¿Qué partido ha hecho la mejor campaña para este 10N?

¿Qué partido ha hecho la mejor campaña para este 10N?

  • Santiago Delgado, profesor del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UGR, analiza la campaña electoral de los cinco principales partidos

A falta de dos días para las elecciones generales, todo son dudas. Quién ganó el debate, quién saldrá airoso en las elecciones, si habrá que repetirlas o qué resultado tendrá cierto partido en concreto son algunas de las preguntas que se hace la población por estas fechas. Algunas, como la de si tendremos que acudir nuevamente a las urnas, no tienen respuesta a día de hoy; sin embargo, otras sí que pueden ser esclarecidas gracias a la labor de hombres como Santiago Delgado, profesor del departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UGR y especialista en investigación de campañas electorales de la democracia española.

Ante este último periodo de campaña, ostensiblemente más corto de lo habitual, Delgado resalta que «hay poco margen para cambiar el sentido del voto y también menos tiempo para recuperarse de un error». Por ello, indica que se guarda «cierto parecido con un partido de fútbol», pues «encajar un gol al principio de partido no es tan decisivo si tienes margen para corregir posiciones. Bien distinto es si te lo juegas todo en los últimos quince minutos del encuentro».

Por otro lado, también recuerda que «aunque siempre hay temas sobre los que gira la campaña, lo cierto es que en este caso los temas están muy presentes de antemano». «Los adversarios tienen poco margen para introducir otros temas o para desviar la atención de los que todos tenemos en mente», explica antes de definir la cuestión territorial, la desaceleración económica y el bloque político como principales ejes en torno a los que giran las propuestas «sin que otras cuestiones de naturaleza programática puedan sustituirlos o apagarlos». «Recuérdese en pasadas elecciones generales, la agenda feminista, los recortes, la corrupción. Estos temas siguen vivos, como se vio en el debate, pero ya no centran la campaña», matiza.

El tiempo reducido de campaña también redunda en un gasto menor para la ciudadanía. «En esta ocasión los partidos han prescindido de las banderolas que solían colgar de las farolas, también se han reducido al máximo los carteles que se colocan en los espacios cedidos para esta cuestión», apunta, y añade que «los propios ciudadanos han ejercido en un número significativo el derecho a que no se les envíe las papeletas electorales de los partidos a casa». Sin embargo, también resalta que existe una serie de gastos fijos que no se pueden reducir, como el pago de horas extra a los funcionarios que participan en el proceso, los emolumentos de la empresa encargada del recuento, los de los miembros de las mesas e incluso el coste de las papeletas. «Todo esto no tiene recorte posible», recuerda.

Las campañas de cada partido, al detalle

En cuanto a la cuestión de qué partido ha hecho la mejor campaña, afirma que «aún es pronto» para saberlo y apuesta por la posibilidad de que los partidos reserven «alguna sorpresa para el tramo final antes de la jornada de reflexión». «Hay que tener presente que una campaña electoral no es más que una batalla comunicativa que tiene como principal objetivo hacer que prevalezcan nuestros temas, nuestras preguntas, nuestras respuestas, frente a las de los adversarios», advierte el profesor de la Universidad de Granada, «en este sentido, lo cierto es que no está habiendo demasiada originalidad en los lemas de campaña ni tampoco en los contenidos de discursos o programas».

Pese a esta falta de variedad, Santiago Delgado señala como «la menos afortunada hasta el momento sin lugar a dudas» la de Ciudadanos. «Más allá de cualquier otra consideración, lo cierto es que la campaña naranja está siendo algo torpe», considera, «su lema ‘copia’ al empleado por La République en marche, utilizado por Emmanuel Macron para designar a su partido, cuyo nombre real es Association pour le renouvellement de la vie politique». «No parece que traer al primer plano al líder francés, que no hace demasiado tiempo afeó a Rivera su connivencia con Vox, sea la manera más apropiada para recuperar los votos perdidos, al menos presumiblemente», apostilla.

En cuanto al PSOE, reconoce que «quizás sea la formación con más dificultad para presentarse ante su potencial electorado». Esto se debe, indica, a que ya «acabó la posibilidad de apelar a la ultraderecha, al miedo de su irrupción y las consecuencias de la misma». «Vox ya llegó en abril, ocupó un espacio en las instituciones y hace oír sus posiciones en muchas comunidades autónomas y ayuntamientos. La capacidad de movilización del voto socialista apelando a Vox ha desaparecido casi por completo», explica el docente.

«Hay quien dice, y puede no estar muy equivocado, que la exhumación del dictador Franco, tal y como se ha hecho, ha sido un gran acto de campaña. Pero, a diferencia de lo que se podía pensar, no tanto para movilizar a la izquierda, si no para ‘rebotar’ a la ultraderecha, a los nostálgicos del franquismo, que como reacción pueden terminar votando a Vox», vaticina Delgado, «esta circunstancia, de producirse, sería paradójicamente muy beneficiosa para el PSOE, dado que restaría votos al PP, donde muchos votantes de Vox parecía que estaban volviendo tras las elecciones autonómicas y locales de mayo».

