Macarena, sus «disculpas» y la Santa Compaña

Durante siglos, y aún a día de hoy, la Santa Compaña se ha convertido en una de las leyendas más extendidas de Galicia, con estrecha relación con el Camino de Santiago. Avivando terrores de niños y por supuesto de caminantes y pastores durante la noche, la también conocida como Procesión de Ánimas se debate entre el mito y la realidad.

La leyenda habla de la aparición de una fila de encapuchados fantasmales cuya función no es otra que la de visitar o poner en aviso de una futura defunción. La Santa Compaña aparece encabezada por una persona viva, un mortal, a quien siguen varios encapuchados en una perfecta fila que queda acompañada por cánticos y rezos.

Imaginen a un grupo de muertos pasando por la calle junto a su casa, cantando historias de muerte y esparciendo una energía espeluznante de la que quieres escapar a toda costa.

Pues bien durante estos días estamos asistiendo a la Santa Compaña 6.0, esa procesión liderada por Macarena Olona, que recorre el Camino de Santiago, no sabemos si para «agradecer» la milagrosa recuperación de la enfermedad que «obligó» a Maca a dejar su escaño en el Parlamento Andaluz, o si para encomendarse al Apóstol en su próxima aventura política, para la que dice estar  «como un toro deseando salir a la plaza».

Está claro que dentro de los milagros de Santiago -no Abascal, sino el Zebedeo-, esta el de haberle devuelto la salud a la musa ultra, quien no hace ni tan siquiera un mes, anunciaba compungida su abandono de la política -por supuesto andaluza- debido a un grave problema de salud, que luego hemos sabido se trataba de hipotiroidismo, dolencia con la que conviven miles de personas en este país y que combaten con una sencilla pastilla, sin poderse permitir el lujo de abandonar su actividad laboral y mucho menos  emprender esa especie de corte de los milagros en forma de peregrinaje, con la que la alicantina-madrileña-granadina-salobreñera-sevillana, pretende recuperar el primer plano de la atención mediática perdida.

Seguramente que Santiago, conocido por su apodo de «Matamoros», aunque muriera cinco siglos antes de que los de la media luna llegarán a la Península, haya querido «agradecer» a Macarena sus soflamas racistas y xenófobas contra todo magrebí que se le cruce en el camino, restaurándole su preciada tiroides, hasta el punto de convertirla en un toro de Osborne, deseando salir a la plaza… si es que el alguacilillo Espinosa de los Monteros da su venia.

El caso es que la Santa Compaña continúa su aproximación a Compostela, en una extraña mezcolanza de frikilandia y misticismo ultra, adobada con un culto enfermizo a la personalidad que ya le hubiera gustado diseñar a Joseph Goebbels, para mayor gloria de su adorado Adolf. Una vez en el Obradoiro sus fieles esperan una especie de revelación, que no podría ser otra, que el anuncio de su suma sacerdotisa de su vuelta a la política de 8000 euros mensuales, cantidad muy alejada de la que iba a percibir en Andalucía, lo que muy probablemente fuera el factor desencadenante de su hipotiroidismo fulminante.

En un papel digno de la mejor María Guerrero, «Macarena de Graná» se  pronunciaba sobre su salida del Parlamento andaluz y pedía perdón a los votantes de Vox, y reconociendo que “uno de los pesos que llevo conmigo es Andalucía, a la que quiero pedir disculpas».

Y no, Olona, no. Yo como andaluz no disculpo que hayas utilizado mi tierra para tus intereses partidarios, que nos hayas chuleado con tu lugar de residencia, que te hayas escudado en una  enfermedad «cuasi imaginaria» para abandonar a tus votantes, que ahora te hayas curado por obra y gracia del Apóstol Santiago y quieras volver a Madrid.

No disculpo que hayas demostrado que te importa más el pastizal que cobrabas en el Congreso que respetar las instituciones andaluzas. No te disculpo porque hayas tomado a los andaluces por gilipollas, ni por burlarte de nuestras tradiciones utilizándolas como una caroca.

No disculpo tu prepotencia, tu odio y tu rencor. No disculpo tus paripés de niñata consentida, camino de Santiago mediante; no disculpo tus montajes mediáticos, tu histrionismo, tu falta de educación y sobre todo no disculpo que seas una fascista maquillada de demócrata.

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