Un buen momento para un pacto turístico en Granada

Con la constitución de los Ayuntamientos y la Diputación Provincial, tan sólo unos meses después de que haya echado a andar un nuevo gobierno en Andalucía, incluida una nueva dirección del Patronato de la Alhambra, debería aprovecharse lo que queda de este 2019 para abordar un más que necesario pacto por el turismo provincial.

El sector turístico, con un 14% del PIB provincial y un 16% del empleo directo, representa, por sus efectos indirectos, el motor de cerca de un 20% de la economía de Granada. Muy por encima de cualquier otro sector. Por su naturaleza es, además, una actividad muy descentralizada, con miles de agentes privados y cientos de agentes públicos tomando sus decisiones de inversión, promoción y comercialización de forma descoordinada, cuando no contradictoria.

Nuestro principal, atractivo, la Alhambra, se encuentra ya saturado y es imposible incrementar sus visitas. Un cuello de botella que hay que resolver. Recibimos el año pasado cuatro millones y medio largo de turistas y las visitas a la Alhambra fueron de 2,6 millones, de los que el 95% son, según la memoria del Patronato, residentes fuera de Granada. Es decir, que más de la mitad larga de los turistas pasan por la Alhambra que, sin embargo, es ya incapaz de atraer más visitantes.

Mientras tanto, tenemos por un lado un problema muy serio de turistificación en los barrios céntricos o históricos de la ciudad y por el otro, comarcas enteras realizando un esfuerzo titánico y de dudoso éxito por mejorar su atractivo turístico para complementar la actividad agrícola. El diagnóstico es, a mi parecer, evidente: una capital saturada con un cuello de botella en su principal monumento y un interior de la provincia repleto de reclamos turísticos mal desarrollados, peor explotados y muy deficientemente comercializados.

La monumentalidad de Baza o Guadix es comparable a la de cualquier capital de provincia castellana, mientras el teatro romano de esta última espera, para volver a la vida, unas inversiones estatales que nunca llegan; las posibilidades de turismo activo en Sierra Nevada, el atractivo del turismo astronómico o enológico, la singularidad del alojamiento en cueva o el aprovechamiento público de las aguas termales, otras tantas oportunidades sin aprovechar.

Habría que pensar en convertir la Alhambra en la puerta de entrada a la provincia de Granada, poniendo en marcha paquetes turísticos que incluyan la visita a los palacios nazaríes como parte de una visita a nuestra provincia y no como chuchería de consumo fetichista aislado. Tenemos monopolio de oferta sobre un recurso con demanda excesiva ¿A qué esperamos para aprovecharlo? La pasada legislatura, la creación de los billetes de visita a la Alhambra vinculados a la pernoctación hotelera demostraron ser un éxito. Avancemos por ese camino.

Evidentemente una estrategia integral debe contemplar muchas otras cosas, como el establecimiento de estándares de calidad mayores, la revisión de muchos «recursos» financiados con fondos europeos que tenían más de voluntarismo que de verdadera oportunidad de desarrollo turístico y que suponen hoy día un fraude al visitante (si es que están abiertos), planes de promoción turística comarcalizados y basados en la calidad objetiva de los productos turísticos y no en las relaciones de amistad o cercanía política con los decisores de turno.

Además, si hablamos de calidad del servicio turístico, no podemos perder de vista los efectos negativos de la continua pérdida de calidad en el empleo de sus trabajadores. En 2018, el número de pernoctaciones hoteleras creció un 6,1% y el gasto medio diario creció un 4,3%. Por tanto, la facturación del sector creció un 10,7%. Pero el empleo en la hostelería de Granada se incrementó tan sólo un 7,1%. Es decir, que cada persona trabajadora empleada en el sector está haciendo más trabajo y generando más riqueza que antes. Esto no es malo. Todo lo contrario. La clave está en que este crecimiento de la productividad de más de 3 puntos tiene que repartirse y llegar también a los trabajadores en forma de mejores horarios o salarios y crecimiento del empleo, para que el beneficio no sea sólo privado, sino también social. Pero también para que el crecimiento de la satisfacción de los trabajadores se traduzca en mejor servicio, mejora de su capacitación de forma permanente y, en definitiva, avanzar hacia el modelo de turismo de excelencia.

Se trata en suma, de poner de acuerdo a patronal, sindicatos, ayuntamientos, diputación y gobierno de Andalucía en torno a un pacto por el turismo provincial que nos permita mejorar la creación de empleo y riqueza para la mayoría, sin destruir nuestros barrios como está ocurriendo con la proliferación salvaje de alojamientos turísticos ¿Seremos capaces? La responsabilidad principal recae sobre quien puede y debe convocar este pacto: la Diputación Provincial. Esperamos.

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