Paraíso Doyle junto al mar

Este mes me he decidido a leer en la playa como las grandes Instagramers y booktubers de este país. Siento el mes que llevo perdida, pero el verano con dos niñas pequeñas tirándose de los pelos se me está haciendo una mijilla estresante… Bueno, que me he venido la orilla del mar con El sabueso de los Baskerville de Arthur Conan Doyle. A ver, que bueno tiene que ser… que es Sherlock y Sherlock nunca defrauda, no como la peli esa que hicieron de su vida con las abejas y un niño por ahí perdido ¡Menudo tostón!

El mar, el gran azul, que onírico todo… espérate que ahora viene el señor de las tortas de chocolate. Que si quiero una dice… ¡Pues claro! Me comía toda la caja, pero estoy con el desayuno intermitente y llevo catorce horas sin comer. ¡Ya me he cabreado!
Respira, Georgina; solo es chocolate, azúcar y calorías ricas y jugosas. Total, que sigo leyendo. ¡Como odio la arena! Ahí pegada todo el rato como los pulgones de mi rosal. Luego me ducho y me sale arena hasta de los agujeros de la nariz. ¡Qué asco y que dentera! Me siento como una croqueta. ¡Mmmmm, croquetas! ¿Tendrá croquetas con chocolate?

Bueno, tengo hambre y estoy asquerosamente embadurnadora en arena pero eso no me va a impedir leer a mi amigo Arthur. ¡Niño con la pelotita¡ ¡ Qué no me pises la toalla! ¡Con la caja de las tortas te voy a dar en la cara! Cada vez tengo más claro que soy un hobbit: no me gusta salir de casa, me paso el día rabiando y mido medio metro. Lo mejor es mi look para no quemarme con el burkini, el gorrito, la cara blanca de crema con la que mañana me saldrán cien espinillas, la nevera de Peppa Pig… el mismo glamour de las de Instagram y de las que salen leyendo en el Hola.

Sigamos con el libro pues… Otra vez el de las tortas ¡Qué no quiero, coño! ¡Déjame vivir!

Espérate que ahora viene mi hija con el: mamá, mira lo que hago, mamá mira, mamá mira mama mira…… ¡Qué sí, qué te miro! Que no la estoy mirando dice, no sé a cuál de los dos millones de veces que la tengo que mirar para que no me la secuestren, ahoguen, coman las medusas o le dé un golpe de calor se refiere… Venga, si, hija, mójame el libro. El Doyle va a llegar lleno de arena, mojado y jodido, ya tendremos algo en común. ¡Ay señor, señor! como diría la abuela de Cuéntame.

¡Otra vez el de las tortas! ¿Pero cuanta gente vende tortas en este pueblo? ¡Me está empezando a dar el tic nervioso del ojo ya! ¡Un lujo leer en la playa! A ver si por lo menos llega una narcolancha de esas a la orilla y me salva el verano…

Total, que leáis a Sherlock si os deja el de las tortas, el niño de la pelotita, la arena, el sol cancerígeno, la abuela que tose y sospechas que te va a pegar el covid… Pero leed, que eso siempre es y será lo más importante. Cómo decía Emily Dickinson: para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro.

Feliz final de verano, amigos.

Pd. Odio la playa por si no lo habíais notado.

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