Javier Martín Ruiz: “Yo fotografío el alma de los músicos”

Javier Martín Ruiz (Granada, 1963), apasionado de la fotografía, de la música y el deporte, es el fotógrafo de la música granadina. Asimismo, es el autor de ‘Maniobra de resurrección’, el libro oficial de la gira homónima del grupo granadino 091. Fue vocalista de la banda de rock Magic, y ya entonces comenzó a fotografiar a los músicos locales que, como él, comenzaban su andadura. Profesor de esquí titulado por la E.E.E (Escuela Española de Esquí) y por ello especializado en fotografía para deportes de invierno, en los años 80 colaboró con periódicos, revistas e instituciones, y cubrió los mundiales de esquí de Sierra Nevada 92. Junto con Isidro Olgoso participó en la organización en los primeros años del Festival Zaidín Rock, del que en la actualidad es el fotógrafo oficial.
Entre 1980 y 1986 compaginó la fotografía con su profesión de mánager, época en que se dedicó a documentar con su cámara la efervescente vida de la escena en Granada, especialmente las actuaciones musicales y culturales. Gracias a su trabajo generó un archivo de más de diez mil fotografías, parte de las cuales han sido expuestas en 2016 en el Palacio Condes de Gabia durante tres meses y constituyen la historia visual de la movida granadina, y en exposiciones digitales en locales de la capital como el Lemon Rock. En la actualidad cuenta con un archivo personal de más de 1.000 bandas locales, nacionales e internacionales y proyecta nuevas exposiciones con esta temática.

Javier Gilabert: Empecemos por la música. Mucha gente no sabe que tú fuiste el cantante de una mítica banda granadina, Magic, en su primera formación. Así pues, fuiste testigo de excepción del nacimiento de la “Movida granadina”. ¿Qué recuerdos te quedan de aquella época?

Javier Martín Ruiz: Sí, fui el vocalista de Magic, lo que me aportó momentos muy gratificantes, eso se queda para toda la vida por ahí, dentro de ti. Me quedan los mejores momentos de una juventud en la que nos sentimos músicos y unos privilegiados. También fue muy duro tener que ensayar en vez de estar por ahí con el resto de los amigos. Cuando estás encima de un escenario con cientos de personas delante de ti… es una sensación impresionante.

JG: Háblanos de otra de tus facetas posiblemente menos conocidas: la de mánager de grupos de música. ¿A qué grupos representaste? ¿Qué era lo mejor y lo peor de ese trabajo? ¿Por qué se acabó aquella etapa?

Javier Martín Ruiz: Fui mánager de mi propio grupo, los Magic, y de Los Discretos, Sesión de Noche, Sapodoble Requieto, Lombarda, Los Gómez… Para mí no tenía nada malo, salvo que económicamente no rentaba lo suficiente como para pagar la oficina que teníamos y dedicarte de lleno a ello. Ese fue el motivo de dejarlo, el económico. En el 86 estaba la cosa muy, muy dura. Fue en los 90 cuando empezó a ir todo mejor para la industria musical. Nosotros fuimos de los primeros y eso nos pasó factura.

Fernando Jaén: Jesús y Antonio Arias, José Ignacio Lapido, José Antonio García, Juan Vida, Juan Planta, Antonio Muñoz Molina, Eric Jiménez… son algunos de los muchos y fantásticos nombres que formaban parte de la exposición sobre la movida granadina ‘Imágenes del rock de los 80’ que nos mostraste en 2016 en el Palacio de los Condes de Gabia. ¿Qué crees que queda aún en Granada de aquellos tiempos? ¿Te sientes testigo de excepción?

Javier Martín Ruiz: Lo que queda de aquella época son mis fotos, los músicos que siguen en activo y los recuerdos. Los 80 supusieron la confirmación y el asentamiento de lo que hoy en día es Granada musicalmente hablando. Las Cuevas, que era donde ensayábamos, fueron las culpables de que surgieran tantos músicos. Era el lugar de ensayo del 90% de los grupos y fueron llegando chavales que al ver aquello también quisieron formar su propio grupo, y así hasta nuestros días. Las Cuevas eran una fábrica de músicos autodidactas. Por supuesto que fui un testigo porque hacía las tres cosas que más te involucran en esto del rock: fui cantante, fotógrafo y mánager. Todo ello hizo que viviera la movida granadina desde la primera fila y desde el escenario.

JG: Posiblemente no haya nadie que a fecha de hoy conozca mejor que tú el mundillo musical de Granada. ¿Cómo ha cambiado desde los ochenta hasta ahora? En tu opinión, ¿qué propicia que la capital nazarí sea una de las ciudades que más música exporte al resto del país? ¿A qué bandas noveles deberíamos estar especialmente atentos?

