La vida, la gente, no ni ná

Toni “el gitano” cantaba hace muchos años:“tengo quince años y voy pá decisáis”. Yo puedo cantar: “tengo cincuenta y cinco años y voy pá cincuenta y sai”.

A lo largo de mi vida he conocido a miles de personas, sin exagerar. He tenido la suerte de encontrarme mayoritariamente con gente buena (colegio, universidad, trabajo, política,…). También me he cruzado con gente mala. Pura estadística. Cada uno es de su padre y de su madre.

Hay gente buena y gente mala de nacimiento en este mundo. Por mi experiencia, he llegado a la conclusión de que el carácter de las personas es genético (generoso, lascivo, perezoso, impulsivo, violento,…), siendo este carácter modulado por el medio en donde desarrolle su vida (guerras, barrios marginales, alta sociedad, desierto, áreas superpobladas,…). En las sociedades occidentales, con unos servicios que aseguran la supervivencia de las personas, tendríamos una distribución estadística de “Campana de Gauss corregida”: habría gente bondadosa o malvada de nacimiento en los extremos y la mayor parte de la población se situaría más cerca del extremo bondadoso, básicamente debido a la educación recibida y a la no necesidad de tener comportamientos antisociales para asegurar la existencia. Viva el Modelo Social Europeo.

En estos años he aprendido algunas cosas de las relaciones sociales. Más sabe el diablo por viejo, que por diablo.

Las relaciones humanas deben ser simbióticas en todas sus facetas (emocionales, económicas, lúdicas,…). Todos deben ganar, en un balance global positivo.

La coherencia personal, la integridad, la lealtad y el compromiso son valores intrínsecamente buenos, y permiten construir una personalidad y unas relaciones humanas positivas y equilibradas.

Hay que alejarse de la gente tóxica y negativa.

Los malvados, si no te la gastan antes, te la gastan después. Como decía el alacrán en la fábula de Esopo: “es mi naturaleza”, y a ellos solo se importan ellos. La maldad puede tener un origen comprensible, pero nunca es justificable, y la maldad gratuita es absolutamente repudiable.

Hay que ayudar a quien se lo merece. No todo el mundo se lo merece.

Hay más tontos que listos, pero no por cuestión biológica, sino por pereza mental. Es más fácil que otros te arreglen los problemas. En algunos casos, más que tontos son muy listos. Aunque también es verdad, que donde hay un tonto, suele haber un listo. Tan culpable del engaño es el que engaña como el que se deja engañar.

Esto no quita para que todo el mundo cometa estupideces a lo largo de la vida, incluso los más inteligentes.

Nadie es perfecto, y todos nos creemos mejores de lo que somos realmente.

Hasta la persona más paciente, tiene un límite. A caballo sodomizado, no le toques los c… (proverbio de mi cosecha).

Equivocarse es humano (“errare humanum est”). El error sirve para aprender. Asumir la equivocación es madurez y arreglar el mal creado es sabiduría.

Pedir perdón no es mostrar debilidad, sino el reconocimiento del daño ocasionado y un medio de reparación del mismo.

Para tomar decisiones en la vida o para resolver problemas, la aplicación del “Método científico” es muy útil. Pero esto no asegura que las decisiones sean acertadas, todo dependerá de la capacidad de la persona de saber “leer” la realidad y asumirla. “La verdad os hará libres” (Jesucristo).

Es mejor ser proactivo, constructivo, posibilista y práctico. Gato blanco, gato negro, lo importante es que cace ratones. Bien está, lo que bien acaba.

En vez de perder el tiempo y la energía en inútiles lamentos, hay que buscar como remediar el desaguisado y actuar. Siempre para adelante. No hay mal que cien años dure.

Todo tiene solución en esta vida, menos la muerte.

Y para morirse solo hace falta estar vivo.

“El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra” (Néstor Roulet). Y algunos muchas veces. En la “bucólica” naturaleza salvaje, el resto de animales no suelen tener una segunda oportunidad.

También es cierto que hay gente que nace con estrella y otros nacen estrellados. La vida no es justa, y la realidad es prosaica y dura.

No obstante, hay personas cuya felicidad parece surgir de cultivar su infelicidad, buscada constantemente. Como los cerdos, parece que le gusta revolcarse en su porquería.

Podemos definir a la vida como un sistema estocástico (intervienen infinitas circunstancias que no controlamos) y entrópico (tiende al caos). Es imposible controlarla. El futuro no está escrito, pero predominantemente es consecuencia del pasado y del presente. Generalmente se recoge lo que se siembra. “Dios ayuda a quien se ayuda” (Esopo).

Cada día que vivimos, es un día más, no un día menos.

La alegría de la vida es la suma de las pequeñas alegrías del día a día (la vidilla).

El odio, la envidia, la venganza y el rencor son sentimientos que destruyen a la persona, aunque puedan tener un origen justificable. Vivir solo para alimentarlos, solo alimentará la infelicidad y la autodestrucción.

Además, el tiempo pone a cada uno en su sitio. Arrieros somos y en el camino nos encontraremos.

“Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor” (Cristina y Los Stop).

“El amor es un misterio, que solo importa a dos” (Luz Casal).

El sentido de la vida es algo absolutamente personal. Invito a ver la homónima película de los Monty Python, especialmente el colofón de su escena final.

Ante la duda existencial, me remito a Leño en una perfecta mixtura socratico-cartesiana:

“No sé si estoy en lo cierto
Lo cierto es que estoy aquí
Otros por menos han muerto
Maneras de vivir”.

En resumen, trasladando al andalú el latinajo “O temporá, o mores”: “La gente, la vida, no ni na”.

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COMENTARIOS

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    Sandra Martinez 12 meses

    Querido amigo, faltó en tus citas mencionar el protagonismo de Pedro Navaja con «La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…» y tú eres una sorpresa de esas que la vida te regala. Gracias por tus aportaciones y tus lecturas amables, esas de las que hacen el bien y tanto se hacen en falta

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