Un estudio de la UGR advierte del efecto llamada de ver que otros rompen el confinamiento

Un estudio de la UGR advierte del efecto llamada de ver que otros rompen el confinamiento

  • Ha apuntado que la sociedad general está dispuesta a hacer «un poco de trampa», y así «pasear al perro cuatro veces y no tres o a comprar el pan más lejos de casa

El experto en comportamientos y catedrático del departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad de Granada (UGR) Sergio Moreno-Ríos ha analizado la respuesta social a la censura de movimientos impuesta en el estado de alarma

Según ha informado la UGR, el paso de las semanas, el incremento del estrés, la confusión de los mensajes y ver que otras personas rompen el confinamiento incita a «desobedecer el estado de alarma pese a que los estudios indican que la sociedad se autoimpone un umbral de valores por el que toleran las trampas pero no saltarse la norma».

En este contexto, Moreno-Ríos ha analizado la respuesta social a la censura de movimientos impuesta en el estado de alarma, comportamientos revisados con estudios previos para comprender «la reacción ante el confinamiento».

Desde que se decretó el estado de alarma, los cuerpos de seguridad han detenido a más de 5.000 personas y han denunciado a otras 613.000 por quebrar la actual limitación de movimientos.

«Vivimos confinados, obligados por una norma que representa una agresión a nuestra libertad pero la cumplimos pese a que no sería demasiado difícil saltársela, ¿por qué?», se ha preguntado Moreno-Ríos, que ha explicado que la gente permanece en casa por «la imagen de persona honesta que quiere tener, y no tanto por el castigo».

Este experto ha explicado que estudios en los que se analiza si el ser humano tendría una conducta deshonesta, como coger todas las monedas de una máquina rota sin que lo vean, demuestran que casi todo el mundo realizaría algo prohibido, pero en un grado pequeño, frente a una minoría que lo haría a lo grande.

Ha apuntado que la sociedad general está dispuesta a hacer «un poco de trampa», y así «pasear al perro cuatro veces y no tres o a comprar el pan más lejos de casa, pero acciones que no exijan modificar el autoconcepto por el que todos nos creemos honestos».

Sin embargo, según los estudios de comportamiento, ese umbral de ser «buena gente» fluctúa y se hace más fuerte si pensamos que perjudica a un conocido, un amigo o a un familiar frente a un «ente desconocido» o a un organismo difuso.

«Hacemos un balance de nuestro propio umbral y cuando realizamos acciones buenas, nos sentimos buenos, elevamos ese umbral y es más difícil saltarlo», ha añadido el experto, que recalca además que el cumplimiento de la norma depende de si se concibe como justa o útil, ya que en caso contrario es más probable burlarla.

Cuando hay poca información o es difusa, la sociedad tiende a guiarse por lo que hace su grupo de referencia o sus líderes, «los copiamos», por lo que «un madridista verá como deshonesto a un seguidor del Barça si lo ve pasear y reforzará su confinamiento».

«Pero si ves a Rajoy saltarse el confinamiento y has votado a su partido, pensarás que tiene una información que tú no sabes y será más fácil que también salgas», ha señalado el catedrático, que ha afirmado que la población cambia al sumar cada día elementos.

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