convence a muy pocos.

Insisto en manifestar que es obligado trabajar en favor del Granadexit, de la acción de restitución a Granada de aquello que por derecho le correspondía y que no ha dejado de pertenecerle, y que nos devuelva a lo que éramos y, mejor, a lo que debimos ser, siempre.

El Granadexit, es la senda hacia nuestra correcta incardinación en el contexto de España. Por supuesto, si llega, en ese nuevo orden territorial y político del que algunos hablan desde 2013, queriendo alumbrar una especie de nueva España.

No se puede matar la historia. No se puede asesinar la verdad. No se puede impedir aquello que es justo y razonable. No dejemos que nadie nos diga que lo que hacemos es insignificante.

CATEGORÍAS

COMENTARIOS

Wordpress (0)
Disqus (0 )