José Gilabert Ramos: “No puedo imaginarme un mundo sin libros o una humanidad sin literatura”

Nacido en Vejer de la Frontera (Cádiz), José Gilabert Ramos pasó su infancia en Barbate (Cádiz). En sus años de estudios en Cádiz y Sevilla se aficionó al teatro, participando en la creación y puesta en escena de obras teatrales clásicas o de creación colectiva. Desde 1976 reside en Granada. Se incorporó al movimiento ciudadano vecinal, participando en la creación de la Asociación de Vecinos del Barrio de San Ildefonso. Creó y dirigió el grupo de teatro La Cuesta, formado por jóvenes del barrio de San Ildefonso de Granada. Durante la década de los 90 colaboró en actividades de animación sociocultural en el Centro de Mayores del Polígono de Cartuja, siendo animador de los talleres de Teatro y Carnaval. Participó en el equipo de redacción de la revista ‘Norte en movimiento’, editada desde el Centro Cívico Norte.

En la actualidad desarrolla su labor profesional como técnico especialista de Bibliotecas, Archivos y Museos en la Universidad de Granada. Colabora como voluntario en actividades de animación sociocultural en la Red de Mayores del Distrito Norte de Granada; es miembro del Equipo de Redacción de la Revista ‘MayoRed’ y director del Taller de Poesías.

Su producción literaria, centrada principalmente en la poesía, se inició en Granada a mediados de los años 80. Su poesía se caracteriza por una visión personal de lo cotidiano, por la vivencia compartida de las emociones y la búsqueda reflexiva del autoconocimiento.

Ha publicado los siguiente libros de poesía: ‘La mirada herida’, El Paisaje, Córdoba, 1984; ‘Gloria a Caín’, El Paisaje, Córdoba, 1986; ‘Tu voz en los pronombres’, Ayuntamiento de la Zubia, Granada 1988 (I Premio de Poesía Villa de la Zubia); ‘Las aceras de la prisa’, Barro, Sevilla,1992 (poemario finalista del Premio Barro de Poesía ); ‘Memoria de Loco’, Adhara, Granada, 1996; ‘Tiempo de mudanzas’, Dauro, Granada, 2003; y ‘La luz en la materia’, Ruiz de Aloza editores, Granada, 2012.

Ha sido incluido en las antologías de poesía: ‘Barro. Antología primera’ (1978-1993), Ed. Grupo Barro, Sevilla 1993; ‘Más de cien poemas para la primavera’, Asociación Granada Histórica y Cultural, Granada 2000; ‘Los años compartidos. Homenaje al poeta Juan Jesús León’, Editorial Alhulia, Salobreña-Granada 2010; ‘Andalucía en el verso. Biznaga de poesía andaluza’, Ediciones De papel, Córdoba 2012; y ‘Todo es poesía en Granada’. Esdrújula Ediciones, Granada 2015.

Javier Gilabert: Tu infancia discurre, indudablemente, marcada por el sol y por el mar gaditanos. La segunda mitad de tu vida, por el contrario, tiene como referencias las cumbres nevadas de la Sierra granadina y, a buen seguro, el cielo recortado por la Alhambra. ¿Qué hay de cada uno de esos lugares en tu poesía?

José Gilabert Ramos: Los paisajes y la luz de los lugares en los que discurrió mi infancia me han acompañado toda la vida. Cierro los ojos y estoy rodeado por el mar, los pinos y las dunas de Barbate. Todos los poemas de mi libro ‘Memoria de Loco’ son una evocación de esa luz del paraíso infantil y de la libertad de los juegos con los amigos. Por el contrario, ‘Las aceras de la prisa’ es una declaración de amor a esta Granada en la que vivo desde hace cuarenta años.

Fernando Jaén: Estudiaste Teología en Sevilla, ¿influyó esta circunstancia de algún modo en tu manera de sentir y escribir poesía?

