Recuperemos los conceptos

Tras el fraude del Doctor Sánchez a los electores socialistas, que aseguró en campaña una y otra vez que si pactaba con Iglesias no dormiría por las noches, la caída electoral de ambos le hizo decir digo donde dijo diego sin inmutarse, tardando menos de 48 horas en abrazarse a los planteamientos comunistas del dueño del “casoplón” (nuevo palabro convertido en término, recientemente aceptado por la Real Academia de la Lengua Española, en cuya introducción en el diccionario mucho ha tenido que ver este melindroso de la falsa progresía bolchevique que ha pasado del pisito de protección oficial del franquismo en Vallecas a la mansión de Galapagar).

Como aderezo a este descaro político sin precedentes, agravado por haber enviado al rey a Cuba y por haber obviado todas las consultas previas con el monarca, con todos los partidos e incluso con el suyo propio, Sánchez e Iglesias aseguran que se han erigido en los salvadores del país contra el avance de la extrema derecha fascista y que formarán un gobierno progresista.

Ante el panorama que nos espera, agravado por el chantaje independentista, frente al que Sánchez cederá si es que quiere su abstención, ahora ya no nos quedan nuevas elecciones -estos no vuelven a las urnas ni muertos, lo importante es el poder a costa de lo que sea, incluida por supuesto la integridad de España-, sólo nos queda la palabra…

Y es, por tanto, hora de recuperar la palabra y con ella los conceptos de los que esta izquierda agresiva, lejana de la anterior socialdemocracia, quiere apoderarse y distorsionar para siempre su sentido, comprensión y utilización.

El primer concepto que hay que recuperar es el de progresista, acaparado por la extrema izquierda, comunista, que descaradamente denomina progresista a lo que no es más que regresión al paleolítico estalinista frente al progreso y prosperidad que comporta una economía dinámica y floreciente. A aquellos momentos en los que los ciudadanos no tenían sus necesidades básicas cubiertas, excepto, claro está,sus autoritarios gobernantes. Hoy no hay más que ver cómo está Venezuela para comprender qué no es progreso ni gobierno progresista.

También hay que recuperar la palabra democracia, de la que se han apoderado los independentistas para retorcer su significado hasta justamente lo contrario, su dictadura, discriminatoria y excluyente de todo lo que no sea irse de España. Sánchez e Iglesias también hablan de ellos como únicos demócratas, excluyendo al resto de partidos que respetan la Constitución, cosa que no hacen ellos -para Sánchez España es una nación de naciones formada por España, Cataluña, País Vasco y Galicia, e Iglesias quiere acabar literalmente con nuestra Constitución-, ni ERC, ni PdeCat, ni Bildu, ni PNV, ni la CUP, pero todos ellos son “guays” y los constitucionalistas son fascistas. Tampoco son demócratas los que no abrazan sus mantras de género, sobre el aborto, la eutanasia o la inmigración. Pueden ser distintas perspectivas, pero en modo alguno afectan al concepto de democracia.

Otro vocablo que hay que recuperar es el de igualdad, distorsionado por colectivos de todo tipo y condición cuando la igualdad de todos los españoles ante la ley lleva garantizándose desde hace 40 años, como poco, en nuestro país y por ella llevan velando nuestros tribunales e instituciones en una de las democracias más plenas del mundo, si no la más plena. Si la desigualdad consiste en el desprecio o las malas formas, eso se llama mala educación y lo sufren a diario las personas mayores, los niños, las mujeres…, en la calle, en la conducción, en la compra… Conductas que merecen todo el reproche social y jurídico, pero que no interfiere en la igualdad ante la ley, que es la que garantiza la Constitución.

Otros conceptos que hay que devolver a su sentido, ahora distorsionados interesadamente por esta izquierda de los caudillos Sánchez e Iglesias, son los de extrema derecha y fascismo, porque todo el que no abraza sus postulados es fascista y de extrema derecha. Con lo que no contaban es con que, cuanto más lo repitan, más votantes habrá de Vox, porque los ciudadanos no son tontos y aprecian perfectamente la manipulación del lenguaje tanto por estos políticos como por los medios de comunicación a su servicio, prácticamente todos.

Recuperemos las palabras, recuperemos los conceptos si es que queremos recuperar el sentido de nuestra democracia, antes de que desaparezca completamente en manos de estos caudillos que nos esperan. Comencemos a la guerra por el relato y ganemos la batalla de la recuperación del sentido real de los conceptos.

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