Memoria política para no morir en el intento

La memoria es la capacidad de registrar, almacenar, y recuperar información cuando es necesaria. En el día a día es una capacidad esencial que nos permite aprender acciones nuevas, recordar conocimientos, eventos del pasado, o revivir emociones y sensaciones y gracias a ella podemos reflexionar sobre nuestras vivencias, sus consecuencias y evitar no tropezar dos veces en la misma piedra al recordar el pasado.

Sin memoria dejamos de ser humanos, porque somos la suma de nuestros recuerdos. Nos proporcionan un sentido privado y continuo del yo. Cambiar de memoria es cambiar de identidad y aunque los recuerdos no son esenciales para la supervivencia, una vida sin memoria no sería vida, como una inteligencia sin posibilidad de expresarse no sería inteligencia y es que nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento. Sin ella no somos nada. La memoria, indispensable y portentosa, es también frágil y vulnerable. De ahí el drama de perderla.

Posiblemente una de las enfermedades más terribles que nos puede afectar hoy en día sea la del Alzheimer, que empieza con el olvido de eventos o conversaciones recientes y termina con un grave deterioro de la memoria que borrará todos nuestros recuerdos…

Contra el Alzheimer lamentablemente hoy nada se puede hacer, pero sí que podemos y debemos luchar contra la pérdida voluntaria de memoria que no es otra que aquella derivada de la incomodidad de recordar determinadas cuestiones, o aún peor, la de supeditar los recuerdos de un tiempo pasado y sus consecuencias, a los argumentarios talibanes administrados por «spin doctors políticos», quienes presumen que la ciudadanía ha caído en un alzhemier general que ha borrado las «fechorías» de sus jefes.

Admitir esa «amnesia» y no ejercitar nuestra memoria política y social, se está convirtiendo en una lacra insostenible que faculta a nuestros políticos a cometer las mayores tropelías, desde en el convencimiento de que no tendrán consecuencia. Primar la ideología sobre la memoria y la consecuencia, nos está llevando como sociedad al borde del precipicio.

Si contra el Alzheimer cognitivo, lamentablemente nada podemos hacer, sí que podemos y debemos combatir con todas nuestras fuerzas el Alzheimer político que algunos promueven, porque sencillamente nos va nuestro futuro en ello, tanto en lo individual, como en lo colectivo.

Que en los tiempos que corren hay grupos políticos, económicos y sociales, empeñados en eliminar el espíritu crítico de cada uno de nosotros como individuos, es una evidencia palmaria. El Trumpismo y los populismos basados en las teorías de Steve Bannon, que tanto éxito están cosechando en formaciones ultraderechistas de medio mundo, son un ejemplo evidente de lo dicho.

Esta misma semana hemos conocido que Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, ha sido portada en Gran Bretaña investigado por fraude. En España controla buena parte de los medios de comunicación, es íntimo de Feijóo y cuenta en nómina con Ángel Acebes y Fátima Báñez, exministros del PP, Antonio Miguel Carmona, que fuera candidato del PSOE a la comunidad de Madrid, el marido de Cospedal, exsecretaria general del PP, o el hijo de Fernández Vara, presidente de Extremadura.

Mensajes de un simplismo vergonzante y groseras mentiras amplificadas hasta la náusea por un enjambre de medios de comunicación, creados y sostenidos exclusivamente para convertirse en altavoces de esos mensajes, que a fuerza de repetirse anulan la capacidad de análisis y crítica de millones de votantes, convertidos en una especie de zombis políticos, incapaces de ejercitar su capacidad de crítica y prestos a reproducir como papagayos, las consignas dictadas desde esos grupos y a votar lo que ellos indiquen.

Como ejemplo palmario de todo anterior sirva lo que hoy jueves va a ocurrir en el Congreso, donde el PP, Vox y Ciudadanos, van a votar en contra -salvo sorpresa monumental- del decreto de ahorro energético, cuyas medidas han sido aplaudidas por la presidenta de la Comisión Europea, incluso propuestas, semanas antes de su redacción, por el mismísimo líder del PP, que esta mañana va a votar en contra, de lo que él mismo propuso hace tan solo un par de semanas.

Tener memoria política es la única defensa del ciudadano de a pie contra la manipulación con la que esos poderes, que no se presentan a las elecciones, pretenden seguir siendo los dueños de este país.

