Perder ganando, ganar perdiendo

La dispersión de voto en estas elecciones locales trae una curiosa lectura: en los partidos de la derecha mantiene a flote muchas oportunidades de gobierno, con un detalle importante: no solo será fundamental el entendimiento entre PP y Ciudadanos, sino que resulta vital el apoyo explícito de VOX. Si el PP no consigue la mayoría en la investidura gobernaría el candidato de la lista con mayor voto popular obtenido en las elecciones.
Es cierto que podemos interpretar que la inercia persiste tal y como hace un mes, en la Elecciones Generales, con un auge del PSOE, un reequilibrio de reparto de voto en los partidos de la derecha y una depreciación del Podemos y sus alrededores. El sistema representativo de locales y autonómicas es mucho más proporcional y corrige el efecto del 28 de abril que puso al PP al borde de su abismo y le hizo perder la sonrisa. Las felicitaciones en la derecha provienen básicamente de mantenerse, no de crecer –el PP ha bajado a sus suelos de voto, pero se presenta victorioso; Ciudadanos se estanca, pero tiene llave; VOX irrumpe sin tsunami, pero es jugador de ventaja-.

La suma del voto de la derecha en la ciudad de Granada presenta 14 concejales, uno menos que en 2015. La lectura es particular de nuestra ciudad, y apresurada, pero es muy similar en otros lugares de España: los que ganan en votos no podrán gobernar; los que han perdido miles de votos, se posicionan para el poder. El PP presenta sus números más bajos, pero da por hecho que conseguirá pactos que le darán mayor poder. Miren si no: se puede perder un número infame de votos en Madrid, con una sonrisa de oreja a oreja. La democracia representativa es así: a veces ganan los que pierden y pierden los que ganan. Si es que los acuerdos se formalizan, que es arena de negociación.

En el otro lado del ring, el PSOE ha roto los maléficos números de citas pasadas y recupera una victoria negada desde hace más de treinta años, pero la dispersión del voto a su izquierda solo permite al bloque progresista aumentar en un concejal el apoyo de 2015 y pasar de una suma de 12 a una nueva suma de 13. Insuficiente, porque una muy eficiente dispersión del voto más progresista convierte en casi inanes a las múltiples siglas ubicadas a la izquierda del socialismo. Se gana, sí, pero la izquierda del PSOE se ha vuelto irrelevante, fruto de su disgregación, no solo en la capital sino en muchos pueblos de la provincia. Es deseable que aprenda esta lección: en la derecha la dispersión sigue favoreciendo gobernabilidad, manteniendo el músculo, en la izquierda del PSOE la dispersión es castigo y destierro.

Puede haber otras opciones que mantengan al PSOE en el poder, pero se vislumbra muy complejo que los socialistas logren encandilar a Ciudadanos para formar gobierno. Porque la negociación y el acuerdo se enmarca en un panorama mayor: el andaluz, donde se negociarán apoyos fundados tanto en el pacto de gobierno como en el de investidura de la Junta, y el nacional, donde la inercia y el ímpetu de los bloques de derecha deben blanquear el apoyo de VOX en todo el territorio y donde Ciudadanos no parece estar por la labor de ocupar el centro político, hacer bisagra y gobernar en unos lugares con su izquierda y en otros con su derecha. Eso sí, queda pasar por el trago de sentarse con la ultraderecha y esperar que el votante más liberal, dentro de cuatro años, haya perdido la memoria. O quizá para entonces la reconstitución haya hecho que todos los dispersos hayan vuelto al redil del bipartidismo.

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