Javier Martín Ruiz: Con respecto a los 80, la principal diferencia radica en los medios con los que cuentan los músicos para formar un grupo, Internet, la facilidad para conseguir instrumentos y locales de ensayo. En los 80 se fraguo el germen que no ha parado de hacer músicos, es una cadena o un efecto domino, los chavales jóvenes ven a un grupo y ellos también quieren hacer el suyo, a esto le sumas las escuelas de rock y los profesores de guitarra, batería, bajo, etc., y ¡voilà! Hay que estar atentos a cualquier banda que surja, porque cualquiera de ellas puede ser el relevo de las de primera línea… Para mí todos son favoritos; dependerá de muchos factores el que lleguen a la cima y, por supuesto, entre estos uno muy importante es que consigan un buen mánager.

JG: Junto con Isidro Olgoso también eres una persona determinante en el origen del prestigioso Festival Zaidín Rock, que celebrará este verano su trigésimo octava edición. ¿Qué supone para ti formar parte de esa historia? ¿Hay alguna edición a la que guardes especial cariño? ¿Hacia dónde va el festival?

Javier Martín Ruiz: Lo he contado muchas veces y nunca me cansaré de hacerlo. Con 16 años conocí a mi amigo y tristemente fallecido Isidro Olgoso. Él era vocal en la Asociación de Vecinos. Teníamos la misma edad y la misma pasión por la música, conectamos a la primera y nos contrató durante tres años seguidos para tocar en las fiestas en las “noches de rock”. Cuando dejé de cantar organicé junto a él los seis primeros festivales, hasta que lo deje en el 86. Supone un gran orgullo haber aportado algo a la historia de la música granadina. Guardo un bonito recuerdo del año 85, cuando acabamos en comisaria con Manolo García por pronunciar ciertas frases por el micrófono. Al final la cosa quedó en anécdota. Ahora mismo el Zaidín Rock goza de buena salud; además soy el fotógrafo del festival, con lo que me he reencontrado con el pasado. Por otra parte, siempre he sido un defensor acérrimo de que en él actúen grupos de Granada. Era la filosofía con la que lo iniciamos, y eso se está respetando. La ubicación ha cambiado, pero no pasa nada. Unos años estará mejor y otros… mejor aún (risas).

FJ: Imagino que llegará un momento en el que uno pasa de hacer fotos en plan aficionado a convertirse en un profesional de la fotografía, y en tu caso un referente, además, en un ámbito tan especifico como la música. ¿Cómo fue ese momento?

Javier Martín Ruiz: Pues creo que ese momento no ha llegado ni llegara, no me gusta la palabra “profesional”. Para mí la fotografía es un arte, no hace falta ser un profesional para ser un buen fotógrafo, la creatividad está por encima de la profesionalidad. Hay fotos que se cobran y otras que las hago para el propio disfrute y el de mis seguidores, y para las exposiciones, que son mis próximos proyectos.

FJ: Robert Capa usaba una Leica y según contaba, su famosa foto del miliciano caído en combate, fue captada por casualidad. ¿Qué equipos usas tú? ¿Influye el azar en tus fotos o pesa más la técnica?

Javier Martín Ruiz: La cámara no hace al fotógrafo. Tengo fotos de hace 35 años que están hechas con un equipo básico y sin embargo te atrapan por su contenido. Ahora uso un buen equipo porque estás obligado a mantener una calidad, pero para mí lo principal es el encuadre y saber captar el momento justo en el que al mirar la fotografía estés más de cinco segundos sin quitar la vista. A eso le llamo yo trasmitir o hablar con la imagen. Siempre llevo conmigo una cámara pequeña normalita, de bolsillo, y con ella hago fotos que hasta yo me sorprendo. El secreto es ir siempre pensando en la fotografía,

JG: En tus inicios te formaste como profesor de la Escuela Española de Esquí y te dedicaste a la fotografía relacionada con los deportes de invierno, llegando a cubrir el Campeonato Mundial de Sierra Nevada en 1992. ¿Hay mucha diferencia entre ese tipo de fotografía y la que realizas ahora? ¿Cuál te resulta más difícil y por qué?

Javier Martín Ruiz: Es cierto. Por cuestiones relacionadas con mi familia empecé a esquiar desde muy pequeño y fui profesor de esquí a la vez que fotógrafo. Solía fotografiar temas relacionados con la nieve. Conocer y dominar el entorno en el que te mueves te proporciona cierta ventaja y para mí es igual de fácil trabajar en los dos ambientes; creo que sé cuándo tengo que disparar. Aunque esté especializado en conciertos y cultura, hago mucha fotografía paisajística y creativa por puro placer personal.

FJ: Desde tus comienzos hasta ahora, las cosas han cambiado mucho con las nuevas tecnologías y avances digitales. ¿Qué te han aportado estas nuevas formas de obtener y retocar fotografías en tu trabajo? ¿Usas estos modelos digitales o prefieres la foto directa y natural?