Hay que recordar que quienes ahora encabezan las encuestas, nos mintieron para meter a España en la guerra de Irak, lo hicieron con la autoría del peor atentado terrorista de nuestra historia el 11M; con los accidentes del YAK, del Metro de Valencia, del Alvia de Angrois y del Madrid Arena; lo volvieron a hacer con el rescate de la banca, que según ellos no nos iba a costar un euro y con el de las autovías radiales; nos engañaron con el Sovaldi, con los copagos farmacéuticos, con las viviendas sociales vendidas a fondos buitre; nos mintieron con los costes de la visita del Papa a Valencia, gran parte de los cuales fueron a amiguitos del alma y a financiar a su partido; nos han mentido con sus CV, sus licenciaturas low cost y sus másteres por la cara.

Conviene no olvidar que, si por el PP fuera, la sanidad no sería tan universal, habría muchas menos becas y serían para los más pudientes, no tendríamos descuento en la gasolina, ni tope al precio del gas, nos podrían despedir estando de baja por enfermedad, no tendríamos un salario mínimo en 1000 euros que en otoño puede llegar a los 1200 y no serías indefinido porque te seguirían contratando de aquella manera.

Además, hay que tener memoria para recordar que quienes ahora piden nuestros votos para volver al gobierno, se han opuesto a todos los avances sociales se este país, aunque luego hayan sido los primeros en beneficiarse de ellos. Ocurrió con las leyes del divorcio, del aborto, del matrimonio igualitario y ocurrirá con la ley de muerte digna, la de igualdad, o la ley trans.

Hay que tener memoria para recordar que este partido promueve la rebelión institucional de sus comunidades ante las leyes, para no olvidar el trato que este partido ha dado a las víctimas del terrorismo que no son de su cuerda, llegando incluso a llamar «puta» a Pilar Manjón; para que no se nos pase que fue un gobierno de Aznar quien llamó a ETA «movimiento vasco de liberación nacional» y acercó a decenas de sus presos a cárceles vascas cuando ETA más mataba. Hay que tener memoria para que no caiga en el olvido que ese partido es el único de este país que, pese a la complicidad de la maraña de jueces amigos, ha sido condenado por corrupción.

Y hay que tener memoria para que no se nos pase, que esta derecha es la única que se alegra que a su país le vaya mal, aunque sea mentira. La que se planta en Bruselas para intentar bloquear los fondos tan necesarios para empresas, autónomos y trabajadores españoles; la que intenta desacreditar cualquier logro que venga de un gobierno que no sea el suyo ¿Se acuerdan de aquello de dejar que España se hunda que ya la levantaremos nosotros?

Hay que tener memoria para recordar que en su último Gobierno y en medio de una crisis dramática, hundieron el sistema de pensiones gastándose más de 60.000 millones de su fondo de reserva, así como el poder adquisitivo de los pensionistas -en muchos casos únicos sostenes económicos de sus hijos- con ridículas subidas del 0’25% de sus ingresos, algo que podría volver a ocurrir si ganan las próximas elecciones, toda vez que Feijóo ha evitado pronunciarse, sobre si mantendrá o no la revalorización de acuerdo con el IPC.

Cuando vayamos a votar dentro de un año y medio no deberíamos olvidar que quienes ahora acarician su vuelta a la Moncloa, se opusieron a los decretos de medidas excepcionales para combatir la pandemia del Covid, sin los cuales decenas de miles de trabajadores estarían hoy en el paro y miles de empresas cerradas y se oponen ahora al decreto de medidas de ahorro energético pedidas y aplaudidas por Europa, incluso algunas propuestas por su líder Núñez Feijóo, lo que en la práctica supone oponerse a la gratuidad del servicio de cercanías de RENFE y la bonificación del 50% en los AVANT, al descuento del 30% en transporte municipal y autonómico, a la reducción de 20 cts. por litro en combustibles y al precio de la bombona de butano a un máximo de 19,55€. Votar hoy en contra, supone también oponerse al aumento de 100 euros al mes por beca, a la ayuda de 200 para quienes ingresen menos de 14.000 al año y a las subvenciones de 300 euros por taxi, 500 por furgoneta profesional y 1.250 por bus de viajeros.

Que no os digan que su negativa de hoy es por la obligación de apagar los escaparates o subir los termostatos. Se oponen por joder al personal y que les llevemos a la Moncloa como fruto de nuestro cabreo… ¿Lo tenéis claro o necesitáis un croquis?

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