José Gilabert Ramos: Al principio no mucho, porque yo empecé a escribir poemas ya en Granada a final de los años setenta y mis poemas de aquel tiempo eran más bien de temática político-social, incluso rallando en lo panfletario. Yo quería ser un poeta popular, un juglar del pueblo y mis estrofas preferidas eran las coplillas. Más adelante, a partir de ‘Memoria de Loco’, trato de huir del corsé de la rima y las estrofas clásicas para encontrar mi propio ritmo interior y un lenguaje poético adecuado que me permita expresar mis inquietudes más íntimas. Puede decirse que emprendí un itinerario que iba desde lo más épico a lo más lírico. Yo soy un escritor autodidacta, por eso, en este aprendizaje me fui acercando a la forma de escribir de autores que eran más jóvenes que yo, como Javier Egea, Luis García Montero, Inmaculada Mengíbar o Luis Muñoz.

J.G.: ¿Es la tuya una vida dedicada a los libros? ¿Qué papel crees que debería de desempeñar este objeto en la vida de los jóvenes de hoy en día?

José Gilabert Ramos: No puedo imaginarme un mundo sin libros o una humanidad sin literatura. El lenguaje y la escritura provocaron un enorme salto evolutivo en el ser humano y parece que ahora se quiere provocar otro salto con el predominio científico-técnico; pero se corre el riesgo de que se produzca una involución si se desvaloran la filosofía, la literatura o las artes. Los ideales de escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo se han quedado anticuados. El ideal de la juventud actual, según mi percepción y sin generalizar, es ganar mucho dinero y triunfar en la vida. Para eso no hacen falta libros, ya que todo el saber necesario está al alcance de un clic.
«Se corre el riesgo de que se produzca una involución si se desvaloran la filosofía, la literatura o las artes»

F.J: Citas en alguno de tus poemas a José Ángel Valente, poeta esencial y trascendente. ¿Qué significa este poeta para ti? ¿Qué hay de mística en tu poesía?

José Gilabert Ramos: Yo me apunté al magisterio de Valente desde el primer momento en el que conocí su poesía. La hondura de su palabra tan sincera y la identificación de Valente con lo más auténtico del alma humana me han llevado siempre a dejarme empapar de su lenguaje tan fuerte y a la vez tan silencioso.

J.G.: ¿Tienes poetas de cabecera? ¿Qué opinas de la poesía que se escribe en la actualidad?

José Gilabert Ramos: Por mi trabajo en el taller de poesía estoy obligado a releer a los y las poetas que vamos trabajando y eso me quita tiempo para estar al tanto de los autores más jóvenes. Yo personalmente me identifico con el lenguaje y el tono de Antonio Machado, con la humanidad de Gil de Biedma, con la espiritualidad de Valente, con la ironía de Ángel González, con la cotidianeidad de Ángeles Mora, con la luminosidad de José Iniesta o con la profundidad de Gerardo Venteo.

F.J: La mudanza, la sombra, el amor y la fe en el ser humano están presentes en tu obra. ¿Crees que tu poesía recorre caminos interiores para poder transitar mejor por el mudo que te rodea?

José Gilabert Ramos: Es verdad que todos esos temas aparecen de alguna forma en mi poesía porque en el fondo responden a ese anhelo de plenitud que es intrínseco al ser humano. En gran medida, y esto es un aprendizaje de Antonio Machado, suelo escribir poesía como si conversara conmigo mismo. Los poemas de juventud tratan de inquietudes juveniles, de una visión adolescente de la realidad y de las emociones; luego, ya en la madurez, uno descubre que el verdadero conocimiento no está fuera sino dentro. Entonces, el poeta que intentaba explicar el mundo empieza a transitar por el camino interior, tratando de buscar esa fuente de luz que habita en la materia.

J.G.: Tu poesía muestra lo cotidiano de una manera muy personal, basada en la experimentación y en la emoción. ¿Hasta qué punto puede servir ésta para alcanzar un conocimiento profundo de lo que somos?

