Tras la fachada de Juanma

Tres años después de su ascenso al altar de San Telmo, tras cosechar el peor resultado en la historia del PP, Su Santidad Juanma Moreno, venía acreditando como principal mérito del mandato presidencial, la construcción de una imagen de moderación que no asustara al paisanaje andaluz. Para ello, el primer presidente de la Junta de Andalucía no socialista, solo ha necesitado mantener a Vox un poquito lejos, pero no demasiado; alimentar al agonizante Cs consciente Marín de su inanidad absoluta en el Gobierno; regar con dinero público las cuentas de resultados de los principales medios de comunicación sureños y la aplicación de una capa de maquillaje sobre otra en su gestión, para que los andaluces crean que cambian las cosas, donde no está cambiando nada, salvo a peor.

Con esos ingredientes y con la «colaboración» de una oposición en modo encefalograma plano en la bancada socialista y modelo ejército de Pancho Villa, mirando más a su izquierda, el trienio gubernativo de Su Santidad Moreno Bonilla, ha transcurrido con una placidez impensable, en buena medida gracias a los tejemanejes de Su Eminencia Bendodo, quien como buen Richelieu, ha sido el urdidor de todas las tramas emanadas de Palacio.

El caso es que Juanma, que de no haber mediado la carambola que le llevó a la presidencia de la Junta, habría sido defenestrado como líder del PP andaluz aquella misma Navidad de hace tres años, poco a poco y sin otro mérito que el de no pisar demasiados charcos, se ha ido construyendo el perfil de «barón» popular moderado e influyente entre la grey Genovesa, lo que por otro lado, también define el nivelito del generalato de Pablo Casado.

Sin embargo, la placidez con la que se venía desempeñando la presidencia de Juanma, cuyas maneras se asemejaban cada vez más a las de un niño de San Ildefonso, se está torciendo seriamente en su último año de mandato. Primero con el enésimo pulso de Vox, que esta vez ha dejado de ser perro ladrador, para morder donde más duele, dejando al gobierno sin presupuestos para el último año de mandato y amenazando seriamente algunos de los proyectos legislativos más importantes, y después con algunas noticias que desvelan el verdadero rostro político de Moreno Bonilla, que hasta ahora se nos mostraba oculto tras una fachada lustrosa y ahora empieza a desconcharse seriamente.

Para empezar, ayer su Gobierno sacó adelante la ampliación de 1500 hectáreas de regadíos, hasta ahora ilegales, en el Parque Nacional de Doñana, desoyendo el aviso de sanciones de la Unión Europea, el anuncio de querella de la Comisión y un serio tirón de orejas de la Unesco, que protege un parque que es Patrimonio de la Humanidad, así como de la vicepresidenta de Transición Ecológica del Gobierno de España. Esta aprobación mete a Juanma Moreno, que prometía la “revolución verde” y ha enarbolado la bandera medioambiental, en un auténtico marrón, tras años de un pretendido discurso proteccionista y en la antesala de las elecciones autonómicas. Por cierto, incomprensible la abstención del Grupo Socialista en tan importante asunto.

Pero es que Juanma puede haber cometido dos torpezas de dimensiones colosales en la misma semana. Si en clave política ha regalado abundante munición a la oposición, por irse de campaña electoral a Castilla y León,  ausentándose de un debate sobre sanidad pública en el Parlamento andaluz, en el plano institucional su gestión errática de la pasada semana puede tener consecuencias muy graves.

En Bruselas, están más que molestos con su visita a la capital comunitaria, para hacer seguidismo de Casado y Ayuso y presentar sus quejas por el reparto que hace el Gobierno de España de los fondos europeos. Aparte de encontrarse con el rechazo de la UE a esas quejas, en Bruselas no dan crédito, a que mientras Juanma protesta por el reparto de los fondos, pida más tiempo a la Comisión para poder gastar lo que recibe, porque es incapaz de hacerlo en tiempo y forma. Semejante despropósito podría llevar a los países frugales de la UE, a utilizar el argumento del presidente andaluz, para cerrar el grifo a nuestro país.

A todo lo anterior hay que añadir el desastre, de que 37.000 empresarios andaluces hayan perdido 370 millones de fondos estatales para la recuperación frente a la pandemia, por la incapacidad del Gobierno andaluz en tramitar los correspondientes proyectos, lo cual demuestra un nivel de incompetencia muy preocupante, para quienes tanto presumen de saber gestionar. No me negarán que no deja de ser paradójico, que mientras  Juanma llora por las esquinas por el reparto de los fondos europeos, sea incapaz de gastarse los miles de millones que recibe.

Para completar la «quincena horríbilis» de Juanma, hemos sabido que su Gobierno ha destinado ¡Tres millones y medio! de fondos europeos, para patrocinar el festival de un promotor gallego que se celebrará en Madrid bajo el nombre de, «Andalucía Big Festival by Mad Cool 2002». Para que se hagan una idea de tamaña barbaridad, baste decir que la Junta de Andalucía destina la mitad de esa cantidad a la Orquesta Ciudad de Granada, que recibe 1,7 millones; la tercera parte de esa «generosa» subvención al Festival de Música y Danza, al que solo van 511.000 euros; o dos millones menos que al Centenario del Festival de Cante Jondo de 1922, que contará con 1,5 millones. Cualquier comparación resulta sencillamente un insulto a la inteligencia y a nuestra cultura.

Si además el próximo domingo, los resultados de las elecciones en Castilla y León no resultan tan bien como en el PP se barruntaban, puede que el adelanto electoral de Juanma no esté tan claro como parecía, ni que el final de su legislatura sea tan plácido como lo ha sido hasta ahora… porque la fachada de niño de San Ildefonso que hasta ahora nos presentaba Juanma, está empezando a dejarnos ver sus miserias y  se le está empezando a poner una cara de Mañueco que asusta.

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