Yo también soy Juan Pérez

El artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que «todos tendrán derecho a opinar sin interferencia» y «todos tendrán derecho a la libertad de expresión”, este derecho incluye la libertad de buscar, recibir y difundir información e ideas de todo tipo, independientemente de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impreso, en forma de arte, o por cualquier otro medio de su elección.

En el artículo 20 de la Constitución Española se reconocen y protegen los derechos a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción y a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.

Sirva lo anterior para situarnos en el asunto objeto de esta columna y que a juicio de quien suscribe, supone un torpedo en la línea de flotación de este derecho constitucional, uno de los principios básicos de cualquier democracia que se precie. Me refiero a la durísima sentencia contra el productor audiovisual, Juan Pérez, por diferentes artículos y vídeos, muy críticos con Jesús Candel, más conocido como Spiriman, a cuenta de sus múltiples excesos, muchos de los cuales, ha sido y están siendo vistos en los juzgados, sin que ninguno de ellos, haya merecido hasta ahora un reproche penal ligeramente parecido al que ha recibido Juan Pérez, por ponerlos de manifiesto.

En su sentencia, la titular de juzgado de primera instancia número 12 de Granada, María Cristina Martínez de Páramo, establece que el administrador de este periódico ahora condenado, ha vulnerado el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen de Jesús Candel y le condena a indemnizarle con 46.000 euros, además la eliminación del canal de YouTube denominado “Spiritrump” y todo su contenido, consistente en los vídeos en el que aparece la imagen de Jesús Candel, incluida la eliminación de los mismos de la red Socialcable y la campaña de recogida de firmas promovida por Juan Pérez en “Change.org”. Así mismo que se eliminen todos los comentarios “injuriosos” de la página de Juan Pérez en Facebook … Muy poco demuestran conocer las redes sociales, la jueza y la fiscalía y muy restrictiva debe ser su concepción de la libertad de expresión con esta condena.

Dice su señoría que “por mucho que sea el carácter público del actor (Spiriman) que se le pueda calificar como “fascista”, Hitler, Goebbels, homófogo (así con “g” aparece en la sentencia) y machista a través de videos con imágenes y sonido que vienen a adornar las expresiones proferidas y que en un juicio de ponderación del caso concreto, hemos de concluir excede del ámbito de la libertad de expresión, provocadoras de un daños moral demandado por la intromisión ilegitima en el honor del actor aunque se trate de una persona de proyección pública desde hace cierto tiempo.”

De hacer fortuna semejante consideración de su señoría, el 90 por ciento de los articulistas y tertulianos de este país, empezando por el que suscribe, acabarían condenados, ya que es raro el día que se no se califique de “machista” y “homófobo”, a relevantes personalidades públicas -todo sea dicho con toda la razón-, o se comparen sus actuaciones con las de Hitler, Goebbels y otros personajes del nazismo, fascismo o franquismo.

Dice su señoría que “la utilización de los videos … superponiendo a la cara una nariz de payaso, dentro del contexto que ya hemos analizado con las connotaciones peyorativas dentro del ámbito personal y profesional del actor, hace que esta juzgadora considere asimismo vulnerado el derecho de imagen, el actor no ha consentido la utilización de su imagen por el demandado y si sobreentendiéramos que es legítima su utilización por su proyección”.

Con la anterior consideración doña María Cristina, se estaría cargando programas de la relevancia de “El Intermedio”, “Polonia”, o “Vaya Semanita”, o semanarios como “El Jueves” o “Mongolia”, en los que cada día se caricaturiza a personajes, mucho más relevantes que Spiriman, de forma infinitamente más cruel y mordaz que con una nariz de payaso y en los que se les compara con Hitler, Himmler y cualquier otro canalla histórico. Y qué vamos a decir de las redes sociales, donde cada día leemos auténticas barbaridades, sin mayores consecuencias para sus autores.

Pero es que cualquier lectura o visualización de los “mensajes” de Spiriman, serían calificados por el 99 por ciento de la ciudadanía de injuriosos y calumniadores, cuando ha llamado reiteradamente “hija/o de puta” a autoridades como la presidenta de la Junta, consejero/a de salud y fiscales; de homófobos -que no “homófogos”, como escribe su señoría en su sentencia- cuando el muy “educado” doctor, calificó de “maricón”, a un periodista cuyas informaciones no eran muy de su agrado; o de machista, cuando llamo “putas” a varias de sus compañeras, a algunas de las cuales acusó de promocionar en su carrera profesional, acostándose con sus superiores, etc, etc, etc. Pues bien, cuando alguien divulga mensajes injuriosos, calumniadores, homófobos y machistas, es que es un homófobo, un machista y un calumniador.

No deja de ser igualmente curioso, que al mensajero que ha denunciado las formas de Spiriman con armas mucho menos graves, a las que él ha utilizado para poner a parir al lucero del alba, haya sido castigado con mucha mayor dureza, con la que se ha condenado a tan “educado” doctor, quien hasta el momento lo ha sido a pagar 6400 euros, por llamar “hija de puta” a la presidenta de la Junta de Andalucía a través de sus redes sociales; 5000 euros por llamar “putona” a una compañera de trabajo; 4000 euros por llamar “hijo de puta” al fiscal jefe provincial; 30.000 euros por llamar «lameculos de su jefe» a la nefróloga Magdalena Palomares … Una joya el doctor.

Pero lo gravísimo de esta sentencia es la sensación de indefensión en la que se deja a periodistas, articulistas, e incluso humoristas, que se ven ante el precedente judicial, de poder ser condenados a indemnizaciones de más de 40.000 euros, por colocarle un nariz de payaso a Pedro Sánchez, llamar homófobo a Ortega Smith, racista a Santiago Abascal, o machista a Rocío Monasterio.

Confío y deseo que la sentencia de María Cristina Martínez de Páramo, sea recurrida por el condenado y anulada en instancias superiores. Lo deseo para no dejar herido de muerte, un derecho tan fundamental para la democracia, como es el de la Libertad de Expresión. Lo deseo para no convertir en “intocables” a personajes tan indeseables y tóxicos como Spiriman. Y lo deseo para que esta sociedad no se convierta en irrespirable.

Por todo ello señoría, como periodista con 38 años de ejercicio profesional en esta ciudad, ni comparto, ni respeto su sentencia, a la que deseo la más corta vida posible.

PD. ¿Van a hacer algo al respecto aquellos partidos políticos que siempre han defendido la Libertad de Expresión, o los sindicatos, algunos de cuyos miembros, han sido miserablemente insultados por el demandante?

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