José Gilabert Ramos: A mí me parece que se puede considerar a la poesía como un vehículo de conocimiento en la medida en que el lenguaje poético tiene la capacidad de nombrar lo que no puede nombrarse de otro modo. Más que una explicación racional de lo que somos, la poesía lo que aporta a la persona que escribe es una ventana por la que puede asomarse a la intuición y a la sorpresa que producen las propias emociones. Frente al misterio insondable de la vida, la poesía no nos da respuestas, pero nos incita a hacernos preguntas; y eso es ya un modo de autoconocimiento.

«Frente al misterio insondable de la vida, la poesía no nos da respuestas, pero nos incita a hacernos preguntas»

F.J: Has dedicado parte de tu obra al teatro. ¿En qué género te encuentras más cómodo? ¿Cuánto de poesía se puede encontrar en una obra de teatro?

José Gilabert Ramos: Entre la narrativa y la lírica hay una región fronteriza que es el teatro. Sin embargo, las artes escénicas son un vasto territorio en el que lo mismo puede cultivarse la poesía que las grandes parrafadas o los silencios más elocuentes. Lorca incluye extraordinarios poemas en casi todas sus tragedias, además de canciones o prosa poética. Mi relación con el teatro comenzó en Sevilla y luego continuó en Granada con el grupo La Cuesta. Después ha estado presente en mi labor de animación con personas mayores. Además, nuestros recitales de poesía del taller de la Red de Mayores son recitales escénicos, ya que procuramos crear una puesta en escena y un hilo argumental.

J.G.: Según se desprende de tu biografía eres a las claras un activista social, especialmente en lo que se refiere a los mayores. ¿Se ocupa nuestra sociedad de sus mayores como éstos se merecen? ¿Qué acogida suele tener la poesía en este sector de la población?

José Gilabert Ramos: Una faceta bastante gratificante de mi actividad como poeta es mi colaboración con los colectivos sociales que defienden los derechos humanos o apoyan las causas de los más desfavorecidos. De alguna manera, me he ido convirtiendo en algo así como un “poeta de guardia” al que le encargan letras y poemas. En el universo poético granadino yo me prodigo poco por arriba porque estoy ocupado por abajo aportando letras de flamenco, canciones de carnaval o poemas reivindicativos. Con las personas mayores del Distrito Norte mi colaboración es más formal, ya que coordino un taller de poesía desde el que hemos realizado un acercamiento a los principales poetas andaluces de la Generación del 27 o a autores granadinos como Federico García Lorca, Elena Martín Vivaldi, José Heredia Maya o Manuel Benítez Carrasco. Actualmente estamos trabajando la poesía de Ángel González.

F.J: Discúlpame la indiscreción, pero ya eres un poeta de una cierta edad enfrentado a las verdades del tiempo y coordinas la Red de Mayores del Distrito Norte de Granada. ¿Cómo afecta al poeta el proceso de envejecer?

José Gilabert Ramos: Envejecer es una imposición de nuestra condición biológica al que no deberíamos enfrentarnos, lo ideal, como tú dices, es tratar de entenderlo como un proceso y aceptar que ya no se tienen ni la vitalidad ni las inquietudes de la juventud o de la madurez. Eso es así en todos los aspectos de la vida, y no lo es menos en el aspecto creativo. Mi amigo Paco Malia me dijo, a propósito de ‘La luz en la materia’, que todos los poetas cuando se van volviendo viejos se vuelven místicos. La filosofía oriental sostiene que la vejez es la etapa de la espiritualidad. Así que en esas estamos.

J.G.: Momento ‘carta blanca’. Cierra la entrevista como te pida el cuerpo…

Jose Gilabert Ramos: Bueno, en primer lugar, quiero agradeceros a Fernando y a ti la amabilidad que habéis tenido al incluirme entre los autores de ‘Entre2vistas’ y me gustaría terminar reafirmándome en la necesidad de defender la palabra, la literatura, la filosofía y las artes frente al tsunami científico-técnico que pretende una humanidad cosificada y sin alma donde todo es mercancía.

Entrevista publicada originalmente en www.secretolivo.es

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