Javier Martín Ruiz: Ha cambiado mucho en lo relacionado con el revelado, aunque yo edito lo justo, sólo a niveles cromáticos, disfruto editando igual que disfrutaba revelando. Lo que me aportan los programas de edición es que puedes corregir ciertas carencias de luz, piensa que en los conciertos la luz cambia constantemente y ya si hablamos del humo… Soy de la vieja escuela y procuro que la foto salga directamente sin tener que retocarla mucho o mejor casi nada.

FJ: Tus fotografías tienen un estilo reconocible y eso influye en que muchas bandas se pongan en tus manos. ¿Cómo fue tu relación con los 091 durante su gira ‘Maniobra de resurrección’ de 2016, que culminó en una joya de libro, ese gran documento fotográfico de sus conciertos durante ese año?

Javier Martín Ruiz: Me alegra escuchar que se reconocen mis fotos. Siempre digo que yo fotografío el alma de los músicos, quiero trasmitir lo que están pensado con mis imágenes. Por eso me gustan tanto los primeros planos.
La relación con los Cero fue de mucha concentración. Cuando hicimos la gira les dije que se olvidaran de mí, como si yo no estuviera; es la forma de captar la naturalidad y la realidad de lo que ocurrió en esta gira, y cumplieron de maravilla. Me ignoraron totalmente, por lo menos cuando tenía la cámara en las manos. Me gusta que digas que el libro es una joya, sobre todo porque creo que cada año que pase tendrá más valor, por lo que significó la vuelta de 091. Ha sido una experiencia indescriptible de mucho trabajo pero la repetiría sin dudarlo, un placer estar al lado de estos músicos y amigos y de todo el equipo que los acompañaba. Fui un privilegiado.

JG: ¿Qué requisitos debe tener, según tu criterio, una buena fotografía? ¿Qué es lo más raro que has llegado a captar con tu cámara? ¿Qué imagen es la nunca querrías fotografiar?

Javier Martín Ruiz: El principal requisito es que la fotografía transmita. ¿Lo más raro que he fotografiado? Mismamente a ti tocando la guitarra (risas). Ya en serio, para mí lo raro está en la fotografía macro. Es sorprendente lo que hay en cualquier sitio si te acercas muchísimo, es un submundo paralelo al nuestro. Me apasiona la fotografía macro. La imagen que nunca querría captar es la de la muerte.

FJ: Tu trabajo consiste en estar siempre alerta. En una ocasión dijiste que cada instante de nuestra vida era una fotografía, y que el arte consistía en saber atrapar ese momento. ¿Qué te queda por captar todavía?

Javier Martín Ruiz: La fotografía es infinita, no tiene límites, ni principio ni final. Hay que estar en alerta constantemente, porque ese momento que captamos no se va a repetir en la vida: si lo consigues atrapar, bien; si no, ya no existe y, claro, tienes que estar como un animal cuando acecha a su presa para atacar. Se convierte en una bonita obsesión, el momento de apretar el disparador es una milésima de segundo y si te despistas y no disparas en el momento justo ya no sirve. Me queda mucho que captar porque, como ya he comentado, la fotografía no tiene límites, así que seguiré disparando y buscando ese instante que el ojo humano no ve a no ser que lo detengamos en una instantánea…Y ahí es donde te das cuenta de lo que es la vida, un instante tras otro. Además me queda que fotografiar a muchos grupos emergentes y consagrados. Esta ciudad no para de hacer músicos/as.

JG: Ahora viene cuando te la jugamos. ¿Te atreves a compartir con los lectores tu “top ten” de fotografías y comentarlas? Sabemos que te resultará realmente difícil escoger entre tu vasto archivo, pero…

Javier Martín Ruiz: ¡Ufff! Para mí quedarme con diez fotos es algo muy difícil. Aunque siempre he pensado que las fotos que hice en los 80 fueron muy especiales: BB King, Chic Corea con Enrique Morente, Paco de Lucía, Art Blake… Pero creo que es por una cuestión sentimental, y porque marcaron mi vida como fotógrafo. Aparte de las fotos estoy muy orgulloso de mi libro de los Cero, de la exposición de los 80 y de mis exposiciones digitales en el Lemon Rock, en las que estoy mostrando a muchas bandas de Granada; vamos por el segundo ciclo y ya puedo adelantaros que habrá un tercero, y un cuarto, y…
JG: Y, como siempre en Entre2vistas, finalizamos la tuya con el “Momento carta blanca”. Acábala como te apetezca.

Javier Martín Ruiz: Nos vemos en los conciertos, y saludadme cuando me veáis. ¡Me gusta!
*Entrevista publicada originalmente en secretOlivo.

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