Un robot en la Plaza del Carmen

Siempre que pienso en nuestro nuevo alcalde me viene a la cabeza, y no sé muy bien por qué, un robot. Sí, como lo oyen, un robot. O un “robón”, como diría mi suegro que no pronunciaba muy bien la t final.

Al robot le suponemos eficacia, aunque limitada. Pero también tiene otras características como carencia de sensibilidad a los problemas diarios e imposibilidad de enfrentarse con problemas complejos que requieran diferentes variables. Y sobre todo sabemos que un robot carece de inteligencia emocional. Esa inteligencia que es capaz de motivar al resto, de hacernos perseverar en el empeño, a pesar de las posibles frustraciones. La inteligencia emocional de la que carece un robot nos hace capaces de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, y de evitar que la angustia interfiera en nuestras facultades racionales. Pero quizá la característica más importante de la inteligencia emocional de la que carece un robot es la capacidad de empatizar y confiar en los demás. En Plaza del Carmen últimamente no se aprecian este tipo de sensibilidades.

Pues sí, amigos y amigas, tenemos un Ayuntamiento paralizado y poco empático. Los robots son máquinas individualizadoras, y ese es precisamente el problema del regidor del consistorio porque esta característica es incompatible con la participación y la democracia. Paso a enumerar los órganos de participación social de los que surgieron importantes iniciativas, refrendadas después en pleno, y que por omisión y desprecio ahora ya no funcionan ni se reúnen en Plaza del Carmen: Consejo Social de la Ciudad, este obligado por ley, Consejo de la Mujer, Consejo de Juventud, Pacto de Conciliación, Pacto por el Empleo, Consejo de Mayores, Consejo de Movilidad, Comisión de Calidad Medio Ambiental, Consejo de Personas Sin Hogar, Observatorio de Delitos de Odio, Consejo de las Migraciones, Protocolo de Emergencia de las personas migrantes (PECOL). En el caso de la Mesa del Ferrocarril la sociedad civil hemos decidido dar un paso al frente. Casi todos estos espacios que he descrito tienen un profundo calado social y de lucha contra la desigualdad, políticas que requieren de sensibilidad, algo de lo que presupongo carece un robot.

Sin embargo, sí se permite el alcalde cuestionar la legitimidad de las organizaciones de la sociedad civil, fundamentales en democracia. “Manipuladas” y “poco representativas” son adjetivos que nos ha dedicado en los últimos días. Debe ser que no tiene instalado el software relativo a la Constitución Española, esa que tanto manosean sus jefes, y que en su artículo 7 sitúa a los sindicatos representativos de trabajadores como “importantes pilares dentro del Estado social y democrático de Derecho” al ocupar un papel de organismos básicos en el sistema político. Y les asigna funciones “de defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios”. El alcalde obvia la existencia de los sindicatos representativos de esta ciudad; ni una reunión, ni una llamada. Y no deja de ser una paradoja que cuestione la legitimidad y representatividad de CCOO cuando el alcalde lo es con el voto de 16.183 granadinos del censo de mayores de edad, y cuando Comisiones Obreras obtiene su legitimidad de 18.845 votos del censo de trabajadores y trabajadoras que votan en las urnas de su empresa. CCOO tiene más votos que el alcalde en un censo más pequeñito. El alcalde lo es con el 9% de los votos del censo, mientras que este sindicato obtiene su representación con el 20% de los votos del total de sus electores. Bien haría en instalarse el software de la Constitución Española y la Ley Orgánica de Libertad Sindical, especialmente en sus apartados referidos a la participación institucional de sindicatos mayoritarios, al mismo nivel que las organizaciones empresariales.

Sí, amigos y amigas, tenemos un alcalde en off, aunque el estudio morfológico de su cabeza le otorgue otras grandes virtudes, las cabezas de los robots no dan para más. Esto, aunque suene gracioso, no lo es para mí. Nos va la vida de una ciudad, la alegría y la ilusión colectiva de miles de ciudadanos de Granada que por un momento pensaron que podíamos salir de esta Granada gris, paralizada y chaviquera que nos ha tocado vivir. Ojalá logremos nuevas dinámicas que acerquen la ciudad a la modernidad y a la cohesión social, pero para ello es necesaria la participación desde la diferencia de todos los que quieren lo mejor para nuestra tierra, algo de lo que no puede apropiarse este alcalde al que el cargo le llegó desde Madrid, con “intercambiador” vía Moreda, por tren convencional, aunque semanas después inaugurara el AVE.

* Ricardo Flores es  Secretario General CCOO de Granada

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