La nada con sifón

Para los más jóvenes, el sifón era una bebida carbónica muy popular hace años, embotellada a presión en recipiente de vidrio grueso que, accionando un dispensador, se usaba hasta bien entrados los sesenta, primero como bebida sustitutiva del agua de Seltz y después, como aditivo del vino tinto o para mezclar con el clásico vermouth, para rebajar otras bebidas alcohólicas de alta graduación.

“Nada con sifón” fue después una sección de “La Codorniz” (La revista para lectores inteligentes), que hasta 1977 corrió a cargo del excelente crítico cinematográfico Alfonso Sánchez y que como su propio título indica, se utilizó para poner de “chupa de dómine”, a inútiles con pretensiones.

Sirva esa introducción para situarnos en el momento actual y englobar en el concepto de “la nada con sifón”, a toda nuestra clase política, principalmente a los partidos de la izquierda, incapaces patológicos a la hora de ponerse de acuerdo, lo que históricamente ha llevado a este país a situaciones gravísimas de triste recuerdo.

“Estoy hasta los cojones de todos nosotros”. La frase fue pronunciada por Estanislao Figueras, primer presidente de la malograda Primera República Española, cuando tras la enésima reunión de políticos incapaces de llegar a ningún acuerdo, se levantó de la mesa y pronunció tan rotunda sentencia. Al día siguiente, el hombre cogió un tren y se fue a Francia, sin ni siquiera llegar a presentar su dimisión. Eso no va a pasar ahora, porque ni Sánchez, ni Casado, ni Rivera, ni Iglesias, tienen el más elemental sentido de la autocrítica, ni la vergüenza torera necesaria para dar un paso atrás, una vez demostrada su incompetencia para gobernar esta nación.

En la historia de este país, son muchos los periodos políticos bautizados por algunas de sus características, “El Bienio Negro”, “El Sexenio Revolucionario”, “El Trienio Liberal”, etc; pues bien, cuando dentro de algunos años se estudie en los manuales de historia el periodo comprendido entre 2015 y 2019, seguro que podría ser bautizado como “El Cuatrienio de los Incapaces”, en el que unos políticos irresponsables, e incompetentes, llevaron a este país a cuatro procesos electorales (como mínimo), dejándole inerme ante situaciones tan graves, como la sentencia del Procés, un Brexit a las bravas, o la amenaza de nueva crisis económica que se vislumbra en el horizonte.

En una situación inédita y sin precedentes en España, los ciudadanos han sido llamados a las urnas para unas elecciones generales, cuatro veces en tan solo cuatro años. Votamos el 20 de diciembre de 2015 y tras la falta de acuerdo entre las fuerzas políticas para formar Gobierno, tuvimos que volver a las urnas el 26 de junio de 2016, siendo investido entonces Mariano Rajoy.

La moción de censura de junio de 2018 sacó al PP de La Moncloa y llevó al Gobierno a Pedro Sánchez que, ocho meses después, se vio obligado a convocar elecciones para el 28 de abril de 2019, al no conseguir aprobar los Presupuestos para 2019 y por fin, para rizar el rizo de la incompetencia, tan solo siete meses después, nos llaman de nuevo a votar el próximo 10 de noviembre, por la incapacidad de conseguir una investidura.

Así las cosas, más que “la fiesta de la Democracia”, las citas electorales se van a convertir en este país, en “la pesadilla de los electores”, que no podemos entender la estulticia de nuestros “elegidos” para hacer su trabajo y estamos muy próximos a decir aquello de don Estanislao, solo que adaptándo su frase al lenguaje inclusivo: “Estamos hasta las gónadas de todos vosotros”.

Que el principal responsable de este desastre, que aún siendo todos, no es otro que el presidente en funciones y candidato con más escaños y votos tras las últimas elecciones, diga en su comparecencia convocada para anunciar la convocatoria de nuevas elecciones que, “Pedimos a los españoles una mayoría más clara el 10 de noviembre”, es sencillamente bochornoso. Puede que su asesor aúlico, el ínclito Ivan Redondo, le haya rendido buenos servicios hasta le fecha -también algunos fiascos gloriosos-, pero lo cierto es que en este asunto capital, el Rasputín de las Hurdes, puede enterrar a Pedro Sánchez y con él al PSOE, para un buen puñado de años.

El próximo día 10 de noviembre pueden ocurrir dos cosas; en el mejor de los casos para Pedro Sánchez, que se den unos resultados muy parecidos a los que a día de hoy tiene sobre la mesa y en el peor, que las derechas sumen. En el primer caso, no se me ocurre muy bien con quién y de qué, va a poder hablar Sánchez, tras el espectáculo de estos cinco meses y en el segundo el autor de “Manual de Resistencia”, estará sencillamente muerto para la política y con su cadáver arrastrará al PSOE, a una travesía del desierto de imprevisibles consecuencias.

¿De verdad les habrá merecido la pena?

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COMENTARIOS

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    Luis Llorente 5 años

    En ese reparto de culpas…¿qué nos corresponde a los votantes, a los ciudadanos?, porque de algo seremos responsables, digo yo, que la autocrítica debe empezar por uno mismo. Los partidos no son mas que reflejos de la propia sociedad y lo que ocurre en unos comicios también, nos guste o no. En este caso parece que nadie ha quedado satisfecho, pero ¿somos capaces de valorar las propuestas como es debido? ¿tenemos la formación cívica para hacerlo?,¿Nos interesamos por trabajar socialmente y por tenert contacto con los problemas reales en oeriodos fuera de las elecciones, o nos conformamos con votar el día señalado y luego ponernos a criticar los otros tres años y pico?.

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