Pandilleras y Macarras

Durante la pandemia, se ha visto su extremismo de derechas engalanado con chupa de cuero y calzoncillo de legionario bordado con banderita cubriéndole la bocaza para protegerla del virus. Gusta esta sargentona hiperbólica exhibir con estrépito su afilada lengua de lavandera y sus agrestes maneras de bravucona serrana, al modo que describiera el arcipreste Juan Ruiz.

Intolerante radical, decidida a salvar el mundo de los fantasmas del mal, que es toda cosa o persona diferente a su angosto pensamiento, a su extremista embudo ideológico, barruntó que sería muy buena idea hacerlo desde la trinchera política, para lo que tuvo a bien unirse a una cuadrilla de gañanes, vagos, vividores, corruptos y presuntos delincuentes de la extrema derecha, del franquismo redivivo.

La banda de Vox la envió a evangelizar tierras extrañas como florero electoral del paisaje andaluz. Quiso la mala fortuna, más bien la mala follá, que fuese electa diputada por Graná, ciudad en la que todo es posible, incluso que el fascismo consiga apoyos de la peor burguesía de España y los traduzca en escaños para rematar a Lorca. En la jodida tierra del chavico, no hay constancia de su presencia más allá de hacerse alguna foto promocional.

Ahora, a la fogosa macana del partido financiado por el terrorismo iraní, su parásito líder, mantenido de Aguirre y los chiringuitos del PP, la envía a la cruzada andaluza como sustituta del juez Serrano, otro presunto delincuente caído. Y no se extrañen que acabe amancebada con Moreno Bonilla en San Telmo y se entiendan a las mil maravillas, ella cunera en Granada y él cunero en Cantabria de 2000 a 2004.

Pensábamos en Andalucía, tierra de ilusos, iletrados, santos inocentes y sufridos mansos, que nos habíamos librado de prepotencias, desprecios y desprestigios después de los sucesivos suicidios políticos protagonizados por Susana Díaz y el susanismo felipista. Lo pensábamos, pero vamos muy a peor con Macarrona, que acabará imponiendo fácilmente su guarrindongo fascismo 3.0 a sus sucedáneos Moreno y Feijóo.

A ella, prepotente y sectaria, le gusta mostrar una machuna imagen pública de indómita cortesana, nada aristocrática, más callejera, menos ilustre, más populista, artificial y prefabricada como una motera ebria y alocada. En definitiva, esta peligrosa individua, esta alimaña política viste, piensa y habla como un prototipo de macarra de alto standing al volante de un Porsche Panamera bajo los acordes hirientes del Cara al sol.

Todo un gancho electoral para el violento machismo asesino, la misoginia, la homofobia, el racismo, la xenofobia, el adoctrinamiento escolar y otras lindezas practicadas por hinchas futboleros, cabezas rapadas, cerebros rapados, porteros de discoteca, matones de barrio o chorizos de toda laya, amplia base de su electorado. Una amenaza neonazi para la democracia que ha tomado el relevo de la marimacho Pilar Primo de Rivera.

«Molona» para sus adictos, «Macarrona» por vocación (de casta le viene).

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