Oportuno y pertinente

Todos hemos orinado alguna vez en la piscina y el que diga lo contrario miente como bellaco.  Ahora bien, cuando corrió el bulo de que en las cloradas aguas públicas vertían cierto producto que delataba la micción, comenzamos a retraernos y a usar el urinario para el menester que fue ideado; esta modificación en la conducta se debe a la vergüenza, ese sentimiento de pérdida de la dignidad originado por una falta cometida o una humillación recibida. ¡Ah, la vergüenza! Esa indeseada sensación que nos acomete a algunos y a otros en cambio… Otros jamás serían capaces ni tan siquiera de describirla, por simple desconocimiento de la misma.

Narra Plinio el Viejo que Diodoro, apodado Cronos, murió a causa de la depresión que le ocasionó la incapacidad de saber responder a una cuestión dialéctica formulada por un tal Estilbón. Hombre, ni tanto ni tan calvo, como se mofaban por su alopecia las legiones de César y también por su supuesto paso por el tálamo del rey de Bitinia, y él se lo pasaba por el forro de sus caprichos.  Ándeme yo caliente y ríase la gente, escribía Góngora con tino inusitado. ¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso! Trazaba Cervantes con mayor juicio, a mi entender, que no tiene por qué ser el mismo que otros observan o pueden advertir.

Qué diferentes pueden ser las perspectivas de unos y otros, o qué variables las sentencias de un juez en función de su aprehensión y del reo. A lo largo de nuestra joven democracia hemos sido testigos de condenas por una sencilla acusación como de absoluciones por un delito flagrante. Hace unos años, por ejemplo, vimos como se denegaba a un agente de la Guardia Civil el recurso de amparo tras los hechos probados de atropello y darse a la fuga en un control al mismísimo nieto de Franco, este guardia asegura que además fue encañonado por un arma de fuego. Sin embargo, otros compañeros beneméritos tras una pelea en un bar de Alsasua, con tan solo su testimonio, desmentido después por videos y testigos del hecho, consiguen sin esfuerzo enchironar del tirón y por varios años, acusados además de terrorismo, a unos chavales que por lo visto andaban muy lejos del abolengo que otorga la progenie de un asesino, ¿será falta de empatía con la justicia? Puede, ya no sé si por parte de la autoridad “competente” o de las víctimas, y aquí dejo al azar del lector la interpretación de quiénes se arroguen uno u otro papel, que insisto, todo es cuestión de perspectiva.

Son varios años ya, y cambiamos de escenario, sin adivinar quién puede ser M. Rajoy o por qué se destruyó a martillazos cierto disco duro que contenía, al parecer, valiosa información sobre los tejemanejes del PP, cosa que trae a mal traer a los tribunales de este país, donde los jueces andan deslavazando este y otros enigmas, sin suerte hasta la fecha. No sé yo si se hubieran empleado con el mismo tesón que pusieron en la tarjeta de un móvil, que cuentan, perteneció a Pablo Iglesias y le fue sustraído, hubieran obtenido un resultado más esclarecedor y provechoso. ¿Y la perra que han cogido con la renovación del poder judicial?, que por cierto, parece que han llegado a acuerdo y perdón por profanar, pero pregunto, ¿por qué dos partidos políticos dirimen el culmen de este proceso cuando hemos de suponer que existe una división de poderes? Me pierdo, disculpen mi vasta ignorancia, pero me parece a mí que se invisten de un poder tremebundo. Y qué curioso, que terminado este tortuoso proceso, a otro diputado que elude la corbata y al estilista, lo fulminan por una acusación sin peso ni fundamento, ha bastado un triste testimonio, tardío y cuestionable, muy cuestionable. Tanto es así que a pesar de dejar su escaño sin pena ni berrinche, promete y arremete contra la presidenta del Congreso y asegura llegará al final del asunto con todas las consecuencias.

Que visto lo visto y echando una mirada atrás, no muy lejana, como creo haber dejado latente y patente con lo anteriormente expuesto, se va a quedar todo en agua de borrajas, pues quién va a atreverse a cuestionar a los señores togados por su tan arduo quehacer, tan severo como acertado, tan oportuno y pertinente. Pueden ustedes mearse en la piscina tal y como la hacen, desde lo alto del trampolín, que dicen que es lluvia dorada. Sea pues.

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