La formación socialista ha optado «por presentar la imagen de moderación, de prudencia, al tiempo que de cierta dureza algo forzada con respecto a la cuestión territorial» para estos comicios, aunque aprendiendo de la campaña de 2008, por lo que «ya no niegan la posibilidad de que la desaceleración se termine convirtiendo en crisis». Ahora, explica, «la estrategia de campaña es prevenir a los ciudadanos de quienes son a su juicio los que deben de soportar posibles sacrificios para afrontarla».

Para el profesor del departamento de Ciencia Política y de la Administración, la campaña del Partido Popular es la que juega «con el viento a favor». La formación de Pablo Casado «está logrando transmitir una imagen de moderación en las formas, elementos que resultan muy ventajosos para recuperar una parte del electorado perdido en las anteriores elecciones». «Sin lugar a dudas, de los dos partidos que disputan los votos que parecen se les escapa a Ciudadanos, entiendo que el PP es el que más acopio de ellos va a hacer», augura, «pocos de los antiguos votantes del PP que pasaron a serlo de Ciudadanos con motivo de la corrupción siguen considerando ésta como un motivo para no volver a votarlos».

Unidas Podemos, a ojos de Santiago Delgado, está haciendo «una campaña muy acertada». El partido de Pablo Iglesias «no ha variado ni un ápice los contenidos ni las formas con respecto a los anteriores comicios», lo cual supone una de sus fortalezas. «Pese a que emplea reproches y advierte al electorado de los posibles pactos postelectorales del PSOE, sigue ofertando a los socialistas conformar un gobierno de coalición», explica el profesor, «apelan continuamente a la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, que dibujan un escenario pluripartidista moderado frente al bipartidismo de otros tiempos».

En una situación parecida se encuentra Vox, otro ejemplo de campaña «muy acertada». Los de Santiago Abascal presentan «pocos temas, lo suyos, sin complejos». «No pretenden convencer a quienes saben que nunca serán sus votantes. Quieren hacer ver que frente a los bloqueos, a los políticos de siempre, ellos son otra cosa. No rehúyen el enfrentamiento, incluso lo buscan», explica el investigador de campañas con respecto a la estrategia del partido. «Abascal se muestra, a diferencia de las anteriores elecciones, como un político con templanza, que no templado, mucho más cercano que en los últimos comicios. Ahora, arropado por su presencia institucional, se presenta como el representante de la única opción que dice cosas diferentes», añade sobre el líder de la formación de la ultraderecha, «la irreverencia, aunque sea para mal, en esta ocasión la representa Vox».

¿Por qué es importante la campaña electoral?

«La mayoría de los expertos suelen señalar que las campañas tienen más influencia en los votantes indecisos y no tanto en el resto de votantes», señala Santiago Delgado. «Evidentemente tendríamos que decir que sí, que las campañas son importantes, más aún cuando el número de personas que aún no tienen claro si votar y, en su caso, por quién hacerlo, son legión», defiende, aunque reconoce que «lo normal es que la mayor parte de los ciudadanos con derecho a voto tengan decidido su voto mucho antes de que comience la campaña electoral».

Pese a todo, el profesor de la UGR afirma que «los partidos trazan siempre sus estrategias con un doble objetivo». El primero de ellos es «captar a esos indecisos, nuevos votantes o votantes de otras formaciones que estarían dispuestos a dejarse convencer», mientras que el otro consiste en «fidelizar a sus votantes tradicionales y a aquellos que se sumaron recientemente». «Hay partidos, como le ocurre al PSOE en esta campaña, a quien debe preocuparle, y seguro que le preocupa por cubrir ambos flancos: atraer nuevos, pero asegurar a los de siempre, que algunos casos no lo son desde hace tanto tiempo», apostilla.

Un 7 u 8% de los votantes pueden cambiar de opinión a consecuencia de un debate

Con cada elecciones una imagen se repite. El país suele dividirse entre los que miran con expectación al televisor para no perderse detalle del debate electoral y quienes aseguran que no tiene ninguna utilidad. Este último grupo está equivocado, según la opinión de Delgado, que califica al enfrentamiento entre los líderes de las diferentes formaciones como «una herramienta de gran importancia».

«Ocho millones de personas lo han visto», comienza hablando sobre el debate, «es cierto que menos que los que se pusieron frente a la televisión en abril, pero sigue siendo un número de ciudadanos muy importante». «Según el criterio de los expertos, corroborado por el CIS, se piensa que alrededor de un 7 u 8% de los votantes pueden cambiar el sentido de su voto como consecuencia de un debate», asegura, aunque mantiene que «visto lo visto, creo que esta vez el número de votantes que han podido cambiar su voto no llegará a este porcentaje».

Respecto a la retransmisión de hace unos días, piensa que «pese a que muchos dan por ganador a Sánchez, lo cierto es que hubo ningún ganador claro». «Alguien, y con razón, puede interpretar que esto es precisamente lo que interesaba al Presidente en funciones», matiza, «no se trataba tanto de ganar, como de no perder. Prueba de ello es que no entró al trapo de ninguno de los envites que le llegaron desde los atriles del PP y de Ciudadanos. Sánchez se limitó a decir lo que tenía en el guión. Él marcó el paso de lo que debía o no hablarse en el debate. Entrar a dar respuesta hubiese significado recoger el guante del adversario y llevar el debate a su terreno, con las consecuencias negativas que casi siempre entraña esta opción».

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