Gris

Sabemos que los colores básicos son tres: azul, verde y rojo, los llamamos primarios porque a partir de ellos podemos crear el resto de la amalgama que conocemos, eso sí, siempre desde la limitada concepción del ojo humano. Nuestra ególatra existencia nos hace referente para el resto de perspectivas, por eso hay animales que ven peor, o mejor que nosotros. Sería interesante saber cómo puede ver un perro el arcoíris, o un águila, que puede apreciar los rayos de luz ultravioleta. Pero dejando a un lado la ciencia, me voy de un salto a la filosofía hecha verso y me instalo en el poema de Ramón Campoamor que dice: «Y es que en el mundo traidor/ nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira» Así pues, todo es cuestión de cómo se observen las cosas, por eso unos vemos el vaso medio lleno y otros medio vacío; luego también están los que beben directamente de la botella, o los que viven debajo de un grifo.

Dicho esto, apartemos cristales y velos, y recojamos todo lo que nos cuentan sobre aquello que ignoramos, bien sea por lejano o por desconocimiento. Por ejemplo: nos muestran e ilustran con imágenes cómo en Cuba la gente sale a las calles a protestar a su Gobierno por la situación tan precaria en que se encuentran; no seré yo el que defienda una dictadura, en absoluto. Al momento vemos a Pablo Casado, el que tan comprensivo se ofrece con el golpe de Estado que sufrió España en 1936, el que tan pragmático se antoja con la monarquía de Marruecos, uniéndose a una marcha a miles de kilómetros para exteriorizar su apoyo al pueblo cubano y enviando mensajitos a los ministros de este Gobierno,“progresocialcomunistabolivariano” para que se vayan a vivir a Cuba, sin concretar punto geográfico alguno, que no debe ser igual, creo yo, pasar unos días en La Habana que mudarse para siempre a Guantánamo, aunque la estancia sea corta. Pero, ¿qué dijeron este y otros líderes políticos cuando hace dos años nuestros vecinos franceses se manifestaban de manera tan violenta contra la reforma de las pensiones, o recientemente contra el pase sanitario? No es lo mismo un chaleco amarillo en París que en Barcelona. Nos cuentan mucho sobre Venezuela, pero muy poco sobre El Salvador, o Nicaragua, país el que parece que Daniel Ortega pretende perpetuarse en el poder, como Putin en Rusia o Al-Assad en Siria, donde sucedió a su padre tras 29 años de mandato y él va ya a por 21, y suma y sigue, que dice haber obtenido el 95% de los votos tras el último plebiscito, impresionante, más teniendo en cuenta los once años de guerra civil que nunca termina pese a esa minoría opositora.

Sobre estos y otros temas de índole internacional apenas opina nadie de la derecha española, que han insertado una reseña sobre Cuba entre las doscientas de Venezuela. Dónde quedan los conflictos de Yemen o Libia, en qué punto del mapa estará Colombia o Perú, o Bolivia. Solo en mayo del presente año se registraron casi 3.000 homicidios en México. En Brasil, según Europa Press, han caído los asesinatos un 11%, solo han matado a 10.633 personas en el primer trimestre de 2021, parece hasta una buena noticia. Y debe ser así, cuando nada destacan los líderes de la oposición, que siguen erre que erre con Venezuela y ahora con Cuba. Insisto, no defiendo ni por asomo la dictadura cubana, como a ningún otro régimen totalitario, pero ya les gustaría a colombianos o a peruanos gozar de un sistema sanitario como el cubano.

Pero volviendo a los colores, se me antoja que esto no vende, por eso estos eternos aspirantes a estadistas, tan pendientes de encuestas, estadísticas y tendencias, se baten el cobre con aquello que los haga ganar adeptos y se traduzca en votos que los aúpen ala más alta poltrona. Venimos observando cómo en campañas electorales se habla de los morados, los azules, los verdes; los otros verdes, el partido naranja, al borde de la extinción, por cierto. Comentan los tertulianos que tal o cual debería acercarse al centro, atraer al votante de izquierdas, dar un giro a la derecha, etc… Y es que ahora por encima de ideales y principios, del buen gobierno y la verdadera política, se superpone al partido como un ente al que elevar y con el que ganar unas elecciones como sea y a costa de lo que sea. Son técnicas de marketing para captar la atención del potencial electorado. ¿Qué gobiernan los míos?: todo es de color blanco, o rosa. ¿Qué mandan los otros?: todo es negro y hay que ponerlos verdes. ¿Pues sabéis lo que os digo?, que voy a ponerme morado antes de que todo se torne gris. Feliz verano.

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