Marifrán va a misa

Otros partidos podrán decir misa, pero es el Partido Popular el que mejor explota la fe y la tradición popular y más provecho les saca. En su currículum brilla con luz propia casi un siglo de nacionalcatolicismo que ha dejado en el pueblo la impronta de que lo que dicen sus gerifaltes va a misa. Marifrán, siguiendo el populismo de Ayuso, amén de rezar en su casa, ha decidido hacer la misa en la de otros y pastorear ovejas de la secta católica, de la evangélica o de cualquier otro rebaño con la razón distorsionada que se le ponga a tiro.

Antonio Vallejo, enorme flamenco a pesar de practicar la denigrante tradición de bailar el agua a caciques y señoritos, ha sido el encargado de vestir el altar para que Marifrán diga la misa. Sabedora ella de que el cura, el pastor y el vicario dejan en segundo plano la misa para poner todo su interés en el jarro, ha prometido, a cambio de votos, una parcela para edificar en este mundo una sucursal del Paraíso. Debieran saber los crédulos devotos que, cuando un corsario o corsaria promete misas y cera, mal agüero trae en su galera.

Quien ha asistido a muchas misas y ha visto mucho santo sabe que las promesas no son para tanto cuando consigue el trono quien promete. Mucho aplauso ha recibido Marifrán de un rebaño sumiso a la orden de su pastor, pero debiera pensar que mucho amén echa las misas a perder. Sirva la manipulación a los evangelistas para mostrar la concepción utilitarista que tiene el PP de las religiones: abraza al Jehová evangélico, al Cristo de los Gitanos, al de los Favores, a la Virgen de las Angustias y al Fray Leopoldo mendicante.

El poco escrúpulo de Marifrán, y de sus votantes, hace de ella la única candidata a la alcaldía capaz de estar en misa y repicando, de poner velas a Dios y al Diablo. Es la mayor ventaja que ofrece el hecho de saber de la misa la media. El candidato Paco Cuenca, como la campana, sin entrar en misa a todos llama. No descuida Paco el voto meapilas, aunque le hacen el mismo caso que a la campana que toca a misa pero no participa. Sólo en campaña ha roto Carazo la norma de que a misa temprano nunca acude el amo.

Granada es la tierra de un pueblo falto de pan y escaso de cultura y, por ende, supersticioso, sumiso y obediente a curas y señoritos. El mundo político sabe que en Algarinejo tocan a misa con un pellejo, en la Alpujarra con una jarra y que el sillón de la plaza del Carmen bien vale una misa. En los mentideros se comenta que quienes van a misa en coche, lo primero que preguntan es cuánto vale el sacerdote. Sepa y tome nota el pueblo de Granada: en año de votos, es virtud llegar tarde a misa, entrar despacio y salir de prisa.

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