Malos tiempos para lo público

Pasito a paso, con todo sigilo y sin hacer mucho ruido, la Junta de Andalucía ha iniciado su campaña para acabar con el sector público, con especial predilección por todo aquel que tenga relación con Granada, donde si no lo remediamos, después del paso del dúo Juanma-Bendodo, no volverá a crecer la hierba de empresas y entidades públicas.

En la primera lección del manual del perfecto privatizador figura con letras de oro que la tarea principal, debe ser el desprestigio de aquello que se pretende liquidar de la esfera pública, para entregarlo con un lazo a esos «amigos» que siempre aparecen al rescate en el momento oportuno, para dar el pelotazo de sus vidas con lo que hasta ahora ha sido de todos y dentro de muy poco será solo suyo.

No sé si habrán reparado ustedes en el goteo de noticias de las últimas semanas, en las que parapetada en auditorías ultraliberales, la Junta parece haberle puesto la proa a señas de identidad del sector público de Granada, como es el caso de Sierra Nevada, la Escuela Andaluza de Salud Pública, o el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud.

La auditoría firmada por la consultora Deloite sobre Cetursa, abre claramente la puerta a su privatización. La necesidad de entrada de capital privado en Sierra Nevada es una de las principales conclusiones del informe elaborado por la consultora, junto a la urgencia por «mejorar» la política de recursos humanos, que la firma señala como una de las principales debilidades de la empresa.

Deloite, empresa sancionada con una multa de 12 millones por su auditoría a Bankia, ha llegado a la «brillante» conclusión de que Cetursa no es rentable, extremo este que pone a huevo a los discípulos privatizadores de Aznar, el entregar la estación invernal granadina al mejor postor, después de que haya sido el sector público, el que tras invertir centenares de millones de euros de todos los andaluces, rescatara a Sierra Nevada de la ruina en la que la sumió la gestión privada y la convirtiera después de la mejor estación invernal de España y una de las mejores de Europa.

Dice Deloite que Sierra Nevada no es rentable, sobre todo si se la compara con otras estaciones españolas, olvidándose de que solo la «rentabilidad» no es precisamente el objetivo con que se acometió el proyecto de CETURSA como empresa pública.

Y como no, señalan los «sesudos» auditores, la solución pasa por que la Junta  dé entrada de más capital privado. Hablando en plata, privatizar la estación, entregándola en pleno funcionamiento a cualquier mirlo blanco, como ya hiciera en su tiempo Aznar con Telefónica y su compañero de pupitre.

Tampoco debería sorprendernos que los ultraliberales consultores apunten hacia los trabajadores como causa de buena parte del «problema» de rentabilidad de la empresa, señalando que «el principal aspecto que condiciona esta situación es la desproporcionalidad del coste de personal respecto al resto de costes operativos». O sea que los trabajadores cobran mucho y eso no puede ser.

Si Deloite deja a la Sierra con un torpedo en su línea de flotación, Accenture no deja mucho mejor parado a otra de las palancas de futuro de Granada, como es el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud, del que dice que es el parque peor gestionado de Andalucía, señalando que la Fundación que lo gestiona “sufre un grave riesgo de insolvencia a corto plazo, aunque dispone de suficientes activos como para hacer frente a sus deudas a largo plazo”. Para no aburrirles con muchos datos, la cosa es tan simple como que la Junta pretende no gastarse un euro en el PTS y que este empiece a buscarse la vida para hacer frente a sus deudas.

Junto con Cartuja, en Sevilla y el Parque Tecnológico de Andalucía, en Málaga, especializado en Electrónica, Información, Informática y Telecomunicaciones, el PTS de Granada debería ser el referente en los temas relacionados con la salud y el conocimiento, algo muy difícil de conseguir ante el ninguneo de que está siendo objeto por parte de una Junta de Andalucía, descaradamente volcada con Málaga y Sevilla.

Sumen ustedes la liquidación de la Escuela Andaluza de Salud Pública y la agonía de un Palacio de Congresos, para el que Gobierno andaluz no parece dispuesta a soltar un euro y compondremos un panorama absolutamente desolador para el futuro de Granada.

Pero tiéntense la ropa porque el muy malagueño consejero plenipotenciario, Elías Bendodo, ha dicho que no hay de qué preocuparse porque «no tenemos intención de privatizar nada, sino que la cosa funcione» y que «las auditorías son la opinión de una empresa experta», para precisar seguidamente que «la decisión la toma el Gobierno porque la auditoría es una hoja de ruta que marca una estrategia y a partir de ahí decide el ejecutivo». No sé ustedes pero a servidor se le ponen los pelos como escarpias ante tanta «magnanimidad» gubernativa.

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