La «donación» de los Ford

Resaltó el señor Bernal, el consejero malagueño de Turismo, Cultura y Deporte del Gobierno de Juanma Moreno, en su primera visita a la Alhambra estrenando el cargo: el papel indiscutible del monumento granadino [la Alhambra] en Andalucía y España: «…un conjunto monumental perfectamente conservado que genera un importante impacto económico en Granada y la comunidad autónoma andaluza» —mucho se podría comentar al hilo de esto y ya se hará, pero no es ahora el objeto de mi opinión—. Un comentario que efectuó cuando el pasado jueves vino a “supervisar la colocación del arrocabe de la Torre de las Damas que “donado” [sic.] por la familia del escritor Richard Ford en 2020 y se creía perdido desde hacía casi dos siglos”. Lo de supervisar y donar, no deja de tener su gracia; y más lo de que se creía perdido desde hacía casi dos siglos, porque sería él, el señor Bernal, quién lo creía; o por quienes lo acompañaron en su inspección monumental reintegradora al conjunto.

Se conocía perfectamente lo que el “señor” Ford, por apostrofarlo de algo, hizo en Granada como algunos otros que se aproximaron por aquí para descubrir nuestros tesoros en aquel viaje iniciático a oriente que tan de mode se instaló entre cierta intelectualidad europea y americana: ingleses, franceses, alemanes y estadounidenses, principalmente, y de camino robar lo que pudieron de nuestro patrimonio y criticar a una España siempre acogedora y benévola con quién peor la trata.

Hasta ahí, entendible, mejor comprensible en quién de Cultura, como acción política y de gestión, no parece que por el momento ande muy sobrado, porque calificar de “donación” de los descendientes del expoliador Richard Ford (1796-1858) —individuo que trató muy regularmente a este país, a aquella España que tan amablemente lo acogiera junto a su familia—, a lo que realmente no es sino una “reintegración o una recuperación de un bien cultural de nuestro patrimonio histórico”, no deja de ser significativo en quién debe desenvolverse en la gestión de la cultura como la máxima autoridad autonómica. Y es que el lenguaje tiene su importancia, como la tienen las formas, por lo que situemos el excurso.

Richard Ford fue uno de los viajeros ingleses que más contribuyó a difundir la mala imagen de España, cubriéndola de tópicos que él discernía perfectamente, pero que empleó con ánimo de zaherir, para dar cuenta de un romanticismo pernicioso que el pretendía. Mas lo tozudo de la realidad “real”, de la auténtica, lo superó, y aunque en su obra otra cosa manifiesta, el resultado es hoy bien distinto al que buscó, al menos sobre su personalidad —en mi opinión despreciable—. Su A Handbook for Travellers in Spain and Readers at Home, de “fulminante éxito” y que según Gerald Brenan —otro ilustre al que hay que analizar con una visión poliédrica— constituye posiblemente “la mejor descripción de un país extranjero que se haya escrito en lengua inglesa”, fue objeto de múltiples ediciones y traducciones desde entonces. Pocos libros para ingleses ha ejercido mayor influencia en una imagen falsa de España que la Guía de Ford, donde si bien es cierto que confluyen un conocimiento enciclopédico minucioso, humor y sarcasmo, sagacidad e inventiva, imaginación y arbitrariedad, con el gusto por la España popular y entusiasmo por el país, “junto al desprecio por sus cosas, presentadas en un envoltorio que no disimulaba la superioridad despectiva de la que Ford hizo gala siempre. “Nunca estaba satisfecho con la España como era, ni tampoco estaba a gusto con la España que lo acogía”, como pone de manifiesto T. Burns en Hispanomanía. Tanto hasta el punto de que Blanca Krauel Heredia, de la Universidad de Málaga, de la que procede el consejero Bernal, lo calificara debidamente como “un inglesito petulante y envarado”, pienso que quedándose muy corta en su apreciación sobre ese recalcitrantemente romanticismo e hispanismo inglés dañino de tiempos del matrimonio Lady Holland-Blanco White y Richard Ford-Harriet Capel, su esposa, con la que llegara en 1830 por Gibraltar para aliviar sus dolencias.

Por eso, no debe pasar indiferente que el máximo representante de la cultura en esta Andalucía insospechada, Arturo Bernal Bergua, que vino el pasado día 1 de septiembre para supervisar la reintegración de lo robado por Ford vulnerando la confianza de los Gobernadores de la Alhambra que le permitieron vivir en ella en tres ocasiones, califique ahora como “donación” lo que no ha sido precisamente un regalo, se vea como se vea.

Personalmente me habría gustado escuchar las declaraciones de Bernal en otro sentido, hablando de “reparación histórica” y de “devolución de aquello que era nuestro, pero fue objeto de un incalificable latrocinio”; como lo fue también la apropiación torticera de la techumbre de la Sala de las Damas, que se encuentra en el Museo Pergamo de Berlín, por el ciudadano alemán Arthur von Gwinner. Otro asunto doloroso en el que tendrá tiempo de emplearse el nuevo consejero si quiere volver a hablar de otra “donación”, si es que consigue que regrese algún día ese otro pedacito de la Alhambra.

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COMENTARIOS

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    Manuel juan 2 años

    Al artículo de Cesar Girón magnifico, preciso y conveniente.

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