Un matón en Taiwán

El matón busca pendencia, disputa, discusión y bronca para provocar altercados, riñas y reyertas, mejor cuanto más sangrientas. El matonismo se basa en una desmesura corporal y/o mental del bruto que lo ejerce, o en su sagacidad para manejar en su beneficio a cuantos cafres lo rodean. En cualquier caso, la más cotizada cualidad del matón, la más temida por la sociedad, es su brutalidad inmisericorde.

El matón publicita continuamente su producto jactándose de un daño infligido o de su potencial para producirlo. Un ejército mercenario de plumillas y publicistas a su servicio, bien pagados y con conciencia de verdugo, se dedican a correr la voz. La simple mención de su nombre ejerce en el barrio un efecto más temible que su eventual presencia escoltado por su guardia pretoriana, formada por capacitados matarifes y sicarios acreditados.

El matón más longevo y de más dilatado currículum de la Historia, hablamos de EE UU, es un puzzle territorial nido de emigrados europeos especialistas en aterrorizar y aniquilar a los pueblos originarios y a cuantos no comulguen con su doctrina avalada por el Winchester, el Colt, la Biblia, el dólar y la horca. Esta nación emergió matando y en casi dos siglos y medio ha establecido el récord mundial de producción cadavérica.

El matón yanqui participó en el s. XVIII en 6 guerras o conflictos armados, 65 en el XIX y 36 en el XX. En el s. XXI ya ha actuado en Afganistán, Irak, Somalia, Libia, Uganda, Siria y Mozambique. Como todo matón, es su obligación, aspira a dominar el negocio de las armas y la explotación humana, para lo que no duda en provocar a sus rivales y mangonear a la banda Europea, la más bisoña de los bajos fondos.

Tras exprimir los mercados afgano e irakí y probar suerte sin éxito en el sirio, el yanqui ha trasladado el tenderete y la bélica mercancía a Ucrania para agitar la colmena rusa. Europa ha respondido a sus planes armándose hasta los dientes y tomando medidas que dañan a su propia economía. Negocio redondo para el matón global: reactiva el mercado de las armas y vende energía a sus socios un 60% más cara.

Ucrania ha sido el paso previo para que el matón dinamite un mundo en el que la China poscomunista amenaza su hasta ahora exclusiva hegemonía económica y militar. La visita de Pelosi a Taiwán es una provocación y la de una comisión de congresistas una declaración de guerra. La maquinaria propagandística americana ha hecho de Putin el malo de la película ucraniana y hará lo mismo con Xi Jinping en la taiwanesa.

Las crisis (económica, energética, alimentaria…) provocadas por los movimientos tácticos de EE UU no son las primeras, tampoco serán las últimas, que desestabilizan el mundo y dan jaque a la Humanidad dejando pingües beneficios en sus arcas. A pesar de repetirse como las películas de serie B o los capítulos de una serie, aterra ver a las víctimas ocupar expectantes el sofá con palomitas en una mano. Y Coca–Cola en la otra.

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