Linchamiento

Hemos conocido varios sucesos en los últimos días que dan buena prueba de la involución o estancamiento que padece la humanidad, y quisiera analizarlos y compartirlos desde una perspectiva, digamos, condescendiente; no me complace autolesionarme y soy uno más de nuestra especie.

En este país, el de los Reyes Católicos, era inconcebible hasta hace poco una alternativa a la asignatura de religión, así como el hecho de no ser bautizados o hacer la primera comunión, por eso y por las películas que cada Semana Santa dan por televisión, amén de haber estudiado el Catecismo y los Evangelios al dedillo, conocemos vida y milagros de Jesús de Nazaret, cosa que desde mi ateísmo o agnosticismo, situadme donde os plazca, hoy catalogo como mitología cristiana, ya que no dista mucho este cuento de los trabajos de Hércules o la incalculable promiscuidad de Zeus.

Pero la verdad es que de niños, inmersos por obligación en la fe católica, nos parecía demencial y abominable el suplicio al que fue sometido el hijo de un carpintero solo por predicar la paz y el amor al prójimo.

Qué cinismo el de Caifás, qué vileza la de Pilatos y qué cruel la muchedumbre que prefirió salvar al delincuente Barrabás, y no contenta solo con eso, para más inri, le escupieron, golpearon e insultaron de camino al Calvario, donde tendría lugar su horrible muerte.

¿Qué enseñanza extraemos de todo esto? Bueno, los que se aliaron con el mito, véase la Iglesia, lleva siglos devolviendo la pelota, más por interés que por venganza, pero esa historia merecería un capítulo aparte y bastante largo. Ahora bien, el resto de los mortales, adoctrinados por defecto, suspendemos de manera muy deficiente, pero por no infligirnos demasiado daño nos aplicaremos el eufemismo de moda en la docencia, necesitamos mejorar, y mucho.

Como enuncié al inicio, han ocurrido algunas cosas estos días dignas de estudio que nos llevan a entonar el mea culpa. El que fuera concejal del Ayuntamiento de Granada, José Miguel Castillo Higueras, fue asesinado a primeras horas de una mañana cualquiera sin que ningún transeúnte, en al menos media hora, se preocupara por auxiliarlo.

Ríos de tinta virtual hemos vomitado en las redes contra el asesino, contra las personas que omitieron su socorro y hasta contra aquellos próceres que dedicaban unas palabras de pesar por el terrible incidente. Concretamente, se culpó al alcalde por la inseguridad de nuestra ciudad. ¡En pleno centro!, decía alguien indignadísimo, como si estas cosas fueran exclusivas de un barrio obrero. Se podía leer entre líneas: esto con Franco no pasaba. Claro, a lo mejor la memoria selectiva no permite recordar el crimen de los abogados de Atocha, tal vez se los tendrían que haber llevado a Vallecas, en fin… Poco después tuvimos conocimiento de la muerte del fotógrafo René Robert, que permaneció durante 9 horas tirado en una céntrica y concurrida calle de París hasta congelarse. Se me antoja que más de un granadino ha comparado ambos fallecimientos tomando el parámetro del tiempo, es decir: media hora contra nueve. Son peores los franceses que nosotros, puede haber pensado, no para obtener consuelo, sino para alimentar el odio que se profesa a los gabachos desde época napoleónica.

De nuevo la memoria selectiva o la ignorancia, no permite recordar o saber que al general Spínola se le nombra en los Países Bajos para asustar a los niños como aquí empleamos al hombre del saco.

Hace unos días tuvo lugar un incendio en La Chana, parece que en una parcela abandonada y hoy cuajada de chabolas que dan cobijo a unos migrantes rumanos de etnia gitana. La que se desató en una página de Facebook fue menuda, las manidas frases como: Eso les pasa por acumular mierda y no saber vivir en sociedad; Que se vuelvan a su país, solo vienen a delinquir; Ya se veía venir, tarde o temprano tenía que ocurrir. Comienza el cruce de acusaciones con el buen samaritano: Pobrecitos, hay muchos que vienen solo a trabajar para tener una vida más digna; Pues llévatelos a tu casa; Si tú te encontraras en una situación así… A esos los arreglaba yo… Qué racistas sois, no tenéis compasión.

Volvemos a encontrarnos, dos milenios después, en aquel juicio sumarísimo en el que unos se lamentan sin hacer nada y otros se suman a este linchamiento perpetuo. Y es curioso que los más apegados a la diestra, aquellos que incluso una vez al año rememoran el ancestral crimen con pasión, son también los mismos que se dedican a crucificar a todo cristo, en tanto los de la siniestra se asoman a lloriquear por la plaza de la picota, que es en lo que hemos convertido hoy las redes sociales. Nos vemos en breve, podéis ir en paz.

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