Memoria

En una de sus reflexiones más brillantes el Nobel portugués, José Saramago, reivindicaba la necesidad de «recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica» porque de lo contrario «se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia», porque «no es humano pasar página sobre el sufrimiento de miles de personas».

81 años después de la finalización de la guerra provocada por el golpe de Estado de 1936, 45 años después de la muerte del dictador que sumió a este país en una pesadilla de 40 años y 42 años desde la aprobación de una Constitución, que debería haber cerrado heridas y reparado el dolor y el atropello a decenas de miles de familias españolas, España sigue siendo incapaz de cerrar decentemente ese oprobioso capítulo de nuestra historia.

Llama poderosamente la atención que la actual generación política de la derecha, nacida y formada en la Democracia, siga demostrando una preocupante «alergia» a la hora de abordar una realidad indiscutible, como es la de que ni la herida puede cerrarse sin limpiarla previamente, ni se puede pasar página sin una lectura justa de sus renglones.

Según los datos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, hasta el momento han podido ser documentadas en España 3.000 fosas comunes y según el auto dictado por el Juzgado de Instrucción n° 5 de la Audiencia Nacional en noviembre de 2008, el número de víctimas de desapariciones forzadas, desde el 17 de julio 1936 a diciembre 1951, ascendería a 114.226. Semejantes cifras deberían obligar a nuestros responsables políticos, sean de la ideología que sean, a reparar tanto dolor.

Por todo ello llama poderosamente la atención que el PP, una formación de gobierno a la que se supone una actitud plenamente democrática, sea incapaz de asumir que para cerrar ese capítulo, hay que asumir lo que ocurrió y no abrazarse a negacionismos y revisionismos que niegan la evidencia, o lo que es peor la prostituyen. Solo desde esa incapacidad, se puede «entender» que en cualquier gobierno del PP, encontremos una resistencia infame, a la hora de cumplir la ley de Memoria Histórica de 2007, o la ley de Memoria Democrática de Andalucía de 2017.

Mientras en países como Alemania se siguen persiguiendo y condenando sin contemplaciones los crímenes del nazismo, este mismo año, el alcalde de Madrid ha retirado los versos de Miguel Hernández en el memorial de las 13 Rosas; el secretario general de Vox, Ortega Smith, las acusó de «violadoras, asesinas y torturadoras»; el Ayuntamiento de Córdoba, devolvió a su callejero los nombres de señalados golpistas, que habían sido retirados por el anterior equipo de Gobierno y ahora el Ayuntamiento de Motril ha rechazado retirar la medalla de la ciudad al dictador Francisco Franco.

En un episodio vergonzoso, el gobierno de una demócrata como Luisa García Chamorro (PP), se ha sumado a la extrema derecha de Vox, en la defensa del dictador para que siga contando con la máxima distinción de la ciudad.

Como dice IU-Equo, semejante posición «es un auténtico disparate se mire por donde se mire: en lo político, en lo legal, en lo democrático, en lo humanitario y colisiona con los más elementales fundamentos de un Estado de derecho». Y es que, en el fondo y en la forma, lo que han votado los ediles que han rechazado esta moción es, fundamentalmente, proclamar la impunidad del franquismo en Motril.

Quienes se opusieron a retirar la máxima distinción de Motril a un dictador sanguinario como Franco, defienden de paso los intereses de quienes sustentaron la dictadura en la segunda ciudad de la provincia, se enriquecieron a costa de sus vecinos y obtuvieron vergonzantes privilegios sociales, económicos y políticos por los que nunca han rendido cuentas y de los que siguen disfrutando sus herederos.

Posiciones como estas se entienden en un partido ultraderechista y cuasi fascista como Vox, pero son difícilmente comprensibles, en una derecha moderna, moderada y necesaria para este país, como debería ser el PP.

Si los concejales/as del PP de Motril están convencidos de que uno de los peores dictadores del siglo XX, merece seguir manteniendo la medalla de oro de su ciudad, deben hacérselo mirar; si han mantenido la medalla por táctica política, para evitar que Vox les siga comiendo el terreno electoral por la derecha y no perder sus votos en el pleno, además de hacérselo mirar doblemente, deberían darse cuenta de que su entreguismo solo hace más fuerte a la ultraderecha, que cada día elevará un poco más su factura, hasta el día en que los de la gaviota no puedan pagarla.

Por no hablar de los movimientos de tierras en el Barranco del Carrizal de Órgiva, que alberga seis fosas con restos de 4000 víctimas del franquismo. Allí maquinaria pesada está llevando a cabo labores que tendrían como objetivo la plantación de árboles en una finca privada, con el peligro que supone la intervención de ese tipo maquinaria en los terrenos y que, al parecer, no tendría autorización de la Junta de Andalucía.

De una vez por todas el PP debería dejar de guardar la espalda a los herederos del franquismo, o reconocer públicamente que ellos también lo son, porque ser de derechas no implica ser un fascista, pero seguir defendiéndolos contra viento y marea, sí que te coloca como uno de ellos … y este país no se lo merece.

CATEGORÍAS

COMENTARIOS

Wordpress (0)
Disqus ( )